El Teatro de los sueños.
Pocas veces tenemos la posibilidad de asistir al nacimiento de una nación, al del hijo de un amigo o al de un nuevo restaurante. Eso fue lo que nos pasó el viernes anterior con Héctor Romero y Sumito Estévez, nos abrieron las puertas de su Comedor en el Instituto Culinario de Caracas. Si bien el mismo espacio ya era bien conocido por nosotros gracias al evento del Mar que hicimos los de la Sociedad Gastronómica del Tapeo, o en ocasiones anteriores donde celebramos encuentros entre amigos, en esta ocasión todo era distinto, el lugar se vestía de luces para acoger a los primeros clientes y los dos cocineros actuaban como anfitriones de un concepto de restaurante que sin duda rompe todos los moldes.
Comer en un restaurante de cualquier ciudad del mundo supone situarse en un escenario premeditado por parte de sus propietarios y cocineros en relación al clima que pretenden transmitir a sus clientes y al recorrido por una oferta gastronómica que se concreta en menús de temporada o en cartas que se modifican bajo unas premisas analíticas... nada que reprochar en el funcionamiento del sistema...
Los Actores
Si la gastronomía fuera un arte comparable al trabajo de un actor, comer en un restaurante de comida rápida podría vincularse al actor de una teleserie en donde cada día durante 30 minutos ofrece una reiteración de situaciones. Comer en un restaurante temático o "de autor" se identificaría con la estrella de una película de cine donde durante 90 minutos asistimos a una obra con unas pretensiones escénicas mucho más trascendentes.
El Comedor del ICC da un paso más y se convierte en una obra de teatro en donde el público asiste a una puesta en escena que cada noche es distinta, en donde comensal y cocinero nos acercamos en una convivencia raramente vista. Así valoramos y comprobamos al autor en carne y hueso porque sabemos que lo que vamos a vivir no puede ser copiado ni reproducido un día después. Sufrimos con él, gozamos y nos identificamos con su actuación. Para acentuar mucho más esta identificación, la ideología de Sumito y Héctor en El Comedor es que semana a semana la obra cambie de tal forma que el menú de la semana anterior ya es irrepetible, forma parte de nuestra memoria y por tanto para los 30 que comimos ese viernes ese es nuestro tesoro del mismo modo que algún día los autores identificarán los sucesos de su biografía más íntima a "ocurrió el dia que preparamos el osobuco"... así la magia se sitúa a ambos lados de la escena y los cocineros consiguen escapar del fantasma de un Paul McCartney que lleva 30 años siendo requerido para cantar Yesterday.
El Libreto del viernes pasado
Esa es la magia del Comedor del ICC, dos profesionales de indiscutible talento y reconocimiento apoyados por un equipo familiar rompen cualquier filtro que en anteriores negocios pudieran haber tejido con sus clientes. Estamos en su casa, en la escuela donde dedican su talento a la formación de tantos muchachos, en este lugar íntimo ellos son felices, son sus cuatro paredes amadas y al recibirnos como clientes se entrelazan con nosotros para convertir la experiencia gastronómica en una vivencia humana, tan rica, tan placentera que es imposible que el plato no sepa aún mejor.
El Teatro, si los actores saben transmitir emociones, siempre supera al cine por la vibrante cercanía con la acción y para mi siempre ha tenido un plus de valor relacionado al concepto de "la función".. todo lo que vemos y vivimos está preparado para nosotros, para nadie más, al dia siguiente el texto de la obra puede ser el mismo pero los matices de actuación cambian según el estado anímico del actor, del director, del técnico de iluminación, de nosotros mismos...
Primer Acto
El Primer Menú ha sido recordado durante toda la semana por el grupo familiar, cada uno lo disfrutó a su manera y tuvo que ver con la interacción con la cocina. Los platos corroboraron las buenas vibraciones del lugar.
Los primeros con la sopa de lentejas que sumito preparó frente a todos y la ensalada de vegetales de Mérida con trigo que resaltaban un homenaje a los orígenes andinos compitieron en pasiones. Como el lugar es especial, todo el que quiso pudo probar ambos y si las lentejas levantaron aplausos, la ensalada -por lo inesperado de la cota alcanzada- nos dejó a todos impresionados hasta el punto de que hemos comentado varios de los que estuvimos entre jueves y viernes que dicha ensalada causó una impresión colosal.
Segundo Acto: Del Carite al Osobuco
Para los que somos fanáticos de estas lides, no hay palabras para agradecer el Osso Buco estofado de res salteado de champiñones con papitas criollas con suero de ajo rotizado. La tostadita con el espíritu revoltoso del tuétano era deliciosa, todo en este plato invitaba al suspiro de placer pero también al delirio de la gula... plato para pecadores que jamás se arrepieten por sus fechorías.
En el otro lado del ring estaba la propuesta sana y lúcida para los que están en sus cabales: Caritico con alcaparras crujientes, auyama bebe, puré de brocoli y cebollita caramelizada. Empezó fundamentalmente en las manos femeninas aunque todos acabamos comiendo de todos porque nadie quería perderse nada.
Lo único que me preocupa al escribir este post es que muchos puedan leerlo y decidan tomar una reserva... sería todo un problema para mi esposa y un servidor no tener mesa reservada para la noche de los viernes de los próximos meses... yo no me pierdo la próxima función !!!!!
