La viña del Señor, a mediados de junio, una noche de sábado después de las catas de Jesús Flores en el Embassy Suites. Humberto Medina, un norteamericano apasionado por el vino como pocos proponia una cata a ciegas con botellas que él habia traido desde los USA. El año pasado nos conocimos en el mismo lugar, y en un contrapunteo apasionante, consigo "vencer" con "mi" Gran Claustro Tinto de Castillo Perelada.
Con las botellas tapadas con papel oscuro empieza el juego, un par de californianos, el cabo de hornos y un cuarto misterioso que me atrapa... me quedé absolutamente absorto, fuera del mundo, soñando con esa nariz rebuscada... mi alma parecía salir del cuerpo como en un viaje astral... no era una cuestión de fruta, no importaba nada más que un profundo aroma a teclas de un piano de cola usado, tocado mil veces por las manos sabias de mi abuela pianista... un auténtico pasaporte a los recuerdos que arrastró mis sentimientos... era un Barolo, uno artesanal, traido por Humbeto de su último viaje por Italia, pregunté el nombre repetidas veces y no consigo recordarlo porque no atendía al mundanal ruido.
El quinto vino escondido fue puesto malintencionadamente a mi lado, me dijo que lo probara y yo no quería apartar la nariz de la cuarta copa... insistió tanto que en un acto mecánico giré la cara, agarré la quinta copa rapidamene, lo probé y regresé al Barolo como si fuera la irrechazable manzana de Eva.
Me preguntó al rato si me habia gustado la quinta copa y le dije que no me habia llamado la atención, que era previsible... su respuesta fue: "pues acabas de despreciar tu Gran Claustro".... Si eso era una revancha del año anterior, sin duda me habia vencido, y conociendolo, preparo su actuacion a conciencia.
Sabía que por nariz tengo un baúl de los recuerdos y puso ante mi uno de los pasajes más preciados. Sin duda, la más dulce de las derrotas !!!!!!!
Con las botellas tapadas con papel oscuro empieza el juego, un par de californianos, el cabo de hornos y un cuarto misterioso que me atrapa... me quedé absolutamente absorto, fuera del mundo, soñando con esa nariz rebuscada... mi alma parecía salir del cuerpo como en un viaje astral... no era una cuestión de fruta, no importaba nada más que un profundo aroma a teclas de un piano de cola usado, tocado mil veces por las manos sabias de mi abuela pianista... un auténtico pasaporte a los recuerdos que arrastró mis sentimientos... era un Barolo, uno artesanal, traido por Humbeto de su último viaje por Italia, pregunté el nombre repetidas veces y no consigo recordarlo porque no atendía al mundanal ruido.
El quinto vino escondido fue puesto malintencionadamente a mi lado, me dijo que lo probara y yo no quería apartar la nariz de la cuarta copa... insistió tanto que en un acto mecánico giré la cara, agarré la quinta copa rapidamene, lo probé y regresé al Barolo como si fuera la irrechazable manzana de Eva.
Me preguntó al rato si me habia gustado la quinta copa y le dije que no me habia llamado la atención, que era previsible... su respuesta fue: "pues acabas de despreciar tu Gran Claustro".... Si eso era una revancha del año anterior, sin duda me habia vencido, y conociendolo, preparo su actuacion a conciencia.
Sabía que por nariz tengo un baúl de los recuerdos y puso ante mi uno de los pasajes más preciados. Sin duda, la más dulce de las derrotas !!!!!!!
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