Una de nuestras metas era conocer las distintas caras del Volcán Barú, la pena es que la montaña más alta del país que corona brillantemente con 3.474 metros la Cordillera de Talamanca, jamás se nos mostró impoluta, la cumbre y el cráter siempre estuvieron cubiertos de nubes. Pero las vistas desde Boquete o la ascensión hasta el pueblo de Cerro Punta nos ofrecían el esplendor de la alta montaña y escenarios de gran belleza.
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Bosques tropicales entremezclados con vegetación de altura, pinos y abetos entre pedruscos volcánicos. El rumor de cientos de ríos y afluentes que recuerdan el impacto de mi primer viaje a Suiza aún siendo adolescente, truchas por doquier y caidas de agua generosas aún en temporada seca dotan de agua dulce permanente a estos valles fértiles. Plantaciones de todo tipo de hortalizas en las laderas, origen de las mejores y más reputadas verduras de Panamá, el café como cultivo predominante y símbolo de calidad y cultura, mucha cultura de lo que debe ser el cultivo orgánico y el equilibrio ecológico para la conservación de los suelos de los Valles Altos.
Pensé en mis amigos de los andes merideños de Venezuela, en Takeshi quien cambio altura americana por neozelandesa, pero sobretodo en Ana Belén y su madre, en Sumito y su padre defendiendo la conservación del "vallecito", defendiendo al fin sus raices de altura.
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Me conquistó el pueblo de Boquete enclavado en un anfiteatro rodeado de cumbres, tiene personalidad propia, es el corazón que mueve los Valles Altos y es, como inspiración, clave para entender el orgullo y las costumbres del chiricano. Nuestra visita coincidió además con la celebración de la Fiesta de las Orquideas en el recinto de la Feria de las Flores y el Café de Boquete, evento crucial en el calendario de este precioso pueblo de montaña. Pero la naturaleza que rodea a Boquete no llega a tanta belleza como lo que observamos desde la meseta regada de piedras volcánicas en Volcán y la carretera que serpentea hasta alcanzar las alturas de los pueblos de Bambito y Cerro Punta desde donde el escenario se abre majestuoso para divisar toda la cordillera.
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No pude disfrutar de una contemplación pausada ni de las atracciones del lugar porque el tiempo fue enemigo y pasó demasiado veloz, teniamos cita familiar con un buen amigo y compatriota que tiene su finca de montaña bien cerquita y disfrutamos de una tarde de buenas brasas y verduras asadas. Coincidimos en casa de que en la próxima visita nos quedaremos aislados en alguna posada de Bambito o Cerro Punta para conocer hasta el último detalle. Sin duda lo merece.
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gracias ORIOL por tan detallados comentarios.
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