confieso que a mi tienen que llevarme atado a comer una pizza, si no fuera porque a los niños les encanta, no es una de mis preferencias gastronómicas ya que me "aburro" cuando aparece una masa extendida y horneada con unos ingredientes encima y debo comerla de principio a fin. A mi me gusta el primer octavo, me satisface el paladar, el segundo octavo es una reiteración todavía aceptable pero al tercero me cansa seguir insistiendo en el mismo sabor.
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La solución pareciera que es compartir con la pizza del vecino para que sea más divertido, pero el problemas es que no hay demasiada diferencia entre una u otra ya que el tomate y el queso mozzarela está presente en casi todas, de modo que me aburro rapidamente y no tengo paciencia para esperar a que los demás sigan comiendo.
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Pero como en toda norma hay una excepción, en la pizzeria Caffe per Due en el casco antiguo me pasó algo singular: me la comí entera y lo logré sin mucho esfuerzo, pedí peperoncini y aceite de oliva para modificar el sabor a mi antojo, más o menos picante, más o menos aceitosa... y en un abrir y cerrar de ojos no había pizza en el plato...
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Para celebrarlo me tomé dos cafés, la verdad es que el italiano sabe hacerlo, y además es una persona muy agradable que invita a querer ser su amigo, quizás por lo bueno de la tertulia con él me comí toda la pizza...
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¿o será porque realmente las hace muy buenas?
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La solución pareciera que es compartir con la pizza del vecino para que sea más divertido, pero el problemas es que no hay demasiada diferencia entre una u otra ya que el tomate y el queso mozzarela está presente en casi todas, de modo que me aburro rapidamente y no tengo paciencia para esperar a que los demás sigan comiendo.
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Pero como en toda norma hay una excepción, en la pizzeria Caffe per Due en el casco antiguo me pasó algo singular: me la comí entera y lo logré sin mucho esfuerzo, pedí peperoncini y aceite de oliva para modificar el sabor a mi antojo, más o menos picante, más o menos aceitosa... y en un abrir y cerrar de ojos no había pizza en el plato...
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Para celebrarlo me tomé dos cafés, la verdad es que el italiano sabe hacerlo, y además es una persona muy agradable que invita a querer ser su amigo, quizás por lo bueno de la tertulia con él me comí toda la pizza...
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¿o será porque realmente las hace muy buenas?
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