Teniamos grandes expectativas en nuestra primera visita al Fuerte de San Lorenzo el Real de Chagres, monumento histórico declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. En días anteriores a la visita busqué información en la red y me hice una idea de lo que veriamos gracias a algunas imágenes.
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Para alcanzar el sitio histórico atravesamos el parque nacional de San Lorenzo, una espesa selva humeda tropical espectacular, la carretera es sinuosa y asciende hasta la localización del castillo en un saliente natural con profundos acantilados sobre el mar caribe y la desembocadura del Río Chagres.
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Estacionamos en una esplanada frente al castillo, no hay ningún otro vehículo, luego durante nuestra estancia aparecerá una pareja de asiáticos, nadie más. Estamos solos frente a este sitio histórico que junto a Portobelo y los dos asentamientos antiguos de la capital (Panamá Viejo y Casco Antiguo), tienen el privilegio en Panamá del reconocimiento de patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Una categoria que hermana estos monumentos con otras maravillas de todo el planeta tan conocidas como las piramides de Giza en Egipto, Machu Pichu en Perú o la alhambra de Granada. En teoria esta calificación es una garantía para preservar un bien material destacado para las generaciones futuras.
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La realidad es muy distinta, Tanto los fuertes de Portobelo como este de San Lorenzo viven en un olvido institucional absoluto y sobreviven de milagro al paso del tiempo y la desidia es evidente en extremo, el Casco Antiguo de Panamá es la excepción por el interés (más privado que público) en recuperar el rincón con más encanto de la pujante capital de Panamá.
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Las fortificaciones y aduana de Portobelo presentan un mejor aspecto al estar dentro de un nucleo habitado y en una zona atractiva para el turismo aunque es evidente que no hay ningún tipo de gestión del bien, ni en restaurarlo ni en organizar visitas dirigidas. El Castillo de San Lorenzo lo tiene peor, al estar aislado en plena desembocadura del Rio Chagres y a unos 30 minutos de la ciudad portuaria de Colón, está totalmente abandonado a su suerte y el único indicio de que goza de almenos un pequeño cariño son los carteles explicativos de los hitos y sucesos del monumento.
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La entrada al Castillo es libre y gratuita, tan libre que no hay nadie que vigile o un guía que acompañe al visitante, no existe servicio alguno y el ser humano más cercano es un vecino que ha construido una casita muy humilde en un extremo alejado del acantilado. El acceso por la entrada principal al monumento, un castillo con doble muralla y foso, solo es posible atravesando una pasarela de madera (en la imagen superior) en muy mal estado sobre el foso con una altura de 4 o 5 metros y la sensación de que puede quebrarse ante alguien de peso.
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En el interior del castillo, más allá del estado de conservación de la edificación, es tremendamente preocupante el hecho de que no exista vallado alguno para evitar accidentes ya que casi todo el perímetro del fuerte está sobre un abismal acantilado. Resulta poco recomendable para visitas con niños y menos si son en grupos grandes, un empujón casual o un despiste puede ser fatal en algunas partes del recorrido.
En lo relativo a la edificación, no es visible proyecto alguno de restauración, recuperación o limpieza, quizás hubo alguna actividad hace años pero hoy en día no se ve y dudo que se esté destinando un prespuesto ni para segar los hierbajos que conquistan insolentes los patios de armas, muros y alrededores.
La entrada al Castillo es libre y gratuita, tan libre que no hay nadie que vigile o un guía que acompañe al visitante, no existe servicio alguno y el ser humano más cercano es un vecino que ha construido una casita muy humilde en un extremo alejado del acantilado. El acceso por la entrada principal al monumento, un castillo con doble muralla y foso, solo es posible atravesando una pasarela de madera (en la imagen superior) en muy mal estado sobre el foso con una altura de 4 o 5 metros y la sensación de que puede quebrarse ante alguien de peso.
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En el interior del castillo, más allá del estado de conservación de la edificación, es tremendamente preocupante el hecho de que no exista vallado alguno para evitar accidentes ya que casi todo el perímetro del fuerte está sobre un abismal acantilado. Resulta poco recomendable para visitas con niños y menos si son en grupos grandes, un empujón casual o un despiste puede ser fatal en algunas partes del recorrido.
En lo relativo a la edificación, no es visible proyecto alguno de restauración, recuperación o limpieza, quizás hubo alguna actividad hace años pero hoy en día no se ve y dudo que se esté destinando un prespuesto ni para segar los hierbajos que conquistan insolentes los patios de armas, muros y alrededores.
El Castillo de San Lorenzo el Real de Chagres fue concebido hace 500 años para defender una importante ruta comercial en los albores del periodo colonial en América. Es un testimonio malherido de los avatares de parte importante de la historia de este continente. Ha sobrevivido hasta nuestros días con profundas heridas causadas por tantas contiendas militares y por el inexorable paso del tiempo, pero nos ha llegado vivo.
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La humanidad hoy tiene en sus manos la tecnología y la sensibilidad cultural como para permitir que este bien común perviva durante generaciones, pero parece que todavía nos falta mucho por aprender a apreciar nuestra propia historia. Mientras no le pongamos remedio, el único patrimonio que conservaremos será el del olvido.
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Me dejas sin comentarios, que pena esa desidia.
ResponderEliminarSaludos amigo.