En los primeros meses en Venezuela fui a un restaurante italiano de perfil familiar y tradicional recomendado por varias personas. Fueron tantas las alabanzas previas que estaba convencido de que conseguiría ese sabor y sazón que tanto mi mujer como yo hemos disfrutado por toda la geografía italiana en nuestros múltiples viajes. La decepción fue enorme, la pasta estaba mal preparada y las salsas y rellenos eran insípidos, cuando el cocinero y propietario me preguntó no pude mentir y le expresé mi desazón.
Hoy, pasados varios meses, regresé con la idea de concedernos mutuamente una segunda oportunidad, mis amigos seguían insistiendo que probablemente habia sido un accidente, fatalidades de un día, otras personas, incluso familiares, resaltaron en los últimos días la extraordinaria comida... de modo que me armé de positivismo y ganas de descubrir su cocina. La pequeña sala llena de gente, una espera moderada y a comer !!
Minestrone para empezar, bueno, potente... y dos preparaciones de pasta rellena, una de ajoporro a los cuatro quesos y la segunda de espinaca y queso ricota con funghi... no era desagradable, la pasta estaba en su punto pero no conseguía emocionarme ninguna de las dos... de nuevo la misma apatía en el plato... lo mejor los macarrones con tomate de mi hija.
He quedado desolado, ya no se si he sufrido dos malos días o si la oferta de pasta casera de este restaurante es lo que he visto y probado, no quiero pensar que todos mis amigos están equivocados, todo lo contrario, el errado soy yo por culpa de esa contraproducente vida en la que el listón de la pasta quedó demasiado elevado al pasar tantas extraordinarias veladas en los pueblos y ciudades de Italia donde la pasta es una cuestión de estado y orgullo de cada individuo que la prepara.
Hoy añoré la vechia e amata italia, i amicci delle Marche e dal Abruzzo, la trattoria del corso a Ascoli Piceno, la pizza bianca da Fermo, la pasta alla chitarra a Teramo, il pecorino in fossa a Rimini, mangiare nel agriturismo in montagna, e una mamma che mi fa sentire bene quando cucina: "mangia figlio mio, mangia bene, che non fa male"
Hoy, pasados varios meses, regresé con la idea de concedernos mutuamente una segunda oportunidad, mis amigos seguían insistiendo que probablemente habia sido un accidente, fatalidades de un día, otras personas, incluso familiares, resaltaron en los últimos días la extraordinaria comida... de modo que me armé de positivismo y ganas de descubrir su cocina. La pequeña sala llena de gente, una espera moderada y a comer !!
Minestrone para empezar, bueno, potente... y dos preparaciones de pasta rellena, una de ajoporro a los cuatro quesos y la segunda de espinaca y queso ricota con funghi... no era desagradable, la pasta estaba en su punto pero no conseguía emocionarme ninguna de las dos... de nuevo la misma apatía en el plato... lo mejor los macarrones con tomate de mi hija.
He quedado desolado, ya no se si he sufrido dos malos días o si la oferta de pasta casera de este restaurante es lo que he visto y probado, no quiero pensar que todos mis amigos están equivocados, todo lo contrario, el errado soy yo por culpa de esa contraproducente vida en la que el listón de la pasta quedó demasiado elevado al pasar tantas extraordinarias veladas en los pueblos y ciudades de Italia donde la pasta es una cuestión de estado y orgullo de cada individuo que la prepara.
Hoy añoré la vechia e amata italia, i amicci delle Marche e dal Abruzzo, la trattoria del corso a Ascoli Piceno, la pizza bianca da Fermo, la pasta alla chitarra a Teramo, il pecorino in fossa a Rimini, mangiare nel agriturismo in montagna, e una mamma che mi fa sentire bene quando cucina: "mangia figlio mio, mangia bene, che non fa male"
Italia avui??? Nosaltres també... El meu sentiment ha estat el mateïx.
ResponderEliminarAhora que lo dices con total sinceridad, creo que los "italianos" de Caracas no están como antes. Me parece que nunca ha pasado así con los "españoles".
ResponderEliminarUn abrazo.