Se cumplen 6 años de uno de los momentos que jamás se olvidan cuando el vino ocupa las pasiones personales y empeños profesionales, la invitación de Álvaro Palacios a conocer de primera mano su proyecto en el Priorat. Un sueño hecho realidad y un privilegio por como fueron entrelazándose los acontecimientos de un día imborrable.
Fue un día de invierno que con las viñas en reposo y los nuevos vinos empezando su carrera universitaria en la barrica, Álvaro estaba sosegado por uno de esos días en donde no suena el teléfono ni hay urgencias que atender por lo que pudimos disfrutar de sol a sol, primero visitando los viñedos y en especial los dos de mayor renombre: Finca Dofí y L'Ermita, posteriormente en la mesa de cata empezando con Les Terrasses para pasar a una comparativa de 3 añadas del Finca Dofí y culminar a lo grande con una vertical de las últimas 4 añadas de L'Ermita. La jornada culminó con una cena en familia de aquellas que sirven para acabar de comprender a la persona en su más íntimo entorno.
Les muestro un pequeño extracto del texto que hicen en 2009, al final los enlaces a los post que retratan la experiencia.
De su mano recorrí las dos fincas que dan nombre a sus vinos, Finca Dofí y L'Ermita, en este viaje de 25 hectáreas descubro al ser humano, sus ambiciones y obsesiones, el día a día que lo identifica con este pedazo de mundo y como en la búsqueda del conocimiento llega hasta niveles extremos, configurando en mi mente las justificaciones del porqué de su reputación,
Es después de estas horas cuando uno queda impactado por la concentración de millones de pequeños esfuerzos y grandes inversiones que acaban condensados en una botella de vino, en realidad más allá de la apreciación o la crítica que cada uno pueda hacer del producto terminado, más allá de que el precio nos parezca elevado, son objetos que atesoran un volumen de experiencias humanas y de integración y respeto con el medio tan inmeso, casi inabarcable para quien no vive dentro de la mente del propio autor, que solo pueden ser juzgados desde parámetros que van más allá del gusto carnal.
Es vino lo que descubrimos en cada botella, si lo es, claro que sí, pero es el vino del Ermitaño del Priorat y para entenderlo en toda su magnitud hay que comprender su causa y eso es lo que lo convierte en místico y es entonces cuando los puntajes de las guías y los reconocimientos de las voces autorizadas, los premios acumulados y los focos mediáticos son solo una sombra de la verdad, un llamativo apunte del natural que en manos interesadas son las formas en las que el arte se funde con el negocio.
Arte y artistas necesitaron siempre de mecenas y de un público que permitiera al artista continuar con su obra, cuando se apagan los focos del show, el artista regresa a su estudio y es en ese quehacer cotidiano, donde se mancha las manos con cada una de sus pinceladas, cuando sigue construyendo de forma visionaria y valiente los sueños con la plena conciencia de existir, es en esta lograda intimidad donde realmente ocurre la vida.
Primera Parte: Alvaro Palacios, el Ermitaño del Priorat
Segunda Parte: Alvaro Palacios, la Tierra, la Música y el Artista
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