Este sábado fue especial para nuestra familia, después de un año en Panamá recibimos por fin la mudanza de nuestros enseres personales. Cientos de objetos reposaron en silencio en Caracas durante todo este tiempo, muebles, cuadros, cerámicas, libros, juguetes, fotos, electrodomésticos, vajillas, todo bien embalado, metido en cajas... casi olvidado, casi...
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Un año completo sin las referencias de objetos "familiares" que como grupo nos han acompañado y se han ido sumando desde que Selva y yo formamos familia hace ya 10 años. No ha sido ninguna tortura ni siento que hayamos perdido nada, todo lo contrario, personalmente relativicé la importancia de los objetos, el afecto hacia la mayoría de ellos es controlable y no deja de ser una gran lección de vida obviar cualquier referencia material ya que realmente lo único que importa es que los cuatro, mi esposa, mis dos hijos y un servidor, estemos siempre juntos.
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Esa fue la teoria y la práctica durante todo este año hasta que llegó el camión de la mudanza, unas horas de trabajo de hormigas después, bulto a bulto, nos encontrabamos con la casa llena de cajas y objetos cubiertos de cartón y plástico. Selva con la lista de enseres en la mano hizo de directora de operaciones y separaba las cajas más "interesantes" de las "aburridas". Los niños estaban emocionados y nerviosos como si fuera el dia de los Reyes Magos de oriente, sobretodo por la expectativa de recuperar tantos juguetes y libros infantiles.
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Si para los niños la tarde fue única y la noche se alargó por tantas emociones, no había forma de que quisieran ir a la cama, para nosotros también fue emocionante y por nuestras reacciones naturales se demostró que objetos realmente tienen "vida": aquel arcón tailandés que nos acompaña desde el primer día matrimonial, una mesa plegable que heredé de mi abuela Carmen en donde pareciera estar sentada ella tomando el café con leche, mi colección de diapositivas de tantos y tantos viajes, una afición que empecé desde que di una vuelta al mundo en el lejano 1992 que pude publicar en la prensa barcelonesa.
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Cientos de libros de mi biblioteca personal, decenas de ellos que son realmente buenos y que ante tanta variedad no sabía por donde empezar a hojear. Selva emocionada por la colección de revistas de cocina que atesora, sobre todo de la excelente revista catalana Descubrir Cuina y por los álbumes de fotos que siempre ha cuidado como tesoros y que reproducen en imágenes la memoria de todos los años vividos juntos y aquellos de nuestra trayectoria anterior.
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Entre los objetos con "riesgo de integridad física" por aquello de su fragilidad, llegó casi toda la colección de vinos, solo dos botellas quebradas, curiosamente andaluces (un palo cortado y un amontillado viejisimo) y lo más importante, incluido mensaje tranquilizador para mis padres, llegaron en perfecto estado las pinturas, dibujos y cerámicas de la familia, incluidas las esculturas de porcelana del bisabuelo Antoni y los más bellos jarrones de mi abuelo Josep y mi padre.
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Desde mañana todos estos objetos recuperados se acomodarán en el nuevo hogar panameño, no eran indispensables pero ahora que vuelven a estar junto a nosotros atesoro una humana sensación de confort, de historia viva y a la vez museística de nuestras vidas. Para un grupo familiar que desde 2005 hasta hoy ha vivido en tres paises, en tres ciudades como Barcelona, Caracas y Ciudad de Panamá, adaptarse a los nuevos escenarios, aprender de nuevas culturas e incorporar en los afectos a nuevas amistades resulta sencillo, natural.
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Puertas adentro, en la intimidad del hogar y gracias a algunos objetos, pareciera que nada ha cambiado pero a la vez me emociona pensar que vivimos en constante movimiento, un perfecto contraste entre el anhelo por lo nuevo y el respeto por lo que nunca queremos que cambie, ¿será esta una metáfora de lo que siempre ha sido la relación de fuerzas entre la visión progresista y la conservadora que creo que define el equilibrio de mi matrimonio?
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Con detenimiento y cariño he leido Tu articulo, me he visto reflejado en ese momento, aunque debido a mis cambios (San Sebastian, Rioja, Navarra, San Salvador, Caracas) he ido perdiendo parte de mis objetos que todavia añoro y quedandome con una seleccion mas apretada y valorada. Como Tu tengo mi coleccion de diapositivas, solo he salvado dos libros, y tres trofeos fotograficos los mas pequeños. Un daguerrotipo y una foto de mis hijos residentes en San Sebastian. Ir por la vida lo mas descargado posible como recomienda la religion tibetana. El resto como bien dices de tu familia se lleva en el corazon.
ResponderEliminarOriol, me inscribo en los sentimientos que les acompañan. Quienes por razon de la vida profesional militar nos vimos obligados a andar y desandar por esta Venezuela (Selvita, de niña se que tantos recuerdo guarda ) familia siempre adelante, bien comprendemos tus expresiones.
ResponderEliminarImaginamos a Selvita III y Oriol Ferran, aferrados al encuentro con sus juguetes, que los son los de sus recuerdos y de sus sueños.
Nuestras bendiciones y cariños.