Hace tiempo me contaron la fabusola historia de un compatriota catalán de apellido Segarra, una vida digna para una novela. Entre otras cosas fue el propietario de este restaurante que ahora regenta otro compatriota, en este caso originario del País Vasco.
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Es un lugar extraño pero a la vez atractivo, posiblemente fruto de las extravagancias y peculiaridades del tal Segarra, Se nota que tuvo su periodo de gloria y sus muros podrían contar muchos secretos que ocurrieron ahí. El nuevo propietario no se ha dormido en lo laureles y se nota que le ha puesto cariño y esfuerzo para que al visitarlo superemos el gran handicap que tiene: su inusual ubicación.
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El "Rincón" se encuentra al final del destartalado pueblo de Veracruz, luego de atravesar la costa tenemos que cruzar un pueblo que no presenta una cara amable, por fin, al final del camino aparece este restaurante con unas instalaciones preciosas, tanto en su interior como en el jardín. No es un destino que los panameños recomienden por una mala fama de inseguridad en la zona, algo que personalmente no he experimentado.
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Probablemente esto resta atractivos para muchos, pero no para nosotros. Nos hemos acercado en cuatro ocasiones en el último año. Para los niños es divertido porque tiene una casita de madera sobre un árbol que es una preciosidad y les permite jugar a ser Tom Sawyer. Además un par de camas elásticas para que aprendan a volar sin riesgo de caidas ya que están protegidas por una malla exterior.
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Mientras ellos saltan, nosotros tenemos la mente puesta en un solo principal: la fideuá de mariscos. La hacen a conciencia, fumé de cangrejo incluido. Es lo que nos hace regresar.
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Buena relación calidad / precio, la carta de vinos es simple y no le dan la importancia que nos gustaría, pero eso no nos obesiona, nos ofrece otras cosas que apreciamos, una de ellas el retorno a casa con la estampa de un bello atardecer en esta costa con el horizonte trufado de islas con Taboga al fondo.
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Es un lugar extraño pero a la vez atractivo, posiblemente fruto de las extravagancias y peculiaridades del tal Segarra, Se nota que tuvo su periodo de gloria y sus muros podrían contar muchos secretos que ocurrieron ahí. El nuevo propietario no se ha dormido en lo laureles y se nota que le ha puesto cariño y esfuerzo para que al visitarlo superemos el gran handicap que tiene: su inusual ubicación.
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El "Rincón" se encuentra al final del destartalado pueblo de Veracruz, luego de atravesar la costa tenemos que cruzar un pueblo que no presenta una cara amable, por fin, al final del camino aparece este restaurante con unas instalaciones preciosas, tanto en su interior como en el jardín. No es un destino que los panameños recomienden por una mala fama de inseguridad en la zona, algo que personalmente no he experimentado.
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Probablemente esto resta atractivos para muchos, pero no para nosotros. Nos hemos acercado en cuatro ocasiones en el último año. Para los niños es divertido porque tiene una casita de madera sobre un árbol que es una preciosidad y les permite jugar a ser Tom Sawyer. Además un par de camas elásticas para que aprendan a volar sin riesgo de caidas ya que están protegidas por una malla exterior.
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Mientras ellos saltan, nosotros tenemos la mente puesta en un solo principal: la fideuá de mariscos. La hacen a conciencia, fumé de cangrejo incluido. Es lo que nos hace regresar.
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Buena relación calidad / precio, la carta de vinos es simple y no le dan la importancia que nos gustaría, pero eso no nos obesiona, nos ofrece otras cosas que apreciamos, una de ellas el retorno a casa con la estampa de un bello atardecer en esta costa con el horizonte trufado de islas con Taboga al fondo.
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