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El 15 de febrero de 2007, hace exactamente 4 años, escribí un cuento relativo a un encuentro en 2035 entre los octogenarios Adrià y Santamaría en el Bar Pinotxo del mercado de la Boquería de Barcelona. Enfrentados de por vida tenían una última oportunidad de reconciliación y el mejor mediador. Con la desgraciada noticia del fallecimiento de Santi Santamaria, esta historia imaginaria jamás podrá convertirse en realidad.
El 15 de febrero de 2007, hace exactamente 4 años, escribí un cuento relativo a un encuentro en 2035 entre los octogenarios Adrià y Santamaría en el Bar Pinotxo del mercado de la Boquería de Barcelona. Enfrentados de por vida tenían una última oportunidad de reconciliación y el mejor mediador. Con la desgraciada noticia del fallecimiento de Santi Santamaria, esta historia imaginaria jamás podrá convertirse en realidad.
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Santi y Ferran eran antagónicos pero para los que amamos la gastronomía catalana eran complementarios ya que representan en su eterna disputa el necesario Ying Yang que permite creación, reflexión, crecimiento y desarrollo. Con la prematura desaparición del chef de Sant Celoni se abre un periodo nuevo e inédito que marcará el futuro de la culinaria de vanguardia catalana y española, ¿Quien tomará la batuta de Santi para posicionarse en la defensa de los valores tradicionales como contrapeso de la visión rupturista de Adrià y tantos jóvenes cocineros que siguen su estela?. Al final, como en todo lo importante, los vaivenes de la balanza nos permiten entender que la verdad debe residir en el equilibrio.
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Os invito a la lectura de este cuento imposible:
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Santi era un niño corpulento, en la adolescencia los amigos le llamaban "el vacota" en su pueblito de montaña del corazón de Catalunya, él se enfadaba y los perseguía por la plaza mientras los demás se reian y corrían por todos lados repitiendo la burla. Tuvo una infancia acomodada en el seno de una buena familia de la pujante clase media catalana.
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Se casó muy joven y rapidamente asumió el rol de heredero en el negocio familiar de toda la vida haciendo tan bien su trabajo que pronto lideró la empresa y aportó nuevos aires. Con el paso de los años el negocio creció y consiguió una gran popularidad y reconomiciento más allá del pueblo, incluso se convirtió en una persona famosa y respetada en el mundo ya que su actividad profesional adquirió transcendencia en la sociedad. Era un hombre conservador que amaba las tradiciones seculares del pueblo y como buen catalán del interior votaba a la derecha nacionalista moderada.
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Ferran nació en los suburbios de Barcelona, hijo de inmigrantes del sur de España que a mediados de los cincuenta fueron a buscar oportunidades y una mejor vida en el cinturón industrial de la capital catalana. Las condiciones de vida de su familia fueron precarias y poco a poco consiguieron mejorar su posición en la clase obrera. Ferran vivió una infancia de pandillas y juegos en la calle mientras el país vivia el ocaso de la dictadura y empezaban las luchas sindicales que tanto convulsionaron a las ciudades obreras del Llobregat.
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Para nuestro amigo la imaginación era su mejor viaje y supo aprovechar las oportunidades que la vida le presentó para empezar a adivinar una profesión que le gustara... viajó, salio de los suburbios para conocer el mundo más allá de los conflictos sociales y las chimeneas de las fábricas. Todo en su vida parecía fruto de la casualidad y la buena estrella, supo aprovechar cada oportunidad hasta que un empresario confió en él para dirigir la producción de su negocio. Desde el principio aportó una visión revolucionaria que impactó en el mercado y entre todos sus colegas y con el paso de los años se convirtió en la mayor celebridad de su profesión.
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Santi y Ferran compartian la misma profesión y ambos eran los estandartes más representativos de su tierra. Entendían su trabajo con visiones muy distintas e incluso incompatibles: uno abanderaba el regreso a la perfección de la tradición y el otro abogada por liberar cualquier atadura con el pasado para renovar por completo los cánones establecidos. Para sus clientes y admiradores no resultaban incompatibles sinó complementarios... pero entre ellos existía una rivalidad que llegó a los extremos de enemistad.
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Me contaron que dias antes del carnaval de 2035, cuando ambos ya estaban retirados y lucian canas y calvas, preciosos nietos e hijos que seguian al frente de sus prósperos negocios, Ferrán se levantó muy tremprano para salir a tomar el sol en la playa de Barcelona, una hora después se dirigió al mercado de la Boquería para desayunar en el Bar Pinotxo, el histrionico mesonero del mercado rondaba los cien años y seguía cantando con el mismo humor y energía los platillos y tapas.
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Ferràn se sentó en su esquina de siempre y saludó afectuosamente a Pinotxo, se conocían de toda la vida, el viejo abrió los ojos y movió la cabeza hacia la derecha para que Ferràn se percatara de quien estaba sentado tres taburetes más allá. Santi estaba comiendo unos chipirones con guisantes, el médico le había prohibido los excesos ya que andaba muy delicado de salud y no conseguia rebajar peso, pero como no podía evitar disfrutar de un buen desayuno se escapaba del pueblo sin decir nada a la familia. Ferran lo miró, pensó en saludarlo pero desistió... con los años las malas pulgas aumentan y no quería que el desayuno se le atragantara con una discusión.
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El Pinotxo, quedó un instante pensativo, los miró a ambos, pensó que esos dos viejos tenían en común algo: les encantaban los pies de cerdo con setas que él preparaba desde hacía 60 años. Se acercó a Santi y le puso un plato, hizo lo mismo con Ferrán... y con su estilo peculiar espetó: "¡¡¡¡¡¡ Estuuus peuuuus de porc son un regaluuuuuuuuuu de la casaaaaaaaaaaa !!!!". Ambos levantaron la mirada y a la vez gritaron "Gràsssssiesss pinoooochuuuuu".
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Los dos viejos se miraron y empezaron a reir a carcajadas... el Pinotxo aprovechó para salir de la barra y agarrandolos por el brazo los acercó.... "vinga nois, una abraçada por los vieeejos tiempos !!!!!" los dos octogenarios dejaron los bastones a un lado y se abrazaron un buen rato... cullooooooooons, cullons, decia Santi lleno de emoción, cooooño, coooño espetaba Ferrán con lágrimas en los ojos.
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Ese día de invierno los dos hombres, viejos y anónimos para los paseantes de Las Ramblas, pasearon juntos hasta el puerto, el sol era muy agradable y se sentaron en un banco frente al mar Mediterraneo, charlaron de los viejos tiempos y se enseñaron las fotos de los nietos.
Me cuenta un amigo que ahora cada mañana se encuentran en un club de ancianos para jugar al Dominó y ver los partidos del Barça, el equipo va muy bien y ahora la estrella es el hijo de un tal Ronaldinho Gaucho que se llama Ronaldinhito O'Catalao.
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