Alvaro Palacios, La tierra, la música y el artista (Parte 2)

Si desea seguir el orden del texto, leer la Primera Entrega

En esta segunda entrega, completo la experiencia de vivir un día en la piel del enólogo Álvaro Palacios. De su mano recorrí las dos fincas que dan nombre a sus vinos, Finca Dofí y L'Ermita, en este viaje de 25 hectáreas descubro al ser humano, sus ambiciones y obsesiones, el día a día que lo identifica con este pedazo de mundo y como en la búsqueda del conocimiento llega hasta niveles extremos, configurando en mi mente las justificaciones del porqué de su reputación,

Es después de estas horas cuando uno queda impactado por la concentración de millones de pequeños esfuerzos y grandes inversiones que acaban condensados en una botella de vino, en realidad más allá de la apreciación o la crítica que cada uno pueda hacer del producto terminado, más allá de que el precio nos parezca elevado, son objetos que atesoran un volumen de experiencias humanas y de integración y respeto con el medio tan inmeso, casi inabarcable para quien no vive dentro de la mente del propio autor, que solo pueden ser juzgados desde parámetros que van más allá del gusto carnal.

Es vino lo que descubrimos en cada botella, si lo es, claro que sí, pero es el vino del Ermitaño del Priorat y para entenderlo en toda su magnitud hay que comprender su causa y eso es lo que lo convierte en místico y es entonces cuando los puntajes de las guías y los reconocimientos de las voces autorizadas, los premios acumulados y los focos mediáticos son solo una sombra de la verdad, un llamativo apunte del natural que en manos interesadas son las formas en las que el arte se funde con el negocio.

Arte y artistas necesitaron siempre de mecenas y de un público que permitiera al artista continuar con su obra, cuando se apagan los focos del show, el artista regresa a su estudio y es en ese quehacer cotidiano, donde se mancha las manos con cada una de sus pinceladas, cuando sigue construyendo de forma visionaria y valiente los sueños con la plena conciencia de existir, es en esta lograda intimidad donde realmente ocurre la vida.

El Terroir: La Finca Dofí:

Toda visita a viñedos del Priorat debe hacerse en un vehículo con tracción 4x4, no por comodidad sinó por extricta necesidad ya que para acceder a ellos las pendientes de los caminos son brutales. Finca Dofí no es la excepción.

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Desde que salimos de la bodega empiezan los viñedos de la Finca Dofí en dirección sureste. Lomas y montañas onduladas y empinadas, curvas en sombra permanente y bancales expuestos al sol de invierno y a los vientos del medierraneo. En este terruño Palacios se permite licencias que en L'Ermita no osaría.

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Confiesa que en todos estos años la mayor parte de los ensayos motivados por los deseos de innovación, por incorporar castas no autóctonas, métodos de viticultura y otras motivaciones juveniles poco a poco fueron desestimandose para regresar a lo más auténtico y cercano a los métodos de la tradición, al respeto por el carácter original del terruño y a ritos y conocimientos que el hombre aplicó desde tiempos sin memoria.

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En sus manos la biodinámica no es una moda, es un medio de trabajo que nace de convicciones y que no puede disociarse de la manera de entender el vino crecida en el vientre y la mente del enólogo.

Fueron en esas primeras horas pisando tierra y piedras de licorella y en los tránsitos en el vehículo observando a vista de pájaro las viejas garnachas donde fui tomando nota de razonamientos y explicaciones que colmaban mis interrogantes:

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viñas separadas a distancia de culo de mula porque no hay tractores en esta tierra, el trabajo se hace con el apoyo de mulas y deja de ser un rumor cuando vemos la localización de establos pegados al viñedo y cada mula con una historia, con nombre propio y biografía.

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Mulas que forman parte de un circuito natural que unido a un tratamiento biológico del suelo fomenta la vida, la riqueza de la vida desde lo más profundo de las raices hasta suelos plagados de liquenes, musgos, flores, insectos que cumplen con un ciclo.

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Viñedos donde sorprende la escasez de pizarras quebradas tan características de la zona y que son vehículo de la personalidad mineral de los vinos, son apartados los pedruscos uno a uno para permitir un viñedo limpio, accesible.

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Argumenta Álvaro que donde deben estar las piedras es en su lugar y no es otro que en el subsuelo que es donde van a convivir con las raices, encima son meramente decorativas. Es el cuidado individual de cada planta trabajada para que el tallo no se desarrolle innecesariamente y permite una mejor circulación de clorofila, fueron tantos los detalles que enumerarlos todos resultaría extenso en extremo. El conjunto de todos ellos me hizo pensar en la actitud del genial director de orquesta venezolano Gustavo Dudamel, toda la obra está en su cabeza y con cada movimiento de batuta en el aire la música fluye en un entramado de perfecta armonía.
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El centro del universo del Priorat: L'Ermita de Nostra senyora de la Consolació.

Son solo 3 hectáreas de pronunciada pendiente, como una concha acústica o un teatro griego, el escenario es la imponente estampa del macizo del Montsant. En la cumbre está la morada del ermitaño que cuidaba desde la edad media aquellos parajes. Ahora en los registros de propiedad las pendientes le pertenecen a la bodega y a otros vecinos que quieren compartir el centro del universo del Priorat.

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La finca del eremita Palacios es el rovell de l'ou catalán, el cogollo riojano o el centro de lomito criollo, orientada al noroeste evita la insolación que por estos pagos es tremebunda en verano, recibe vientos contrastados y sufre inviernos duros que solo las viejas garnachas roqueras soportan estoicamente. Como el cantautor urbano Joaquin Sabina, han cruzado cientos de inviernos y han sobrevivido a mil torturas como para venirse abajo tan facilmente.

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La Finca de L'Ermita es como el admirado músico madrileño, una apariencia de canalla que ababa ofreciendo un fruto inmenso. Un patrimonio que merece ser protegido y ahora no me queda duda de que la misión que hace realmente feliz a Álvaro Palacios es cuidar este trocito de vid. El resto, como diría mi abuela, son pamplinas !!!.

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La más reciente de las decisiones ha sido descartar lo que no sea garnacha en este teatro de los sueños, así la cariñena y el cabernet sauvignon que durante tiempo acompañaban a la princesa del priorat en las filas más cercanas a la platea desaparecen para que solo ella viva en esta parcela y en su vino.

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Es en L'Ermita donde música, más que la posteridad que se logra en la edición de un album que puede ser reproducido cientos de miles de veces, es interpretación personalizada, una obra que es imposible representar para un gran público, porque el teatro es minúsculo, los costes para hacer cada año una temporada son abrumadores.

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Cuando el teatro haya dado de nuevo su fruto y el director de orquesta haya intepretado la voluntad de la tierra, las notas seguirán sonando encerradas en una botella cuyo mensaje es una partitura sutil que solo unos pocos, años después, descorcharán para saborear el rumor grandioso de lo que un día fueron piedras, raices, frutos, flores silvestres, nidos, hormigas, sol, frío y lluvia. Para esta pequeña audiencia la música se habrá transformado en boca en una danza con la grácil figura de una joven que serpentinea sutilmente una cinta púrpura en el aire.

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