Durante tres meses seguidos mi esposa y yo nos mirábamos a los ojos y sabíamos lo que queriamos: ir a comer a Fuji los sábados al mediodía porque nos vuelve locos la comida japonesa que apuesta por los sabores ancestrales, las elaboraciones de toda la vida. Ahora nos hemos controlado un poco y estamos en rehabilitación, agarrando nuevos deseos para un retorno emocionante, pero a pesar de esta pequeña distancia que hemos forzado, cabe reconocer la multitud de méritos que tiene el restaurante Fuji.
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Nuestros hitos se resumen en una ración de sashimi mixto con cantidad extra del pescado "escolari", el mejor de todos, por cierto no puede faltar la ensalada de wakame. Los entrantes fríos son en realidad la espera por los calientes que motivan nuestro regreso: las sopas de pasta udon, desde la Nabeyaki de carne, langostinos, huevo y vegetales a la tempura soba y otras variantes que construimos de forma personalizada por tantas veces que nos han visto, a mi me gusta la de tempura con la intensidad de la nabeyaki pero con ración extra de hongos shitake.
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Entre las variantes del guión, en ocasiones atacamos los ebi tempura (langostinos), los maki sushi combinados o un buen sushi. Entre sus especialidades secretas les recomiendo que pidan el suki-yaki, una fondue de carne cortada como carpaccio con mezcla de vegetales y hongos que uno prepara a su gusto. Por cierto, lo que no recomiendo son sus intentos por abrazar a paladares no convencidos de las delicias niponas clásicas con platos "de autor" como puedan ser las almejas en perejil, ahí se complican la vida.
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Buena relación calidad / precio por la extrema frescura del pescado. Carta de vinos inexistente, de hecho me permiten traer el que quiero pagando descorche. Muchas veces prefiero la cerveza para la comida japonesa clásica, así que la Kirin Numero 1 es la elegida. Fieles a su cometido desde hace más de 30 años, Fuji es como la Kirin, auténtico embajador del gusto del país del sol naciente. Kampaii !!!!
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