El patrimonio histórico y la bipolaridad del Gobierno de Panamá

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En la Prensa panameña de hoy comparten protagonismo 2 noticias vinculadas al patrimonio histórico: la recuperación del Fuerte Sherman en el Caribe para usos turísticos, y la amenaza cada vez más real de que construyan una autopista (la extensión de la denominada Cinta Costera) con rellenos sobre la costa que bordea el casco antiguo de Panamá destruyendo el paisaje del enclave patrimonial más importante del país.

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El primer caso merece un aplauso, conocía de antemano el trabajo serio de consultoría del grupo de arquitectos catalanes C4T especializado en recursos turísticos y culturales. Como he paseado en varias oportunidades por las instalaciones vetustas del Fuerte Sherman, a simple vista destaca el potencial turístico de la zona y era necesaria una rehabilitación, además el Fuerte Sherman ocupa un enclave estratégico como puerta de acceso al Parque Nacional San Lorenzo que culmina en las ruinas del fuerte de San Lorenzo del Chagres situado en un espectacular enclave natural, un acantilado sobre la desembocadura del Río Chagres, resultado uno de los más bellos parajes de Panamá.

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Pareciera por tanto que el futuro le depara buenas noticias a los recursos turisticos y culturales de la Costa de Colón, posiblemente resulte beneficioso para la "joya de la corona", las ruinas del fuerte colonial que defendía el tránsito comercial en la desembocadura del Río Chagres, actualmente muy maltrecho y abandonado, a pesar de que forma parte de las ruinas declaradas como Patrimonio de la humanidad por la UNESCO.

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Este proyecto tiene además el valor añadido de la construcción de un puente sobre el Canal de Panamá en su vertiente caribeña que permitiría recortar el tiempo de viaje hasta el Fuerte Sherman y las ruinas de San Lorenzo. El presupuesto del puente proyectado es de 280 millones de dólares.

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El segundo caso que presenta hoy el diario es la paulatina confirmación de lo que podríamos calificar como un asesinato patrimonial con premeditación, alevosía y nocturnidad que, si nada o nadie lo impide, cometerá el actual gobierno de la República contra el bien histórico de mayor relevancia de toda la nación, el Casco Antiguo.

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Desde hace meses está anunciada la extensión de la "Cinta Costera", la vía rápida de la capital sobre la Bahia de Panamá, resultado de la ampliación de la Avenida Balboa con rellenos de tierra sobre el mar que dobló la capacidad de paños o carriles de circulación de vehículos y aportó a la ciudadanía un paseo peatonal frente al Pacífico. Ahora la prentensión es extender la vía rápida por la costa hasta el Puente de las Américas del Canal de Panamá y los terrenos del antiguo Fuerte de Amador norteaméricano donde está planificada la construcción del nuevo centro de convenciones de la ciudad.

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El problema principal es un incómodo "obstáculo" a la mitad del recorrido, el Casco Antiguo de la Ciudad de Panamá, enclavado en un apéndice rocoso natural que se adentra en el océano como si fuera una carabela zarpando de puerto. Declarado Patrimonio de la humanidad por su innegable valor histórico, cultural y arquitectónico, en los últimos años el barrio ha resucitado del abandono y hoy en día su rehabilitación es un ejemplo para todo el mundo, siendo el principal recurso turístico de todo el país en lo que a valores culturales se refiere.

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Los ideólogos de este gobierno informaron incialmente que se barajaban distintas opciones para culminar la vía rápida por el frente marítimo a su paso por el casco antiguo, entre ellas tuvieron el atrevimiento de sugerir que la vía podía rodear el casco por la costa ya que resultaba la opción más barata, siendo el único handicap la destrucción del paisaje fundamental que dota al casco antiguo de una singularidad y belleza inconmensurable.

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Fueron pasando las semanas y se insitía en esta opción como una de las que estaban en estudio, provocando unicamente protestas en pequeños grupos de escaso poder político y social como la Asociación de vecinos del casco antiguo por lo que era de temer que ante la escasa oposición del pueblo panameño, más pendientes de reclamos de índole más crematístico que de alzarse por agravios espirituales, se envalentonaran los inquilinos de la presidencia de la República y lanzaran a la opinión pública el penúltimo dardo envenenado antes del ataque frontal.

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Esta "Crónica de una muerte anunciada" pareciera que está llegando al capítulo final, según la prensa el gobierno ha entregado a la empresa designada para el proyecto la órden para proceder al inicio de los trabajos sin especificar tacitamente la "solución" elegida para salvar el "obstáculo" del Casco Antiguo, en unos días miembros del gobierno se reuniran en la sede de la UNESCO para justificar el proyecto y no perder la categoría de Patrimonio de la humanidad del Casco. Además en rueda de prensa, el Ministro de Obras Publicas defendió las bondades del rodeo por el casco argumentando un ahorro de 160 millones de dólares.

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Por consiguiente es inevitable creer que cada día está más cerca de materializarse una agresión salvaje contra la historia de Panamá, un ataque frontal contra las pocas piedras que hablan de sus raices como nación. Este es un país pequeño en superficie y habitantes pero con una enorme riqueza en recursos naturales hasta el punto de que los constantes abusos en este medio quedan disimulados por la vasta extensión de costas y bosques, pero teniendo, como tiene, tan escasos ejemplos monumentales de relevancia, el atentado contra los mismos es una muestra radical de descaro, impunidad, falta de sensibilidad, cultura y respeto hacia la nación que durante un lustro gobiernan por mandato del pueblo.

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Para un país que recién incia su segundo siglo de vida republicana y está en plena consolidación de sus signos de identidad nacional, la destrucción sistemática de su patrimonio natural e histórico se me antoja un sacrificio enorme que solo puede llevar a la pobreza de espíritu y a una excesiva idolatría del materialismo. Así no se construye la patria, solo se expresa una modernidad mal digerida propia de los nuevos ricos.

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PD: Si tanto preocupa el ahorro de 160 millones de dólares, quizás puedan rebajarlos del presupuesto de 280 millones del nuevo puente sobre el Canal de Panamá en Colón, un megaproyecto para dar servicio a un flujo de tráfico tan pequeño que se ha solventado hasta el momento con barcazas cuando las compuertas de las esclusas de Gatun están abiertas. Estoy seguro que por 120 "milloncitos" de dólares pueden hacer un puente decente y salvar el casco antiguo de Panamá. Hay talento para esto y para mucho más!!!!!