Tener la opción de disfrutar de una terraza al aire libre con toldo para cubrirnos del Sol inclemente y ventilación para ganar en bienestar y que esté localizado en plena calle Uruguay es ya de por si más de la mitad del éxito de la propuesta.
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Desde mis primeros pasos en Panamá Habibis ha sido uno de los espacios que frecuento casi semalmente, sobre todo por la tarde cuando deseo trabajar en la laptop fuera de la oficina junto a un trago de buen ron y ver la vida de forma más relajada.
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Es un lugar que al caer la noche es frecuentado por la comunidad extranjera residente en Panamá, un punto de encuentro para empezar una noche con tertulia y amigos y aprovechar la carta para comer libanés sin pretensiones pero, muy importante, sin defectos.
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Para los que van de caza es un sitio de gente "guapa", a esa hora, cuando empieza la noche, todavía se puede ver quien es quien, conversar mirando a los ojos y no gritando al oido y por tanto saber con antelación donde está la trampa y donde la verdad, luego en las discotecas la luz y el licor nos llevarán a engaño.
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En mi caso, ave diurna, acostumbro a pedir un combinado en el que vienen las clásicas cremas de garbanzos y berenjena, el falafel, el hojaldre relleno de queso y pan pita. Cuando hay más hambre amplio la selección con el trio de pinchos de carnes (vacuno, cordero y pollo) sobre cama de vegetales aliñados. Nunca falla, es sabroso, a muy buen precio y perfecto para dias de cerveza fría.
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La relación calidad / precio es muy buena, la comida no es cara y los tragos están en el estandar de la ciudad. La atención de los meseros es muy buena aunque para mi ya son un grupo de amigos después de decenas de visitas y en parte la motivación al constante retorno viene dada por saludar a los amigos y hacer tertulia futbolística.
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A mi, en Habibis, me tratan como un sultán en los cuentos de las mil y una noches.
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Desde mis primeros pasos en Panamá Habibis ha sido uno de los espacios que frecuento casi semalmente, sobre todo por la tarde cuando deseo trabajar en la laptop fuera de la oficina junto a un trago de buen ron y ver la vida de forma más relajada.
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Es un lugar que al caer la noche es frecuentado por la comunidad extranjera residente en Panamá, un punto de encuentro para empezar una noche con tertulia y amigos y aprovechar la carta para comer libanés sin pretensiones pero, muy importante, sin defectos.
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Para los que van de caza es un sitio de gente "guapa", a esa hora, cuando empieza la noche, todavía se puede ver quien es quien, conversar mirando a los ojos y no gritando al oido y por tanto saber con antelación donde está la trampa y donde la verdad, luego en las discotecas la luz y el licor nos llevarán a engaño.
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En mi caso, ave diurna, acostumbro a pedir un combinado en el que vienen las clásicas cremas de garbanzos y berenjena, el falafel, el hojaldre relleno de queso y pan pita. Cuando hay más hambre amplio la selección con el trio de pinchos de carnes (vacuno, cordero y pollo) sobre cama de vegetales aliñados. Nunca falla, es sabroso, a muy buen precio y perfecto para dias de cerveza fría.
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La relación calidad / precio es muy buena, la comida no es cara y los tragos están en el estandar de la ciudad. La atención de los meseros es muy buena aunque para mi ya son un grupo de amigos después de decenas de visitas y en parte la motivación al constante retorno viene dada por saludar a los amigos y hacer tertulia futbolística.
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A mi, en Habibis, me tratan como un sultán en los cuentos de las mil y una noches.
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