Pocas veces tenemos la posibilidad de asistir al nacimiento de una nación, al del hijo de un amigo o al de un nuevo restaurante. Eso fue lo que nos pasó el viernes anterior con Héctor Romero y Sumito Estévez, nos abrieron las puertas de su Comedor en el Instituto Culinario de Caracas. Si bien el mismo espacio ya era bien conocido por nosotros gracias al evento del Mar que hicimos los de la Sociedad Gastronómica del Tapeo, o en ocasiones anteriores donde celebramos encuentros entre amigos, en esta ocasión todo era distinto, el lugar se vestía de luces para acoger a los primeros clientes y los dos cocineros actuaban como anfitriones de un concepto de restaurante que sin duda rompe todos los moldes.
Comer en un restaurante de cualquier ciudad del mundo supone situarse en un escenario premeditado por parte de sus propietarios y cocineros en relación al clima que pretenden transmitir a sus clientes y al recorrido por una oferta gastronómica que se concreta en menús de temporada o en cartas que se modifican bajo unas premisas analíticas... nada que reprochar en el funcionamiento del sistema...
Los Actores
Si la gastronomía fuera un arte comparable al trabajo de un actor, comer en un restaurante de comida rápida podría vincularse al actor de una teleserie en donde cada día durante 30 minutos ofrece una reiteración de situaciones. Comer en un restaurante temático o "de autor" se identificaría con la estrella de una película de cine donde durante 90 minutos asistimos a una obra con unas pretensiones escénicas mucho más trascendentes.
El Comedor del ICC da un paso más y se convierte en una obra de teatro en donde el público asiste a una puesta en escena que cada noche es distinta, en donde comensal y cocinero nos acercamos en una convivencia raramente vista. Así valoramos y comprobamos al autor en carne y hueso porque sabemos que lo que vamos a vivir no puede ser copiado ni reproducido un día después. Sufrimos con él, gozamos y nos identificamos con su actuación. Para acentuar mucho más esta identificación, la ideología de Sumito y Héctor en El Comedor es que semana a semana la obra cambie de tal forma que el menú de la semana anterior ya es irrepetible, forma parte de nuestra memoria y por tanto para los 30 que comimos ese viernes ese es nuestro tesoro del mismo modo que algún día los autores identificarán los sucesos de su biografía más íntima a "ocurrió el dia que preparamos el osobuco"... así la magia se sitúa a ambos lados de la escena y los cocineros consiguen escapar del fantasma de un Paul McCartney que lleva 30 años siendo requerido para cantar Yesterday.
El Libreto del viernes pasado
Esa es la magia del Comedor del ICC, dos profesionales de indiscutible talento y reconocimiento apoyados por un equipo familiar rompen cualquier filtro que en anteriores negocios pudieran haber tejido con sus clientes. Estamos en su casa, en la escuela donde dedican su talento a la formación de tantos muchachos, en este lugar íntimo ellos son felices, son sus cuatro paredes amadas y al recibirnos como clientes se entrelazan con nosotros para convertir la experiencia gastronómica en una vivencia humana, tan rica, tan placentera que es imposible que el plato no sepa aún mejor.
El Teatro, si los actores saben transmitir emociones, siempre supera al cine por la vibrante cercanía con la acción y para mi siempre ha tenido un plus de valor relacionado al concepto de "la función".. todo lo que vemos y vivimos está preparado para nosotros, para nadie más, al dia siguiente el texto de la obra puede ser el mismo pero los matices de actuación cambian según el estado anímico del actor, del director, del técnico de iluminación, de nosotros mismos...
Primer Acto
El Primer Menú ha sido recordado durante toda la semana por el grupo familiar, cada uno lo disfrutó a su manera y tuvo que ver con la interacción con la cocina. Los platos corroboraron las buenas vibraciones del lugar.
Los primeros con la sopa de lentejas que sumito preparó frente a todos y la ensalada de vegetales de Mérida con trigo que resaltaban un homenaje a los orígenes andinos compitieron en pasiones. Como el lugar es especial, todo el que quiso pudo probar ambos y si las lentejas levantaron aplausos, la ensalada -por lo inesperado de la cota alcanzada- nos dejó a todos impresionados hasta el punto de que hemos comentado varios de los que estuvimos entre jueves y viernes que dicha ensalada causó una impresión colosal.
Segundo Acto: Del Carite al Osobuco
Para los que somos fanáticos de estas lides, no hay palabras para agradecer el Osso Buco estofado de res salteado de champiñones con papitas criollas con suero de ajo rotizado. La tostadita con el espíritu revoltoso del tuétano era deliciosa, todo en este plato invitaba al suspiro de placer pero también al delirio de la gula... plato para pecadores que jamás se arrepieten por sus fechorías.
En el otro lado del ring estaba la propuesta sana y lúcida para los que están en sus cabales: Caritico con alcaparras crujientes, auyama bebe, puré de brocoli y cebollita caramelizada. Empezó fundamentalmente en las manos femeninas aunque todos acabamos comiendo de todos porque nadie quería perderse nada.
Lo único que me preocupa al escribir este post es que muchos puedan leerlo y decidan tomar una reserva... sería todo un problema para mi esposa y un servidor no tener mesa reservada para la noche de los viernes de los próximos meses... yo no me pierdo la próxima función !!!!!
ya estoy preparando vino para todos esos viernes. que ganas tengo de que Mariela lo conozca. Avísanos cuando vayáis ;)
ResponderEliminarregresamos el viernes pasado en plan intimo, en esta ocasión la noche estaba dominada por un rape que sumito consiguió en el mercado, se fajaron con una sopa de rape de muerte y de segundo le entramos a unos txipirones rellenos de cerdo y a unos capelleti rellenos de cordero... los vinos que trajimos fueron el Crater y el Flor de Primavera. Un exito
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