El pasado fin de semana ha sido uno de los que más hemos disfrutado desde que vivimos en Panamá, poco a poco todos los rincones de la geografía del istmo son objeto de nuestros deseo de conocimiento y descubrimiento. Nos acercamos hasta la costa de la provincia de Colón en el Caribe olvidando nuestros intereses profesionales en la Zona Libre y dirigiendo los andares hacia las playas y el pueblo de Portobelo.
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Era un fin de semana largo gracias al día del trabajador, lleno de alicientes informativos como el comentado partido entre el Madrid y el Barça, y en clave panameña, la gran jornada electoral, el llamado a la ciudadanía para las elecciones presidenciales, de diputados para la asamblea nacional, alcaldes y concejales para los municipios, además de las butacas para el parlamento centroamericano... todo los cargos de elección popular en una sola fecha cada cinco años.
Una fabulosa contienda democrática en la que de un solo golpe se resuelven los cargos y dominios políticos en todos los niveles de elección popular, contraste brutal con lo que he vivido en mis años en Venezuela en que el llamado a las urnas desde que gobiernan los chavistas se produce cada año, desde presidenciales a locales, a referendums para que el mandamás de casaca roja y maneras radicales legitime por las urnas su política extremista.
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Después de una larga campaña que empezó con las primarias del partido oficialista para elegir al candidato presidencial y continuo con el nacimiento y consolidación de una alternativa opositora, el domingo el panorama quedó diáfano con la victoria de la oposición de derechas encarnada en un empresario exitoso. El domingo, bajo un admirable proceso electoral que puedo calificar de muy transparente y ejemplarizante, se confirmó el rotundo descalabro de los oficialistas y la victoria sin paliativos de aquel que decían que iban a votar desde hace meses los taxistas, comerciantes, amas de casa, secretarias, mecánicos, estudiantes, empresarios, y practicamente la totalidad de las personas a quien pregunté cara a cara.
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Las bases del PRD, partido al que pertenece un porcentaje impresionante de la población se equivocaron en su día al elegir a una mujer con un pasado demasiado polémico, intimamente relacionada con el oscuro periodo del General Noriega que demostró demasiados guiños al socialismo del siglo XXI y que tuvo que soportar fundadas acusaciones de apoyo económico de parte del inquilino de Miraflores. El pueblo de Panamá le dijo rotundamente que NO a todo esto y entre los mensajes que más calaron en el pueblo justamente estaba la defensa de la nación a la posibilidad de que Chávez metiera sus narices en Panamá.
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A pesar de que no podiamos votar regresamos a casa en la hora precisa para seguir los acontencimientos. ¿Iba a revivir la tensión crítica de anteriores combates electorales frente al televisor?... recordé la escandalosa censura de los resultados, la larga espera y llamadas de amigos que decían saber lo que se estaba cociendo entre bastidores, las dudas sobre la veracidad de los escrutinios, las listas negras y el miedo generados por el moderno sistema de votación y sus infames captahuellas, las caceroladas por el desacuerdo y la cara sudada o desencajada por los orgasmos verborreicos del caudillo en su primera intervención tras los resultados... amén de todas las tretas previas a estos procesos en donde se coharta de antemano la voluntad de los electores.
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No, nada de eso sucedió, frente al televisor, a la hora del cierre de los centros de votación empezaron a ofrecer los resultados varias encuestadoras, todas daban el mismo veredicto, victoria opositora con distintos márgenes en la ventaja. En la hora convenida el organismo electoral empezó a ofrecer escrutinios de las mesas, minuto a minuto se actualizaban los totales de votos contabilizados y los porcentajes obtenidos por cada candidato, un proceso democrático y transparente en vivo y en directo... en cierto momento de la noche, cuando las cifras de recuento permitían conclusiones estadísticas, el organo electoral comunica la victoria irreversible del candidato de la oposición.
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Ahora el señor Ricardo Martinelli tiene la palabra para los próximos 5 años, pasado este tiempo, el pueblo panameño valorará su gestión y volverá a acudir a las urnas para elegir entre nuevos aspirantes, sean del color que ahora gobernará o de aquellos que prometan nuevas metas para el país... simple y llanamente democracia, jamás perfecta, pero democracia.
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Que precioso fue este fin de semana en el Pueblo de Portobelo, no fue otro, sinó ese pueblo y todos los de Panamá que escogieron libremente su destino. Felicidades.
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