En las recientes vacaciones navideñas varios sueños se hicieron realidad, un de ellos era tan viejo que proviene de una época en la que todavía no tenía vínculos con el negocio del vino. En mis viajes como enófilo al corazón de aquel Priorat catalan que empezaba a conquistar con sus vinos a todo el mundo, recuerdo haber pasado en una ocasión frente a la bodega de Álvaro Palacios situada frente al pueblo de Gratallops, por aquel entonces sus vinos ya eran la referencia de la calidad de lo que esta tierra era capaz de dar y viendo los carros aparcados frente a la bodega soñé que algún día mi vehículo podía ser uno de esos y estar compartiendo interioridades con el autor de L'Ermita.
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Años después gracias a los buenos oficios del director de exportación Bodegas Alvaro Palacios pude materializar aquel viejo anhelo. Cuadramos la cita en la bodega para aprovechar el primer desplazamiento al Priorat de Álvaro después del reposo navideño y tener así la oportunidad de ser guiado por el Ermitaño del Priorat, conocer sus secretos y las verdades de su íntima y monástica relación con el terruño que le ha dado reputación mundial.
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La calificación de eremita es un evidente juego de asociación con la etiqueta que define los mayores logros del enólogo, pero después de vivir un día de su vida, esta asociación con la que se define a los monjes que se retiraban a lugares remotos para entregarse voluntariamente a una vida espiritual es mucho más certera de lo que podía imaginar. Álvaro Palacios vive fisica y espiritualmente dentro de la propia bodega, dentro de las piedras de licorella de las 25 hectáreas de las diversas fincas de la propiedad y en todas y cada una de las raices de aquellas viñas viejas.
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Su retiro ermitaño responde a una necesidad interminable de conocer y amar cada día más ese rincón del mundo, trabajador inconformista, intelectual rebelde, agricultor innovador y creador que respeta hasta límites insospechados la propia dinámica del suelo que pisa. A diferencia de aquellos que escapaban del mundanal ruido, él no huye ni se esconde, el encuentra al visitante, lo agasaja con generosidad para abrir por unos instantes el templo de sus secretos.
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En sus propias palabras definía su vinculo espiritual con un terruño como la Finca de L'Ermita como un regalo de la vida pero que realmente no le pertenece, le pertenece si acaso al propio Priorat. Pero conocedor de su misión de ermitaño, cuida y protege la Ermita dedicada a un santo y se entrega de forma contemplativa y penitente a un Dios. El Dios Baco.
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La cita en Gratallops era sobre las 12 del mediodía aunque me demoré ya que había pasado la mañana en Porrera conociendo el proyecto Marco Abella con quienes tengo un lazo afectivo inesperado, la prima de mi querido amigo Jordi Miró, esposa del heredero de un apellido con vínculos casi milerarios en la comarca.
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Practiqué mi pericia al volante en el tramo sinuoso de carretera que une a los dos pueblos que capitalizan el protagonismo del vino del Priorat. Por las fechas decembrinas no me crucé con carro alguno entre Porrera, Torroja y Gratallops. No vive mucha gente en el Priorat, pocos son los que hacen turismo y muchas son las viñas de garnacha que uno deja a lado y lado del asfalto mientras gana metro a metro la distancia corta en kilometros pero culebrera en esfuerzo.
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Bancales de pendientes imposibles, oliveras y almendros, terrazas de piedra, curvas que trazan esta orografía ingrata para el paseante para indisponer los estómagos más prietos, senderos que son inaccesibles y explican el carácter de cada pueblo perdido que aparece en la ruta. Solanas y umbrias a cada esquina que son razón y ser de cada terruño. Este es el Priorat terrenal que esconde todos los secretos del Priorat de los espíritus, Gratallops se convierte en el polo magnético y Álvaro Palacios desde que lo adoptara como su morada del vino, es el chamán que con sus buenos oficios ancestrales logra un elixir mágico que en cada copa reivindica unos orígenes y el magisterio de los hombres en transportarlo de la tierra a una botella, de la botella a otras almas sedientas.
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Un Cartujano unido al destino del Priorat.
Álvaro Palacios fundó su bodega en el municipio de Gratallops en 1989, dentro de los límites históricos de las propiedades del Priorato de Scala Dei. Con un pasado familiar vinculado a la familia Palacios Remondo en La Rioja y una formación en burdeos culminada con dos años en Chateau Petrus, era el más joven de un grupo de forasteros que llegaron al Priorat cuando la región vivía su particular decadencia y ostracismo desde que la filoxera acabara con varios siglos de opulencia gracias al saber hacer de los monjes cartujanos del Priorat de Scala Dei.
Álvaro Palacios fundó su bodega en el municipio de Gratallops en 1989, dentro de los límites históricos de las propiedades del Priorato de Scala Dei. Con un pasado familiar vinculado a la familia Palacios Remondo en La Rioja y una formación en burdeos culminada con dos años en Chateau Petrus, era el más joven de un grupo de forasteros que llegaron al Priorat cuando la región vivía su particular decadencia y ostracismo desde que la filoxera acabara con varios siglos de opulencia gracias al saber hacer de los monjes cartujanos del Priorat de Scala Dei.
