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Ron Diplomático: "El otro líder venezolano" por Hugo Sabogal


Cuando uno entra o sale del aeropuerto Simón Bolívar, de Maiquetía, no puede ignorarlo. En el inmenso Duty Free del muelle internacional, o en las mejores tiendas, bares y restaurantes de Caracas, su figura compite con la del principal inquilino del palacio de Miraflores. La diferencia es que no levanta la mano ni señala con el dedo. Es un hidalgo pleno de compostura.
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Su pelo y su barba, del color blanco nieve, infunden respeto, pero no lejanía. Estar en su compañía nunca genera angustia ni desazón. Por el contrario: propicia momentos gratos y apacibles.

Aunque no ha ganado ninguna elección popular ni encabezado marchas por la Avenida Bolívar -como sí lo han hecho, recientemente, los "rojos" y sus opositores-, este sereno personaje gana cada vez más adeptos, dentro y fuera de su país. Incluso, ya se asoma en Colombia, pero, eso sí, muy lejos de la Casa de Nariño.
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Este otro líder venezolano es el Ron Diplomático, producido por Destilerías Unidas, una compañía local adquirida a Diageo por inversionistas venezolanos, en noviembre de 2002. Su cabeza visible es el atento y reflexivo José R. Ballesteros, actual presidente de la compañía y motor detrás del éxito de Ron Diplomático.
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Descubrí este elíxir en mis ires y venires a Caracas, para actividades profesionales, en nada comprometidas con mediaciones. Me habían hablado de sus embrujos algunos "panas" del país vecino, que encontraban en él un producto distintivo, elaborado con profesionalismo y conciencia social. Empecé con una botella de Diplomático Oro y luego escalé hacia Diplomático Reserva y Diplomático Reserva Exclusiva. Como todo buen líder que se respete, me atrapó con sus "argumentos", enrolándome de manera permanente en sus filas.
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El Oro (Diplomático Añejo), una mezcla de rones añejos de siete años, transmite un bouquet suave, con recuerdos a fruta y madera; el Reserva, considerado uno de los mejores de su categoría, se elabora con rones añejos de ocho años, transmitiendo sabores frutados, pero envueltos en esencias de vainilla y rumores a roble; y el Reserva Exclusiva, hecho con rones añejos de 12 años, es un destilado que cautiva con su color ámbar, su cuerpo firme y su extraordinario balance. Con este último me quedé.

Uno de mis mayores placeres (después de una rica tarde de cocina, charla y vino con mis dos Anas) es ir al gabinete, tomar la botella de Reserva Especial, abrirla lentamente, dejar caer su contenido en una pequeña copa de cristal y degustar un sorbo puro, antes de mezclarlo con otra indiscutible luminaria venezolana: una pastilla de Chocolates El Rey, del tipo Bucare, de 58,5% de pureza (aunque también puede mezclarse con otros hijos de la variedad Carenero Superior, como el Apamate, de 73,5% de pureza, el Gran Samán, de 70%, el Mijao, de 61%, y el Caoba, de 41%). No hay que olvidar que, así como Venezuela produce algunos de los mejores rones del mundo, también es la meca impoluta del mejor cacao del planeta.
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Estos dos productos líderes, indiscutiblemente venezolanos, muestran lo mejor de un país bañado por las brisas y las aguas del Caribe, cuyos encantos hoy velados merecen rescatarse en estos tiempos convulsos. Voto por ellos.

Hugo Sabogal

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