Eran poco más de medianoche, estaba tranquilo en el despacho de mi casa navegando por la red, recuperandome de un maravilloso domingo en Galipán donde habiamos celebrado el matrimonio de dos de las personas que más quiero... de pronto el cielo se iluminó con un estruendoso trueno, la luz creo una perfecta silueta de las montañas que coronan la vista desde mi casa. Muchas jornadas han pasado desde la última lluvia, tantas que ya perdí la cuenta. No confié demasiado en ese trueno sorpresivo, en El Hatillo y las zonas montañosas cercanas es habitual quedar cubierto por un manto de nubes que anuncian lluvias pero desde que empezó el año no habia caido ni una gota. Seguí atento desde el ventanal, ya eran las doce y media y el aire se volvió más espeso, recordé todos los viajes por el país en las últimas semanas, la autopista de Caracas a Valencia presenta un aspecto desolador sobretodo antes de llegar a La Victoria, los cerros quemados, columnas de humo y vegetación seca y amarillenta por t