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Hacía varios años que no paseaba por la Ribera de Navarra y en esta ocasión aprovechamos las fiestas navideñas para hacer una ruta muy especial por Navarra, La Rioja y Euskadi. Para mi la parada y fonda en Tudela resulta obligatoria, sea en el camino de ida en el tránsito de Barcelona hacia los confines de los Pirineos occidentales o al regreso de las costas del Mar Cantábrico
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La Ribera de Navarra es, según se llegue a ella, la antesala de las tierras vascas y riojanas o la despedida dorada de toda la magia enogastronómica que concentra este pedazo del planeta. Existen otros rincones del mundo dotados del suelo, agua, clima historia y gentes necesarios para que destaquen alimentos y brebajes únicos, pero la concentración de hipérboles gastronómicas que podemos encontrar en un tríángulo imaginario cuyos vertices serían las ciudades de Bilbao, Donostia y Tudela con un eje imaginario dibujado por el Rio Ebro, es de tal magnitud que los que no hemos nacido en estos parajes solo podemos hacer dos cosas: envidiarlos profundamente desde la distancia o sumergirnos en su terruño para gozar por un breve instante de aquellas materias primas y elaboraciones celestiales que nos ofrece.
La Ribera de Navarra es, según se llegue a ella, la antesala de las tierras vascas y riojanas o la despedida dorada de toda la magia enogastronómica que concentra este pedazo del planeta. Existen otros rincones del mundo dotados del suelo, agua, clima historia y gentes necesarios para que destaquen alimentos y brebajes únicos, pero la concentración de hipérboles gastronómicas que podemos encontrar en un tríángulo imaginario cuyos vertices serían las ciudades de Bilbao, Donostia y Tudela con un eje imaginario dibujado por el Rio Ebro, es de tal magnitud que los que no hemos nacido en estos parajes solo podemos hacer dos cosas: envidiarlos profundamente desde la distancia o sumergirnos en su terruño para gozar por un breve instante de aquellas materias primas y elaboraciones celestiales que nos ofrece.
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Eso es lo que hicimos nosotros estas navidades y en esta primera entrega de un viaje memorable... ¡¡¡¡ que mejor lugar que Tudela, y que mejor restaurante en Tudela que el Hostal Remigio !!!!
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Recordé un comentario que días antes en el Priorat me había expresado Álvaro Palacios, hijo de la vecina población riojana de Alfaro. El enólogo razonaba bajo la hipótesis de que si en la Rioja y Navarra las verduras rozan la perfección, ello es porque estan intimamente asociadas al desarrollo del vino en estas tierras. Antes que nadie riojanos, alaveses y navarros aprendieron a ser selectivos en la genética gracias al cultivo de la vid, a la selección de los mejores clones, y toda aquella exigencia se trasladó al resto de cultivos que compartían el Rio Ebro y el mismo terreno, mejorando indudablemente cada uno de los frutos de este esfuerzo. La calidad de sus guisantes, habas, cardos o borrajas no tiene competencia aunque su fama y buen manejo culinario queda encerrado en las ollas y pucheros de sus gentes, pero el trío formado por alcachofas, pimientos y espárragos con Denominación de Origen son referencia mundial por su nivel de calidad inigualable gracias a sus formatos en conserva que permiten difusión más allá de estas fronteras.
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La entrada a este universo vegetal en el Hostal Remigio tiene un formato crudo con la variedad de lechuga Lactuca Sativa, más conocida como Cogollos de Tudela, es la más atractiva para el paladar que conozco. De tamaño pequeño, presenta una textura prieta y ligeramente rugosa y las hojas compactadas con un verde que es brillante en el exterior y va palideciendo a medida que nos acercamos al corazón. De sabor amargo y más pronunciado que la lechuga pero menos exagerado que una endivia y con una textura infinitamente superior a esta. con el Cogollo de Tudela las ensaladas pueden incorporar sin temor cualquier vinagreta, resalta los mejores vinagres balsámicos y mostazas y permite extraordinarios bailes con conservas en salazón como las anchoas u otras vegetales como espárragos, pimientos y aceitunas.
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En este caso nuestra elección era un ying yang entre anchoas del cantábrico y un exceso lomo de bonito del norte en cocción a baja temperatura para confundir al comensal con una conserva de atún, pero claro, con una textura tan melosa que el enlace era magistral y la vinagreta de vinagre balsámico cerraba el círculo.
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Dudo entre la menestra y las alcachofas o en no renunciar a nada, pero como pretengo completar el juego con un pescado y un animal de cuatro patas, la duda se despeja sola al comprobar que en casi todas las mesas las alcachofas levantan suspiros. El camarero ofrece varias opciones pero en realidad tenía decidido que se mostraran "impúdicas", hervidas y salteadas con jamón y ajos... todavía se me pone la piel de gallina al recordarlas, mi esposa y yo competimos por cada centímetro cuadrado y nos alegra que por esta vez los niños prefieran seguir con su menú infantil. No existe alcachofa con hojas tan tiernas y sabrosas, desde las del perímetro hasta su lujurioso corazón, no existe, y no hay otra forma de comprobarlo que en vivo y en directo, porque en mi opinión la alcachofa en conserva jamás alcanza el cénit de la fresca, mientras que pimientos y espárragos en su conservación adquieren nuevos y brillantes atributos.
La alcachofa es uno de los enemigos declarados del vino, resulta muy dificil hacer que conversen en armonía, pero en lo personal considero que es uno de los reyes del mundo vegetal, sobretodo durante la temporada, de enero a marzo en el Mediterraneo. Haciendo un símil con las exquisiteces del mar, el cerdo para mi es el centollo de la dehesa, mientras que la alcachofa es la langosta de la tierra... y en el plato que nos ofrecieron en el Remigio, jamón ibérico y alcachofa unidos al ajo, simplemente perfecto.
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Tomamos carretera dejando atrás la elegante estampa de Tudela, con los campanarios y cigüeñas al fondo y una digestión cargada de satisfacción, canturreaba repetidamente el estribillo de un bolero... pasaran más de mil años... Tudela seguirá siendo encrucijada de caminos de Norte a sur, Tudela y Navarra seguirán elevando su nombre cada vez que alguien abra una lata para llenarse la boca con uno de sus espárragos y pimientos y, más de 1.000 años después habrá un Hostal Remigio donde ponerse a llorar de alegría cuando la alcachofa y el ajo, el bacalao y el cordero sigan bailando juntos entre una olla y una sartén.
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Me habia perdido este escrito, nunca he entrado en el REMIGIO, pero si lo he hecho en el Restaurante TREINTAITRES, (www.restaurante33.com) y las verduras son deliciosas.
ResponderEliminarsaludos.