Ayer por fin me decidí a recorrer la Candelaria y comprobar por mi mismo su enorme oferta restauradora. Hacia 7 u 8 años que no había paseado por este rincón capitalino entonces como turista ocasional. Desde que elegí Venezuela como residencia no había regresado y lo atribuyo a que me interesó conocer a fondo la gastronomía de origen local y la oferta de vanguardia que nos ofrece Caracas y el interior del país, dejando en el tintero las propuestas de origen gallego y vascas... no existe en mi ningun tipo de nostalgia por la costa cantábrica todavía y si un cierto temor a que me decepcionara la versión de este lado del atlántico.
El paseo dominical por la candelaria fue pacífico, no había gentío ni problemas para circular, llegamos con toda comodidad y desde una esquina teniamos una amplia oferta a nuestros ojos: la Cita, La Tertulia, el Guernika y el Bar Basque... todas las voces autorizadas me invitaron a empezar por este último.
Sabia decisión y extraordinario premio a la primera visita, nos recibió con amabilidad y cariño su propietaria, Doña Blanca Royo de Bilbao, quien ocupó durante casi 40 años la cocina mientras su marido ejercía de anfitrión en la sala. Hoy sigue estando la familia al pie del negocio, la madre a sus ochenta años nos recibe con elegancia, aquella fabulosa mezcla de señorío, simpatia y contundencia en las expresiones que tanto amo de las gentes de Euzkadi. Al poco rato compartiamos mesa, tertulia e intimidades... es dificil no sucumbir a la franca humanidad de esta familia y si además consideramos la solidaridad y simpatia mutua que nos profesamos vascos y catalanes por nuestras reivindicaciones nacionalistas, entonces el cóctel es perfecto.
Todo ello sería anécdótico si la oferta gastronómica no llegará a provocarme, la verdad es que nos volvimos locos con todo lo que comimos, empezamos por unas tapas variadas, la chistorrita que enloqueció a mi hija, croquetas de jamón con tomate, langostinos en su salsa y pimientos del piquillo rellenos de mero, todo para quitarse el sombrero... en los principales nos fuimos por el pescado dejando algunas propuestas increibles para más adelante (el pescado en salsa verde o a la donostiarra), elegimos los imprescindibles chipirones en su tinta y un róbalo en salsa de txacolí... impresionante !!!!!!!!!
Quedamos tan contentos y satisfechos que salimos a la calle con una sensación de bienestar por haber compartido con la familia Royo, y con los bigotes alegres por los preciados bocados... no me perdono haber pasado tanto tiempo dandole rodeos a la Candelaria, desde hoy abro la veda al disfrute de todo lo que me puede ofrecer ese pedazo de tierra caraqueña donde la sazón recuerda los mejores momentos de nuestras vidas al abrigo de los pueblos de mar de Vizcaya, Guipúzcoa y los acantilados de una costa cantábrica inmensa en su cocina y sus gentes.
Gora Euzkadi !!!!!!!!!!!!
El paseo dominical por la candelaria fue pacífico, no había gentío ni problemas para circular, llegamos con toda comodidad y desde una esquina teniamos una amplia oferta a nuestros ojos: la Cita, La Tertulia, el Guernika y el Bar Basque... todas las voces autorizadas me invitaron a empezar por este último.
Sabia decisión y extraordinario premio a la primera visita, nos recibió con amabilidad y cariño su propietaria, Doña Blanca Royo de Bilbao, quien ocupó durante casi 40 años la cocina mientras su marido ejercía de anfitrión en la sala. Hoy sigue estando la familia al pie del negocio, la madre a sus ochenta años nos recibe con elegancia, aquella fabulosa mezcla de señorío, simpatia y contundencia en las expresiones que tanto amo de las gentes de Euzkadi. Al poco rato compartiamos mesa, tertulia e intimidades... es dificil no sucumbir a la franca humanidad de esta familia y si además consideramos la solidaridad y simpatia mutua que nos profesamos vascos y catalanes por nuestras reivindicaciones nacionalistas, entonces el cóctel es perfecto.
Todo ello sería anécdótico si la oferta gastronómica no llegará a provocarme, la verdad es que nos volvimos locos con todo lo que comimos, empezamos por unas tapas variadas, la chistorrita que enloqueció a mi hija, croquetas de jamón con tomate, langostinos en su salsa y pimientos del piquillo rellenos de mero, todo para quitarse el sombrero... en los principales nos fuimos por el pescado dejando algunas propuestas increibles para más adelante (el pescado en salsa verde o a la donostiarra), elegimos los imprescindibles chipirones en su tinta y un róbalo en salsa de txacolí... impresionante !!!!!!!!!
Quedamos tan contentos y satisfechos que salimos a la calle con una sensación de bienestar por haber compartido con la familia Royo, y con los bigotes alegres por los preciados bocados... no me perdono haber pasado tanto tiempo dandole rodeos a la Candelaria, desde hoy abro la veda al disfrute de todo lo que me puede ofrecer ese pedazo de tierra caraqueña donde la sazón recuerda los mejores momentos de nuestras vidas al abrigo de los pueblos de mar de Vizcaya, Guipúzcoa y los acantilados de una costa cantábrica inmensa en su cocina y sus gentes.
Gora Euzkadi !!!!!!!!!!!!
100% de acuerdo. El Bar Basque es toda una institución
ResponderEliminarMi impericia me impidió escribirte antes, pero es importante que sepas que estoy totalmente de acuerdo con tu comentario del Basque desde hace como 10 años que fui la primera vez. Ese mero en salsa verde, ese lugar pequeñito y acogedor y esa Señora con mayúscula que siempre me recordó a la abuela que no disfruté...no podemos permitir que excusas de tráfico, ubicación y desidia urbana nos impidan el placer de lugares como éste...y otros que compartimos.
ResponderEliminarMe encanta tu blog, siempre jocoso, profesional y muy útil. Por eso hoy, con ganas de comer algo sustancioso, nada fusión o molecular, invité a mi familia a comer al Bar Basque... "Oriol dice que es el mejor, ma, tranquila"..
ResponderEliminarAparte de la ley seca (que no es culpa de nadie, o mejor dicho sí, pero ni modo) debo decir que la jornada no fue nada satisfactoria. La atención, eso sí, maravillosa, ese par de señoras de mucho salero y solera, tan atentas, tan eficientes, me encantaron.. Pero la comida no, en absoluto. Las entradas (piquillos y chistorras) bastante decentes, con un pan insuperable, eso sí. Pero los principales (róbalo con langostinos, cordero y zarzuela de mariscos) vinieron bañados en una salsa poco lograda, de intenso sabor a vino sin cocinar, a tomate recién "echado"... maizena a montón... nada de esos esperados sabores probados en otros sitios (Costa Vasca, Urrutia, Pakea)
Respeto mucho tu opinión y la de otros, pero creo que no soy tan exigente... Será que cambiaron el cocinero?