Leonardo Da Vinci en Panamá, la exposición que no pueden perderse

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Ayer domingo a las 9:50 de la mañana acudimos en familia al antiguo edificio del Hospital Santo Tomás situado en la Avenida Balboa. Estaba excitado por esta gran oportunidad de disfrutar de una exposición dedicada a uno de los más grandes genios de la historia de la humanidad, Leonardo Da Vinci.

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Mi mayor temor era encontrar enormes colas de gente tratando de acceder a la muestra, pensando que era el primer domingo desde la inauguración, imaginaba tumultos y que sería incómodo ver las obras, pero sorprendentemente eramos las únicas personas a esa hora. Por un lado esto me dio gran satisfacción como visitante para disfrutar de cada sala en solitario y dedicar el tiempo que nos diera la gana a cada pieza expuesta, pero también me provocó cierta tristeza pensar que hasta el momento no haya generado el interés en la ciudadanía, tratándose, como se trata, de una increible oportunidad de disfrutar en Panamá de una muestra de primer nivel sobre la obra de un genio universal.

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El coste de la entrada es regalado, 10 dólares por adulto, si además vamos en familia, por 25 dólares tenemos acceso dos adultos y dos niños, menos de lo que cuesta la visita familiar a cualquier sesión de cine en la ciudad (incluidas sodas y palomitas). Además, con la entrada familiar, tenemos la oportunidad de repetir visita antes de la clausura el 18 de diciembre.

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La exposición tiene varias salas temáticas que ofrecen un amplio retrato de este genio renacentista cuya vocación fue más allá de las artes plásticas, fue un ejemplo colosal del perfil humanista que creció en la toscana de los Medici, teniendo por encima de todo una curiosidad insaciable que le llevó a plasmar en sus cuadernos, los "codices", una profunda observación de la naturaleza y a partir de ello desarollar centenares de proyectos sobre el papel que resultan hoy sorprendentes por lo avanzado a su tiempo.

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Este ingenio inacabable resulta justamente el eje central de la exposición gracias a un proyecto de colaboración entre científicos, ingenieros técnicos de nuestro tiempo que interpretan y materializan en maquetas a escala real todo lo que Leonardo Da Vinci plasmó en sus cuadernos. Los dibujos detallados que uno observaba en láminas cuando estudiaba historia del arte, de pronto cobran vida en el siglo XXI, así, podemos observar los prototípos que trazaban por primera vez una solución para inventos desarrollados siglos después en aeronatica como paracaidas, planeadores, avioneta, helicoptero, en ciencia militar como el tanque (la imagen superior), la ametralladora, el misil; en automoción como la bicicleta, el pistón, el automóvil; en óptica, como un prototípo de la cámara fotográfica: en urbanismo, medicina y en definitiva, intervenciones en todas aquellas disciplinas de la ciencia y la ingeniería.

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Estas salas son, sin lugar a dudas, el mejor regalo que nos ofrece esta exposición porque hasta hace muy poco, lo que hoy podemos tocar e incluso manipular, eran solo dibujos teóricos y anotaciones ininteligibles de aquellos pequeños codices que compilaban el saber acumulado por aquel hombre. Destaco también las gigantografías dedicadas a los estudios de anatomía, disfrutaran muchísimo los estudiantes y doctores de medicina. También la oportunidad que le dan a los niños y no tan niños de poder jugar y practicar con muchos de los ingenios. Es lo que más disfrutan los pequeños, como meterse en la cámara de los espejos.

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La segunda parte de la exposición entra en la faceta más popular de Da Vinci, las dos pinturas que más han dado que hablar en el mundo, el fresco de la Ultima Cena, cuya fama se ha incrementado en estos años por la novela "El Código Da Vinci" de Dan Brown, y la  pintura más famosa de todos los tiempos, la "Mona Lisa" o "Gioconda", un pequeño óleo protegido por el más grueso cristal que se haya inventado para evitar tentaciones a los visitantes del Louvre de Paris, y que sigue fascinando a la humanidad por la célebre y enigmática sonrisa del retrato.

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En el primer caso podemos ver un video sobre la restauración de la Ultima Cena, un video de poca emoción y menos información de lo esperado, diria que bastante mediocre. En la última sala del hospital, la más grande, todo el espacio se dedica al análisis minucioso de La Mona Lisa, gigantografías que muestran hasta el más pequeño detalle del cuadro, creando un entorno estético que más parece una instalación vanguardista de un artista de periodo del Pop-Art como Andy Warhol que un intento exitoso de divulgación.

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Resultó a mis ojos un intento banal de seguir exagerando el ícono popular por una obra que ya no se juzga desde su perspectiva artística, forma parte de los tópicos de la cultura general de masas, tan vulgar y corriente como Mc Donald's y la Coca Cola. Esta sala en donde se muestran en forma superlativa y casi pornográfica ojos, cejas, narices, labios y la sooooonrisa, no hace otra cosa que acrecentar el ahogo y empacho por esta obra, más que un intento por profundizar en los significados y símbolos, la única invitación es ver la materia ampliada a través de un microscopio. Quizás no hay otra forma, pero esta es superficial.

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Enseñar reproducciones de la obra de un artista siempre resulta ingrato, por lo que exagerar y descodificar puede ser una buena solución, pero en este caso, queda en anécdota y es perdonable después de haber asistido a un gran espectáculo con la increible transformación en realidad de los dibujos encerrados en los codices. Este es el viaje imprescindible que todos los panameños y habitantes de Panamá no deben perderse, es el viaje al talento, a la creatividad, al ingenio, a valor más sublimey difernecial de nuestra especie en relación a todas las que nos acompañan en la vida: la inteligencia.