Los aficionados del vino han aceptado de forma muy genérica dos grandes familias en el origen geográfico del vino: el viejo y el nuevo mundo. Al referirnos al "viejo mundo", hablamos del origen europeo y más especificamente del origen mediterraneo del cultivo y desarrollo de la vid, siendo los estandartes Francia, España e Italia y sumando a este trío paises de gran mérito como Portugal, Alemania. para completar esta percepción de orígenes ancestrales podríamos sumar Hungría, Grecia, Austria o Suiza con un protagonismo mucho más secundario y Marruecos, Israel y el Libano como herederos de aquella cultura milenaria medieterranea sin demasiada trascendencia fuera de sus fronteras.
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Al referirnos a vinos del "Nuevo mundo" clasificamos a aquellos paises cuyo desarrollo y presencia en los mercados internacionales es mucho más reciente, si bien en muchos casos la implantación de viñedos en sus territorios es ya centenaria, al situarse en latitudes alejadas de la "vieja" Europa, catalogamos estos orígenes como "nuevos" porque en parte importante su irrupción competitiva en el escenario internacional es de muy reciente data.
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El Nuevo Mundo tiene como mayor exponente a los Estados Unidos de Norte América por la pujanza de su terruño californiano y el poder de su prensa especializada en todo el planeta para marcar tendencia. Chile, Argentina y Uruguay como referencias en América del Sur con el Sur de Brasil como nuevo actor en la película. Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica como alternativas aparentemente exóticas pero que cada vez toman mayor relevancia en los gustos del consumidor, sobretodo asiático y anglosajón.
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Existe una tercera vía que resulta inclasificable, que no forma parte de los catálogos ni de las puntuaciones de Parker o Wine Spectator, vinos que existen y que tienen sus propios méritos pero que quedan exentos de relevancia en la aldea global. Al acercarnos a su geografía y tocar aquellos proyectos con los dedos o en el interior de una copa generan una fascinación inmediata, una admiración por la rareza de su terruño, la localización surrealista de sus viñedos, por la falta de referencia previa, por condiciones que parecen poco aptas para el desarrollo de la viticultura...
.Orígenes para el vino que contradicen todo lo aprendido y al atacar estas raices básicas del conocimiento generan desde la perspectiva del "ignorante sabio" un sinfín de razones para descartar sin catar, para "despreciar" sin conocer de lo que son capaces de lograr unos cuantos locos en el desierto, en plena selva tropical, en altas cumbres o isla monzónicas.
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Vinos del Caribe, del suréste asiático y otros confines "raros" que ni pretenden ni podrán alcanzar las prestaciones de un grand cru bordelés, un barolo, un priorat o un rioja clásico, que no llegaran a expresar la fusión de fruta, terruño y clima de los mejores pagos, clos, fincas, domaines, cuarteles y otros terrenos dorados del viejo y el nuevo mundo.
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Vinos de un mundo imposible, cuyo esfuerzo titánico por superar las trampas de una geografía indómita y las leyes de la ciencia botánica, permiten obtener productos de extraordinaria dignidad y siendo justos, en esa inversión suprema, cargada de épicos esfuerzos y recursos económicos y humanos, logran en sus mejores obras superar a miles de etiquetas del viejo y del nuevo mundo cuya relevancia real es el aprovechamiento de la identidad de orígenes reputados y politicamente "correctos".
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Vinos de un mundo imposible, cuyo esfuerzo titánico por superar las trampas de una geografía indómita y las leyes de la ciencia botánica, permiten obtener productos de extraordinaria dignidad y siendo justos, en esa inversión suprema, cargada de épicos esfuerzos y recursos económicos y humanos, logran en sus mejores obras superar a miles de etiquetas del viejo y del nuevo mundo cuya relevancia real es el aprovechamiento de la identidad de orígenes reputados y politicamente "correctos".
