En la mitología griega, Hiperión (‘el que vive arriba’ o ‘el que mira desde arriba’) es un Titán, hijo de Urano y Gea (del Cielo y la Tierra), su singular belleza atrajo los celos de los demás titanes que acabaron asesinándolo. Desde las alturas de La Unión, muy cerca del Hatillo, hoy investigábamos en la búsqueda de lugares secretos en este pedazo alejado de la capital que ultimamente atrae nuestros pasos. Muy cerca de la cachapera de Doña Inés vimos un cartel de un picadero con la cara de un caballo que nos invitaba al desayuno o almuerzo, dimos media vuelta y entramos.
Es un club hípico privado, rodeado de frondosidad y con unas cuadras cuidadisimas, un picadero excelente para el aprendizaje y la práctica del salto. En la casa del club, una terraza comodisima al aire libre rodeada de esbeltos árboles con unas pocas mesas y la señora Mercedes que nos invita a probar su comida casera de arraigo tradicional con recetas autóctonas de la abuela, de la bisabuela y con su propio criterio para aportar una selección de lo más trufado del recetario venezolano de toda la vida.
Hoy empezamos con una isla flotante de ají dulce en crema de calabacín que aportaba la única concesión moderna, luego probamos un pastel de chucho margariteño que quedó en segundo plano cuando apareció una extraordinaria polvorosa de pollo y un asado negro con pasta que hizo las delicias de niños y mayores. Dejamos para una segunda visita los bollos pelones de plátano con coulis de aji dulce y las chalupitas, que son unas tortitas de maiz rellenas de queso sobre guiso de pollo... todo promete en este rincón equino !!!!
Deseo regresar muy pronto, sobretodo porque invita a la relajación en un ambiente bucólico, porque Mercedes Ramírez es una anfitriona especialmente carismática y porque quiero probar el menu de los desayunos: sopa "saca-ratón", panquecas, arepa rellena y un llamativo desayuno "criollo-oriental" donde pescado y carne mechada comparten plato con el perico, la arepa y lo que quieras meterle...
Confiesa Mercedes su pasado culinario en Margarita con la posada Dulcinea, hoy, en medio de los bosques de Oripoto, Mercedes cabalgó a lomos de rocinante obrando el gran milagro de hacernos creer que todavia en Caracas aparecen molinos de viento cuando menos los esperamos. Hoy fui Don Quixote en este descubrimiento de su Dulcinea, desde mañana llegaré a su venta para sentirme como Sancho Panza, puro disfrute y glotonería.
Es un club hípico privado, rodeado de frondosidad y con unas cuadras cuidadisimas, un picadero excelente para el aprendizaje y la práctica del salto. En la casa del club, una terraza comodisima al aire libre rodeada de esbeltos árboles con unas pocas mesas y la señora Mercedes que nos invita a probar su comida casera de arraigo tradicional con recetas autóctonas de la abuela, de la bisabuela y con su propio criterio para aportar una selección de lo más trufado del recetario venezolano de toda la vida.
Hoy empezamos con una isla flotante de ají dulce en crema de calabacín que aportaba la única concesión moderna, luego probamos un pastel de chucho margariteño que quedó en segundo plano cuando apareció una extraordinaria polvorosa de pollo y un asado negro con pasta que hizo las delicias de niños y mayores. Dejamos para una segunda visita los bollos pelones de plátano con coulis de aji dulce y las chalupitas, que son unas tortitas de maiz rellenas de queso sobre guiso de pollo... todo promete en este rincón equino !!!!
Deseo regresar muy pronto, sobretodo porque invita a la relajación en un ambiente bucólico, porque Mercedes Ramírez es una anfitriona especialmente carismática y porque quiero probar el menu de los desayunos: sopa "saca-ratón", panquecas, arepa rellena y un llamativo desayuno "criollo-oriental" donde pescado y carne mechada comparten plato con el perico, la arepa y lo que quieras meterle...
Confiesa Mercedes su pasado culinario en Margarita con la posada Dulcinea, hoy, en medio de los bosques de Oripoto, Mercedes cabalgó a lomos de rocinante obrando el gran milagro de hacernos creer que todavia en Caracas aparecen molinos de viento cuando menos los esperamos. Hoy fui Don Quixote en este descubrimiento de su Dulcinea, desde mañana llegaré a su venta para sentirme como Sancho Panza, puro disfrute y glotonería.
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