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Descubriendo Valencia y el "quinto sabor"

En las últimas semanas he viajado en varias ocasiones a Valencia para desarrollar el mercado de nuestros productos. La capital de Carabobo poco a poco me enseña todos sus secretos y me parece una ciudad cómoda para vivir. He comido muy bien en el restaurante Paladar situado en Quinta La Victoria, conocí a sus propietarios en una posada de Choroní y les prometí visita. El afecto extraordinario y el pescado de campeonato. Para todos los valencianos amantes del vino les recomiendo una visita al Automercado Panda en El Trigal, tiene un bodegón extraordinario que sitúo directamente en el TOP 1 de toda Venezuela, logra concentrar todo el vino interesante que llega a Venezuela. He disfrutado también de la comida árabe del club Sirio y de un restaurante colombiano a las afueras de la ciudad que solo abre los fines de semana donde pude degustar el Ajiaco a la leña y un estofado de lengua de vaca maravilloso

Mi prima María Fernanda y sus amigos, especialmente Vanessa e Isaac, se han encargado de enseñarme los secretos de la vida nocturna, puedo destacar el Bambu Lounge, un espacio al aire libre, muy tranquilo, moderadamente sifrino, donde uno se deja caer en un comodisimo puf para escuchar buena música chill out y comer sin pretensiones mirando a las estrellas.

Pero el momento gastronómico más inolvidable se resume en una visita surrealista a la llamada "Calle del hambre" de Mañongo, muy de madrugada, con un buen tono rosado en las mejillas producto del baile y del alcohol... el ambiente y la vida en esa ultima parada obligatoria de la noche valenciana me recuerda a las escenas caóticas con cientos de personajes esperpénticos de las películas de Federico Fellini, y a los grupos de música gitanos de Emir Kosturica en las estupendas peliculas "Underground" y "Gato negro, gato blanco". Ruido, musica en los autos, gente borracha, cuerpos juveniles bailando en plena calle, besuqueos entre adolescentes y kioscos de comida de dudosa reputación con un batido de aromas y fritangas que dificilmente soportaría una nariz sensible..

Mi enfrentamiento vulgar y directo con un perro caliente "contodo" y una "hamburguesa doble de carne de perruno"... o seria de vacuno ???? me transporta al adolescente que sopla las enormes tetas de la estanquera de "Amarcord", del también admirado Fellini... simplemente la hamburguesa más extraordinaria en muchos años... porque sabe a lo que debe saber una comida basura... a una mezcla indescifrable que en cada mordisco llega al límite de la alteración completa de los sentidos del gusto... si los japoneses descubrian el quinto sabor, el Umami, que desde hace 15 años intentan explicar a los occidentales con un éxito relativo, yo en esa hamburguesa declaro solemnemente haber descifrado el quinto sabor para desbancar al Umami al "sexto" o "séptimo" lugar si contamos que en el "perro caliente con todo" quizá encontramos el eslabón perdido que explica el momento exacto en el que el hombre después de la evolución volvia a convertirse en simio.

Imaginad ese momento sublime en el que teneis un bocado completo en vuestra cavidad bucal, por unos instantes os cuesta empezar a masticar y mucho menos podeis responder al vecino de mesa incluso con un simple monosílabo. Con los dedos manchados de una mezcla de ketchup y mostaza barata, la comisura de los labios grasienta, los ojos aturdidos mirando la camisa recién manchada de un pedazo de carne con queso fundido, cebolla, alcaparras, aceitunas cortadas, lechuga de hace una semana, tomate, mahonesa y papas fritas... estan funcionando todos los sentidos.... en ese preciso momento, cercano a lo indecente, se enciende el "quinto sabor" que merece ser bautizado como el "BURGER MIX"

La fusión de todos estos ingredientes en boca no puede ser reconocida por nuestro cerebro ni nuestra lengua como dulce, salado, amargo o acido... cada uno de los elementos sápidos actúan al mismo tiempo formando en boca una orquesta sinfónica justo en el momento en el que todos los instrumentos están tocando una nota, en esa mezcla que todos podemos recordar y reconocer nace el Burger Mix. La prueba irrefutable y científica es el irrenunciable erupto post-burger. Un concentrado gástrico inclasificable que solo los yankees se acercaron en su definición cuando hablaban de "junk food" o "trash food".

Porque el Burger Mix es el sabor de los bajos fondos, el del pecado y la noche, el del plástico transparente con el que se presentan muchos productos en los automercados y que impregna de petroleo el sabor de un queso o un pollo. Es el sabor del boomerang de ciertas comidas que una vez ingeridas retornan a nuestro paladar aliñadas en nuestros propios ácidos gástricos.

Es el sabor de nuestra relación más primitiva y menos exigente con la comida, el gen del hambre que habrá sacudido a más de una generación de nuestros antepasados. El quinto sabor es supervivencia, es el disfraz de sabores extremos que tapa el infame sabor de la materia prima que aporta proteinas al hambriento. Pero es irrenunciable a nuestra condición humana y habita con tanta fuerza en nuestra memoria que de vez en cuando necesitamos que se reproduzca. En los adolescentes resulta un signo que confirma su identidad rebelde cada vez que piden una pizza, una burger o un pollo crujiente.

Comentarios

  1. jajaja!! ciertamente es un sabor irrepetible y que jamás puede imitarse en casa...un genial acercamiento al mundo de "los asquerositos"

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  2. Querida Zinnia,
    Te recomiendo investigues el proyecto de comida rápida de Ferràn Adrià, conocido como "Fast Good"

    ;-)

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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