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"El Valle", como así lo llaman en Panamá, dando por entendido de que valle se trata, está situado a poco más de hora y media de Ciudad de Panamá por la autopista panamericana y lo encontramos después de una ascensión por una carretera serpenteante que en unos 30 minutos nos sitúa a 600 metros sobre el nivel del mar.
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Junto a las playas y urbanizaciones de Coronado y alrededores en esta parte de la costa del Pacífico, el Valle de Antón es el otro destino favorito para los fines de semana de los capitalinos. En la base de un gigantesco cráter volcánico se desarrolla un urbanismo campestre de gran categoría en donde la huella humana se adapta a una naturaleza de alta montaña de belleza armoniosa.
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Los calores y el estres de la vida metropolitana quedan olvidados en este fértil paraje natural, en este valle domina el silencio solo quebrado por el reclamo de las aves, el discurrir de las aguas en cientos de riachuelos y saltos de agua, y el sonido que las ruedas de bicicleta o cascos de caballos imprimen sobre el asfalto y grava. Todo es tranquilo en este rincón privilegiado, hasta los lugareños parecen ser de otro planeta, con una cordialidad y voluntad de servicio que dificilmente observamos en la capital.
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Para muchas familias de apellido y solvencia económica es lugar de segunda residencia con propiedades bien adaptadas al entorno natural, dominan las vistas a las montañas que rodean el cráter y en el propio valle el urbanismo es integrador hasta el punto en que domina la exuberancia del verde. Los atractivos para el que lo visita por primera vez son numerosos y siempre asociados al contacto con la naturaleza: chorros de agua, senderos por los bosques, ascensiones a sus principales cumbres para divisar desde estas atalayas el antiguo cráter en toda su extensión, que según lo leido es uno de los tres más grandes del mundo.
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El Valle es un verdadero canto a la opulencia natural y en unas condiciones térmicas inigualables ya que parece un milagro que a tan poca distancia de una de las capitales más insoportables del planeta -en lo que a calor y humedad tropical se refiere- exista la temperatura perfecta: agradable calor durante el día y un frío balsámico y restaurador al caer la noche, el no va más!!!
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No podemos obviar, sobre todo si viajamos con niños, la imperativa visita al zoológico y jardín botánico El Níspero con un precioso y cómodo sendero para observar una amplia selección de la fauna y flora de la región, entre las que destaca el centro de observación de ranas y la reina de todos los anfibios que habitan en Panamá, la endémica y amenzada Rana Dorada. Actividades a caballo, canopy, baños termales o de barro rejuvenecedor, mercado de frutas y verduras de la zona y artesanía, y también buena oferta de alojamiento en hoteles campestres muy acogedores y gastronomía de gran mérito como La Casa de Lourdes, complementan una oferta de ocio y descanso de gran valor.
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Desde ahora El Valle formará parte de nuestra agenda de ocio, sin duda la visita es una receta para recargar una buena dosis de calidad de vida y lo mejor de todo es que no necesita prescripción médica, ¿verdad Doctor Fábrega?.
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