En un reciente día festivo panameño, queriamos almorzar en un restaurante a pesar de saber que la mayoría de nuestros favoritos estaban cerrados, circulaba sin rumbo por San Francisco y literalmente caimos frente al Estilo Campo, sin habernos percatado en 3 años que en esa casa existía un restaurante, entramos con la incertidumbre de quien no sabe en que se está metiendo.
Ha pasado poco más de una semana y ya hemos repetido visita, así que pueden imaginar que de la improvisación y el desconocimiento nació una inmediata comodidad y bienestar.
La primera visita fue el tanteo, entre la sugerencias triunfaron rotundamente las butifarras a la brasa (lo que los argentinos llaman chorizo) y el asado de tira sin hueso en los principales acompañados de excelentes patacones y un pan casero enaltecido con el mejor chimichurri que he probado en la ciudad, regado con un excelente carmenere extraido de una completa cava de vinos, inesperada por su variedad.
En la segunda visita, el local a rebosar, domingo en hora punta, nos reciben con hospitalidad, reiteramos los éxitos, añadimos la molleja y ensayamos el bufet de ensaladas. El asado no llega en el término solicitado y sin mala cara nos cambian la carne, ofrecen varias cortesías como disculpa, entre ellas una sangría de campeonato. Recibimos los nuevos asados de tira que colman de satisfacción al grupo. ¿eso es servicio?.
El local quizás está necesitado de cierta actualización pero tampoco desentona con los de su competencia por la presencia de los clásicos elementos alusivos a la pampa, en cuestión de brasas no miro más que la llama y el plato.
El beneficio principal para nuestros intereses es que se aparta de los "dobles propósitos" de otros argentinos (comida de negocios, fomento de tragos, "tentaciones"....) y marca claramente una filosofía casera y de bienvenida a familias, hasta el punto de que solo una semana después, al preguntarle a nuestros hijos donde querían almorzar el domingo, al unísono solicitaron repetir visita.
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