Si los suelos de licorella forman el alma mineral de los vinos del priorat, el vehículo que transporta esa magia es la uva. En el Montsant y el Priorat hablar de uva es hacerlo de Garnacha y Cariñena, pero de todos, el tesoro más apreciado para los viticultores es encontrar garnachas centenarias, viñas viejas por no decir deshauciadas que sean capaces de vivir una resurrección para ofrecer en cada vendimia unos granos, pocos, quizás un par de racimos por cada vieja centenaria que sumen 200 o 300 gramos. No es un cuento de hadas lo que explico, es en el tormento y la agonía donde nace esta historia . Esas son las verdaderas pepitas de oro del Priorat, el caviar de esta tierra dura y agreste, escaso elixir el que nos va a regalar pero el más concentrado, el que cubre el espíritu de cada botella para hacerla personal, única, rara.. inigualable. . La Garnacha es para los forasteros un todo pero para los catalanes y aragoneses es el apellido de una gran familia de nobles y vasallos, de ce
Gastronomía