No sabes cuanto tiempo he esperado para ver esta imagen, concretamente desde 1992, cuando Barcelona vivia los meses previos a las Olimpiadas que cambiaron para siempre mi ciudad. Los culés pensabamos que se iniciaba un periodo de éxitos ilimitado pero dos años después el proyecto de Cruyff se hundió en otra final europea en la que el Milan nos barrió. 12 años desde esa final en Atenas que recuerdo como si fuera ayer. 12 años sin alcanzar la cumbre, 12 años de sinsabores, sin triunfos relevantes...
12 años que van desde el final de los estudios universitarios hasta esta nueva vida en Venezuela, 11 años y nueve meses desde que conocí a la que hoy es mi querida esposa y madre de mi hija... pasaban los años en blanco e ironicamente llegué a pensar que el altisimo me habia regalado un bien preciado, ella, pero para compensar me habia quitado otro de gran valor: el orgullo de ser barcelonista... que para los catalanes es como hablar del orgullo de la patria, de un club que no solo practica un deporte sinó que resulta nuestro mejor embajador y reparte señales de nuestra identidad nacional allá donde va.
Hace solo 15 dias de la final, de la victoria en Paris, sufrida, sudadisima, que viví en la intimidad de mi casa, acompañado de mi esposa para llorar en silencio si perdiamos, para compartir la victoria gracias al telefono con toda la familia y los amigos que están en Catalunya.. hoy siento que estoy por fin degustando ese momento. Esta tarde cuando los amigos de Malabar, Carlos, Pascal y Federico compartiamos sobremesa con Eduardo Moreno, una frase lanzada al aire por Federico, relativa a un foi-gras que guardaba para la ocasión, me provocó un recuerdo victorioso...
la noche que fundé mi primera empresa en Barcelona lo celebré con la que hoy es mi esposa en el Laurak, un restaurante Vasco en Barcelona pegado a mi despacho, y comimos un foi gras con toffee de plátano, mango caramelizado, flor de sal y reducción de vinagre balsamico que nos emocionó hasta el extasis. Lo mas curioso es que para Antxon, el propietario del Laurak esa era su noche de celebración ya que hacia un año que habia abierto las puertas de su restaurante, acabamos siendo amigos y durante años fue el restaurante donde invitaba a mis mejores clientes.
Hoy el foi gras fue el vehículo de la memoria que unió pasado, presente y futuro, memorias concentradas en el sabor de un higado graso que me identifica con las noches de los viernes en Barcelona cuando preferiamos quedarnos en casa con un micuit y un sauternes como compañía. Hoy Carlos García abrió el menú de degustación con un foi gras con mousse de aji dulce que se convirtió en la nueva referencia que cierra detrás de mi los sabores del pasado para pensar con toda la ilusión y compromiso en todo lo que Venezuela me está ofreciendo desde que hace un año aterricé.
Gracias amigos
El foie-gras de sibaris estava de mort. T'ho recomano!
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