Rara vez en mis visitas a restaurantes entro en una pizzeria, si acaso como la pizza por accidente cuando aparecen en una reunión casera como comida de emergencia y resuelvo el hambre con un par de pedacitos ya que al tercero me cansa el mismo sabor de ingredientes de calidad ínfima mezclados bajo el yugo uniformizante del emperador tomate y su princesa "casi" mozzarella. El problema es que la pizza pertenece ya a todo el planeta desde que se incorporara al fast food, una restauración que busca el mínimo coste y máximo beneficio en el volumen, situada en el mismo nivel que hamburguesas, perros calientes, tacos y demás tex-mex y más recientemente sushis y maki rolls que en nada se parecen a sus ancestros. Cuesta por tanto reconocer dónde existen propuestas de valor gastronómico en locales que anuncien pizza y no acostumbro a retener localizaciones ni nombres, pero en el caso de Ciao Bella Pizza me llamó la atención las encendidas pasiones con la que amigos de confianza descr
Gastronomía