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Me crié como persona vinculada al vino en el "Viejo Mundo", desde esa visión chauvinista me fue dificil aceptar el "Nuevo Mundo" periférico, el vino fuera de Europa, hasta que la vida me llevó lejos de la cuna y ante mis ojos y paladares descubrí el infinito atractivo de los "Nuevos Mundos" del vino. En Venezuela aquella convivencia de orígenes quedó aceptada plenamente pero una rareza criolla llamó a la puerta de mis convicciones: una bodega venezolana, una bodega en el trópico, Bodegas Pomar en el municipio de Carora, Estado Lara.
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En mis años en Venezuela Bodegas Pomar fue objeto de admiración por varios motivos, por ser capaces de producir un vino tinto que no resultaba impresentable, aunque lo fácil era criticar su calidad o despreciarlo sin haberlo probado. Por ser capaces de elaborar un "espumante criollo"que en su Brut Nature resultaba ampliamente placentero, por ser líderes en la inversión de formación en la población organizando un sinfín de eventos para la difusión de la cultura del vino siendo el más importante las fiestas de la vendimia que organizan dos veces al año debido a que en el trópico todo se multiplica por dos.
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La pasión de Bodegas Pomar me ha hecho reflexionar mucho en estos años y he acabado apreciando su trayectoria y tesón. A ello ha contribuido el hecho de haber conocido de primera mano aquel esfuerzo titánico en el terreno vitivinícola gracias a la amistad que mantengo con el enólogo francés Patrick Rabion o el italiano Ettore Perin que participaron de forma decisiva en la consolidación del proyecto.
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Bodegas Pomar en Venezuela ya no es una rareza para los venezolanos, es una opción para el consumidor de aquel país, un orgullo nacionalista quizás para algunos y unos productos con pocas opciones para tener relevancia fuera de sus fronteras. En el mismo terreno encontramos una bodega en República Dominicana, otras en el Noreste de Brasil, en México, Perú, India o China, y orígenes como Canada que ya han abandonado el anonimato gracias a sus prestigiosos super dulces y vinos de hielo que son capaces de hacer sombra de sus primos lejanos del "Viejo Mundo". También en europa empiezan a desarrollarse viñedos en paises no tradicionales como Holanda y la Gran Bretaña, todas estas aventuras no pueden ser clasificadas ya bajo el paraguas del "Nuevo Mundo", requieren una tercera vía que solo acierto a catalogar como "The Impossible World Wines".
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Lo han demostrado los canadienses de Inniskillin con su ice wine hasta el punto de que los vinos de Canada casi pertenecen a la clasificación "Nuevo mundo" y brasileños como Riosol la bodega más interesante del Vale do Sao Francisco, en el norte de Brasil en la que se considera la mayor extensión de viñedo tropical del mundo en la latitud 9° sur, y lo van a hacer multitud de proyectos hindus o chinos en la próxima década. Los mejores exponentes de estos Vinos de un "Mundo Imposible" son mucho más meritorios que los cientos de miles de hectólitros que se producen en el "Viejo Mundo" y "Nuevo Mundo" cuyo destino es competir en los grandes hipermercados en el segmento de "oferta" 3x2 a 2 euros la botella.
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El destino de estas aventuras llenas de pasión no va a ser competir en el segmento del volumen, van a ser una alternativa cada vez más razonable para satisfacer los inquietos paladares de los aficionados más abiertos a nuevas experiencias. Quizás esta clasificación que acabo de inventar es un tránsito entre el anonimato y la inclusión de ciertos orígenes en el "nuevomundismo" del vino y solo dependerá de los éxitos internacionales de algunas bodegas "imposible mundistas" para ascender al sistema dual que actualmente clasifica la geografía del vino.
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Hola Oriol,
ResponderEliminarSobre los vinos "posibles del mundo imposible" te puedo comentar que he enviado botellas de espumantes de Pomar a compañeros blogueros como Sobre Vino (www.sobrevino.com) y ha recibido buenos comentarios.
Pomar ha evolucionado muy bien en sus esfuerzos y creo que le falta dar el paso de darse a conocer mas en el mundo. Desconozco si se exporta o a cuantos paises.
Por otro lado me he arriesgado a probar vinos de paises desconocidos y tengo pendiente publicar una botella de un vino blanco de Costa Rica.
Saludos,