He visitado en tres oportunidades este restaurante, bastante espaciadas en el tiempo, para confirmar en cada visita parecidas sensaciones, es un japonés que tiene toda la vida funcionando y que goza de reputación labrada durante décadas pero que personalmente me provoca claros y oscuros, logra éxitos en platos cocinados combinado con decepciones en donde nunca debería fallar un nipón que se precie: la calidad del pescado crudo para los sushis, sashimis y makis. El perfecto estado de conservación de una materia prima tan delicada debe ser la mayor preocupación de un restaurador de este tipo de comida y en mi caso, exigente hasta la saciedad en lo que a frutos del mar se refiere, nunca han logrado transmitir perfección en la presencia, textura y sabores del pescado crudo, ese "pero" que me deja al salir me impide agendar retornos en el corto y medio plazo. El lugar es acogedor como un restaurante de barrio de Toquio en la década de los ochenta, con una discreta sensación de d...