Llega el fin de semana y en nuestro tiempo libre es habitual acabar dando un paseo por el casco viejo de Panamá, la ciudad antigua, patrimonio de la humanidad es un espacio cómodo para caminar y permitir que los pequeños se diviertan en las plazas y frente al mar. Desde el malecón y los baluartes se divisa en el horizonte la moderna capital con sus imponentes rascacielos. Un brutal contraste entre el ayer y el hoy que siempre prefiero divisar desde las callejuelas de antaño. Mi cámara refleja el vaivén de las mareas pero también la influencia suprema del clima tropical en Panamá.
. Con la marea baja, el skylin capitalino sufre una mutación estética profunda.Con la marea alta los edificios parece que adquieren un aspecto más señorial, pero al desaparecer las aguas uno recuerda imágenes de las películas de catastrofes que siempre afectan a Nueva York. La apariencia recuerda a la desolación de un ataque atómico.
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No hay lugar más idoneo para observar la entrada de las tormentas en la bahía de Panamá como el Casco Viejo. En ocasiones hemos observado la velocidad de penetración de las borrascas desde la comodidad de la terraza del restaurante Platea, las nubes entran por el este de la ciudad, lo cubren todo con su manto gris y avanzan con una fuerza demoledora hasta caer encima nuestro con una fiereza abrumadora. Disfrutamos de esas lluvias torrenciales que en la temporada acuden puntualmente a primera hora de la tarde. Esto es el trópico !!!!!
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El atardecer acostumbra a ser apacible y gracias a los últimos rayos de luz, los altos edificos de Avenida Balboa, Paitilla o Punta Pacífica recobram todo su lujo y esplendor. No hay dos días iguales en Panamá.
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