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Aquel grupo de inconformistas que ahora es reconocido como pionero, formado por Carles Pastrana, René Barbier, José Luis Perez, Dafne Glorian y un juvenil Álvaro Palacios, unieron su pasión por el vino y por una llamada telúrica irresistible por el ancestral priorato de Scala Dei. Junto a jóvenes inquietos de la región como los hermanos Pasanau o mi amigo Salvador Burgos, iniciaron su particular cruzada para extraer de garnachas viejas y suelos de pizarra quebrada un nuevo vino del Priorat.
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El éxito y la crítica les sonrieron con sus primeras añadas de los noventa. Desde entonces etiquetas como Mas Martinet de la familia Pérez, Clos Mogador de Barbier, Clos de l'Obac de Pastrana , el Clos Erasmus de Glorian y los Ermita y Finca Dofí de Alvaro Palacios constituyen el eje de la calidad, personalidad propia y reputación internacional de los vinos del Priorato, y de entre todos no cabe duda que Palacios es el ícono más representativo y exclusivo.
Ver Parte 2: Los Dominios del Eremita: Tierra, bodega y vino
quins bons records!!!
ResponderEliminarsale en España un libro que denuncia los peligros de la cocina molecular
ResponderEliminar02:27 PM Barcelona.- El periodista gastronómico alemán Jörg Zipprick acaba de publicar en España "¡No quiero volver al restaurante!", un libro en el que presenta la cocina molecular como "el escaparate de la industria químico-alimentaria" y dañina para la salud. En el libro, al que tuvo acceso la AFP poco antes de ser puesto a la venta hoy, Zipprick explica con un texto claro y accesible "lo que hoy día --desgraciadamente-- debería saber cualquier potencial cliente sobre algunos restaurantes" y revela que las técnicas de la denominada cocina molecular "no las han diseñado cocineros geniales, sino industriales alimentarios". En su libro, cuyo blanco predilecto es el cocinero catalán Ferrán Adriá -conocido en el mundo entero por sus experimentos culinarios- revela también que la investigación para el empleo de aditivos en el restaurante "la han financiado la industria química... y el contribuyente", reseñó AFP. Zipprick explica la creación del proyecto Inicon, con fondos de la Unión Europea, y surgido desde el TTZ, el Centro de Transferencias Tecnológicas en sus siglas alemanas, que se autodefine "proveedor de servicios para la investigación orientado al mercado e independiente". Inicon describe las bases científicas para la técnica culinaria más tarde llamada "esferificación, con las que, gracias al alginato y al calcio, los alimentos se convierten en 'bolitas' semisólidas", como, por ejemplo, el falso caviar. El autor reproduce el desglose de las subvenciones para crear Inicon, que superaron los 550.000 euros y demuestra cómo, entre los beneficiarios, figuran tres restaurantes que practican la cocina molecular. Aunque, "al cierre de la redacción (del libro) en agosto del 2008", ningún responsable quiso responder a la pregunta de si "a los chefs de cocina se les ha pagado con dinero de los impuestos y de la industria para integrar la química en sus platos", escribió. La vanguardia de la cocina "apuesta en ocasiones por ingredientes entre los cuales algunos no dejan de suscitar polémica entre científicos", explicó Zipprick, para quien "esto también lo saben los cocineros, que prefieren no informar a sus clientes sobre los componentes de sus creaciones". Los "cómplices de la cocina tecno-emocional también hacen sus incursiones en la gastronomía tradicional... los representantes anuncian los supuestos 'polvos mágicos' con palabras como 'con esto es con lo que cocinan los mejores cocineros del mundo'", denunció el libro. En mayo, el chef catalán Santi Santamaría (seis estrellas Michelin) atacó el uso de productos químicos en la cocina de vanguardia liderada por su colega Ferrán Adriá y armó un revuelo en la "alta cocina" española, donde se llegó a hablar de "guerra de cocineros". Zipprick confió a que optó "por publicarlo primero en España por una cuestión estratégica", en referencia al enfrentamiento Santamaría-Adriá. La obra se publica coincidiendo con el X Forum gastronómico de Girona, que ha centrado su programa en explorar la relación entre cocineros y productores locales.
En Octubre del año pasado el dia de mi cumpleaños el cual celebre en el restaurante Alto...tuve la oportunidad unica de probar L'Ermita 1999.....se convirtio en el agasajado de la noche...ESPECTACULAR!!!!!
ResponderEliminar¿donde se consiguen estos vinos en Caracas ?
ResponderEliminaranonimo... se consiguen en algunas maletas..
ResponderEliminarJordi tiene razón, ninguno de estos vinos está registrado en Venezuela (que yo sepa). De modo que solo puedes conseguirlos en cavas privadas y quizás en algun buen restaurante de caracas alguno de los propietarios tenga un ejemplar de colección de L'Ermita.
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