Desde la primera visita tuve intuición de que estaba ante algo más que un restaurante, por la magnitud de su gastronomía pero también por un intangible que modifica nuestro comportamiento para pasar de lo “casuale” a lo perpetuo.
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Así ha sido, no pasa más de una semana en la frecuencia de visita porque en pocos lugares me hacen sentir tan bien, como invitado en la mesa de tu mejor amigo. He demorado en esta crónica buscando un balance de objetividad ante la contundencia de tantos méritos acumulados porque parto de la base de que la perfección no existe, existen los perfeccionistas y ahí es donde se sitúa sin contemplaciones y con enorme personalidad y talento el argentino Fabrizio Torcidia, confieso sin tapujos mi devoción.
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Quizás es el nombre del restaurante no retrata sus acontecimientos internos, aquí no hay improvisación ni desorden, existe un plan perfecto que se desempeña a diario gracias a una dirección de orquesta impecable, llena de compromiso y voluntad de servicio. Sin escusas ni auto complacencia puertas adentro. En la sala no se adivinan las tramoyas de este teatro de ensueño, es ahí donde todo parece “Casuale” y el chef, cual prestidigitador nos conmueve de nuevo cada noche con un nuevo truco, en la carta o en la copa de vino, y lo más interesante es que aún no vislumbramos el techo.
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En clave futbolística, el chef es capaz de de fundirse a la vez en Carlitos Tévez y Lio Messi, el primero para que desde la cocina luche sin desmayo para robarle el balón a los mediocres y mandar un centro preciso al área de mesa. El segundo, genial, para recoger el pase de la muerte y clavar un gol exquisito en las redes del paladar. A veces un gol con filigrana cítrica como aquel risotto de langostinos con gorgonzola. En otros partidos, gambetea a tres rivales y la coloca de certero disparo en la escuadra de la gula como con las almejas al ajillo.
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Resuelve la final de “Champions” sorteando todas las brasas para terminar superando al arquero con una sutil vaselina caramelizada y crocante en forma de cordero patagónico. El resultado siempre es el mismo: Gol y victoria, nosotros como fanaticada solo tenemos motivos para la celebración y pagamos con sumo placer la entrada en primera fila a este estadio del gusto.
Gracias ORIOL, por tu fina pluma y tus informaciones amenas de esa tierra que te ha recibido con los brazos abiertos.
ResponderEliminarEspero conocerte pronto.