Lograr reunir 6 toros en la plaza panameña es una misión titánica, la reputada región vinícola zamorana no tiene todavía aficionados como para llenar un coso taurino como los "miuras" riojanos o los astados tintos de la Ribera del Duero Por el escaso conocimiento que aquí se tiene de la Denominación de Origen Toro y por tanto su relativo poder comercial somos pocos los distribuidores que importamos el vino de Toro en Panamá.
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Gobindjit Sigh, joven coleccionista de vinos, uno de los más apasionados del país y ampliamente conocido por todos los importadores de Panamá, lanzó hace pocos días un reto complejo: lograr reunir en una mesa de cata un elenco representativo de los vinos de la región, para ello contaba con nuestro apoyo ya que somos "líderes" en lo que a vinos "raros" se refiere y tenemos en catálogo dos vinos de toro, uno joven y asequible a todos los bolsillos, el Auroch, y otro de altos vuelos como es Alinde. En la plaza también se consigue el famoso hijo de Vega Sicilia exiliado en Zamora, el Pintia. De modo que ya teniamos 3 ejemplares para empezar el juego.
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Los otros 3 llegaron por caminos mucho menos habituales, en maleta aerea, aquel esfuerzo titánico del coleccionista por lograr lo que no tiene en la tienda de la esquina y que viene de algún punto alejado de la aldea global a precio hinchado por el sudor, las aduanas antipáticas y la confianza en un lazarillo de tormes al que solo conocemos por emaill.
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Por estos caminos alternativos, se unieron a la fiesta taurina tres de los grandes espadas que marcan tendencia y reputación de esta región resucitada a base de puntos Parker y paladares entendidos: San Roman, Numanthia en su versión Termes y Elias Mora con el adjetivo "Gran", aparecieron en escena para desnudarse con los demás en el decanter de la verdad.
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El formato del encuentro era poner a competir en la copa a los 6 toros con los ojos cerrados, es decir, sin información previa para ninguno de los asistentes. Los anfitriones para la ocasión fueron la familia Barreiro, Ramón padre e hijo nos invitaban a inaugurar con esta cata la nueva cava de vinos del restaurante El Bodegón Panamá, uno de principales templos de la gastronomía española en estas latitudes tropicales y que lo bordan en cuestión de cochinillos y lechones castellanos, un "rien va plus" para una tarde de vinos zamoranos.
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8 invitados fanáticos, 6 vinos y un encuentro sin límites horarios para discutir abiertamente sobre lo que nos ofrecía cada copa y comprender que en cuestión de toro, los hay todavía "bravos", apreciados por su genética, aquella que habla de potencia alcohólica y carácter rústico, de ese grupo nos llamó la atención el Gran Elias Mora, pero también destacaron dos por su elevada identificación con lo que denominamos influencia bordelesa en lo que a profundidad y elegancia se refiere, a ciegas uno imaginaba que podían ser los grandes apellidos de fama mundial afincados en Toro pero fue una sorpresa ver que se trataba de un imperial San Román que evolucionó y evolucionó hasta bien entrada la noche ofreciéndonos mil caras, todas interesantes. El segundo a bordo en este estilo fue nuestro querido Alinde que aguantó con honores un combate de pesos pesados.
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La gran decepción de la tarde fue el primero de la serie, lo llamamos el vino "trampa", aquel que marca la línea de flotación en la cata, el punto de partida en los mínimos de calidad que aspiramos encontrar. Fue descubrir la botella para comprobar que en un combate a ciegas no cuenta la reputación o la sugestión de una etiqueta, en estos juegos saltan verdades en la mesa cuando las reacciones son unánimes y en esta ocasión el más parkerizado de toda la ganadería toresana no pudo defenderse de forma "numantina" a la comparativa de olfatos y gustos entre el resto de sus congéneres. Auroch, destinado a ser el vino "trampa" por su precio solidario y perfil de vino para el consumo diario, soportó el combate aunque le faltaba armadura de roble, saltaba a la vista su perfil juvenil.
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El último de la colección, apadrinado por la vega más famosa de la colindante Ribera del Duero, se presentó en la plaza corto de piernas y sin el porte elegante que por casta todos le suponemos, se dejó clavar el par de banderillas sin protestar y aunque mejoró en el último tercio salió del coso sin cortar oreja. Los pasodobles y olés, las orejas y el rabo se cortaron en la mitad de la faena, entre el segundo y el cuarto de la tarde. Cada uno de los que asistimos tendrá su orden de preferencias pero pareciera indiscutible que ayer salieron a hombros el Gran Elias Mora por su brava expresión del terroir toresano, San Román por una indiscutible maestría enológica que lo convierte en gran vino venga de donde venga y Alinde balanceado entre ambos conceptos, tierra y bodega.
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ya estamos pensando en el siguiente combate, lograr reunir a otros 6 que nos enseñen la personalidad de otro rincón del vino en el mundo. Esperamos que en la siguiente pueda sentarse en el foro el amigo Álvaro Perrino. La faena de ayer, "Va por usted, Maestro"
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