No hace tantos años en la ciudad de Barcelona y en tantos pueblos y ciudades del país los trabajadores municipales visitaban las casas antes de la navidad para entregar una postal y recibir un aguinaldo de los ciudadanos. Policías, bomberos, barrenderos, basureros y faroleros. El caso más especial era el de los Guardias urbanos que gestionaban el tráfico en las calles del centro de la ciudad antes de que proliferaran los semáforos.
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Los ciudadanos eran sensibles a tan sacrificada labor y los agentes resultaban agasajados con aguinaldos y regalos que mostraban con orgullo en el mismo puesto de trabajo. Una profesión perdida, una tradición olvidada con el paso del tiempo, pero un símbolo de solidaridad entre vecinos. Cambian los tiempos, permanece el espíritu de estas fechas tan señaladas, sigue la navidad.
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