El Archipiélago de San Blas es una de las joyas naturales, culturales y turísticas del caribe panameño. Área de dificil acceso por carretera, mantiene todavía una naturaleza casi virgen debido a su escasa explotación turística, o, mejor dicho, a un turismo no masificado ya que no existen grandes insfraestructuras hoteleras.
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Principalmente se debe a que el archipiélago de San Blas está administrado por sus habitantes ancestrales, la etnia indigena Kuna, formando las islas y su costa limítrofe la comarca autónoma del Kuna Yala.
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Sus aguas, islotes, playas son el sueño de todo viajante, pero para los amantes de la mesa, este santuario también permite disfrutar de grandes mariscos de calidad insuperable, principalmente de langostas y cangrejos o centollos. Son los propios indígenas Kuna los encargados de su pesca y una parte de las capturas diarias viaja en avionetas hacia la ciudad de Panamá para ser distribuidos a toda velocidad entre los principales restaurantes de marisco de la capital.
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El mejor exponente de esta calidad suprema es el "King Crab" o Centollo, con excepción de los meses de veda. Normalmente el trayecto aereo que surte a la ciudad de este manjar aprovecha los viajes vespertinos de retorno de turistas a la ciudad, por lo que será durante las noches capitalinas cuando nos podemos dar un festival de centollo en algunos restaurantes que garantizan su frescura e inmediatez. Entre todos, destaco por su capacidad para obtener los mejores ejemplares al restaurante El Bodegón de Panamá en San Francisco, su dueño, el gallego Ramón Barreiro, ha adiestrado a los proveedores para recibir los centollos vivos y en condiciones perfectas. Son legión los clientes que acuden a disfrutarlo a diario, sin duda, es una de las delicias de Panamá y el visitante ocasional no debe desperdiciar tan extraordinaria oportunidad.
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