ABEL MENDOZA MONGE es de aquellos elaboradores al que quizás le hubiera ido mejor nacer en regiones con menos corsé en esto del vino desde que se trazan las normas a través de las DO. Pero nació hijo de viticultores y con un pedigrí riojano de esos que dan pueblos como San Vicente de Sonsierra que son el corazón del corazón en esta tierra de tintos que han dado la vuelta al mundo. A priori tocaba ser un continuista de arraigos y tradiciones, pero más bien ha hecho eso y todo lo contrario: personalidad propia y ganas de transgredir en el concepto pero en comunión a las formas más ancestrales.
Unas pocas hectáreas, parcelas divididas, pero eso sí, de viñedos octogenarios con mucha vida por enseñar si se aplican los criterios de aquellos monjes medievales de la Borgoña aferrados al "ora et labora" que por un pacto secreto con el diablo le regalaron al mundo vinos con vida eterna pero limitados en su difusión a solo unas pocas micro parcelas encantadas. Los Monjes cambiaron la historia del vino y el Diablo obtuvo lo deseado: Las Casas de Subastas.
La elección de este hombre es también diabólica, hacer de lo pequeño algo muy grande pero muy escaso. Avisados estamos, la belleza de estos vinos llegan a las mesas y copas de los amigos de los amigos o de aquellos que leen y escuchan las historias que otros han tenido la suerte de vivir un poco antes, como le debió suceder a los primeros compradores de un tal Picasso para adquirir un cuadrito del genio de Málaga a precio de botella de vino de antes de la guerra mundial.
el pacto del Monje con el Diablo: La Niebla
Menos de 20€ para una colección provocativa de blancos que eran al principio la motivación de este texto. Si con los tintos le da vueltas al tiovivo de la tempranillo riojana en donde todos los vecinos de la región andan montados y no se puede ser menos, con los blancos parece que se divierte, juega y provoca... terreno abonado a la inventiva y a ser pionero pues poco hay para comparar cuando tiramos al blanco en el reino de los tintos.
De las 10 etiquetas que da a luz esta bodega resulta que 5 son blancos, cumplido el trámite con el Viura, se pone a esquiar fuera de pistas con ejemplares de Garnacha Blanca, Malvasía, Torrontés y Tempranillo Blanco. El que me ha robado el corazón y me ha puesto a pensar es el Tempranillo Blanco... ahora sabemos como se embotella la niebla de La Rioja.
El Abel Mendoza Tempranillo Blanco 2014, recién soltado a los leones ya que pasa 5 meses en barrica. Presenta un acusado el contraste entre el espectro sutil de su abanico aromático y un mayor empuje y poder en la boca, invitándonos por un lado a lo etéreo y espiritual y por otro a caminar entre pedruscos y sentir el alma aún agresiva de las maderas donde sacó el pasaporte.
Lo que en otros casos resulta un problema de contradicción y desajuste del guion de la película, aquí es una suerte de Dr. Jeckyl y Mister Hyde en la misma copa, dos caras y caracteres: hombre y naturaleza, bodega y viña.. tierra y entorno... hasta dar con el quid de la cuestión: la boca sabe al paisaje firme y eterno de la Rioja y los aromas a sus acontecimientos y por lo leído el tránsito del invierno que nos llevó a este verano en la copa fue de profundas nieblas y en el vino se siente más que nunca la imperfección con la que Abel Mendoza define el resultado de sus vinos: el retrato más perfecto de un momento fotografiado en el tiempo.
Que pequeño y a la vez inmenso es el pacto con el diablo que firmó este monje riojano, a él la contrapartida para lograr lo sublime le ató a ser el retratista de los instantes en los que la naturaleza nos trastorna, las nieblas que cabalgan sobre nuestros escenarios conocidos no nos permiten distinguir entre realidad y ficción: ¿es el cielo que desciende a nuestros pies o nuestras almas las que vuelan?
La Cuenta: 16 a 18€ en tienda especializada
El Conteo: 8.5/10 Buena relación calidad/precio
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