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Además de revisitar las cocinas conocidas, estos días he tenido la suerte de descubrir a nuevos amigos y su personal e intransferible manera de entender la gastronomía. Los tres con nombre propio: Felip Andreu, Jesús Pellicer y César Mellior, los tres con historias que contar:
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Los Descubrimientos:
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Felip Andreu es hijo de un pequeño pueblo de Valencia, reside en Panamá desde hace pocos meses después de una larga trayectoria profesional en su tierra. En el caso de Felip los inicios como cocinero tuvieron como escenario empírico su propio restaurante, L'Assaig -el ensayo en nuestra lengua-, durante 13 años fue la plataforma de trabajo que posteriormente le permitió nuevas aventuras fuera de su tierra natal y alcanzar tierras caribeñas, primero para dejar huella en el mejor restaurante de Cuba y ahora en Panamá para dirigir la cocina de uno de los proyectos más llamativos que va a inaugurarse en pocas semanas.
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Felip Andreu es hijo de un pequeño pueblo de Valencia, reside en Panamá desde hace pocos meses después de una larga trayectoria profesional en su tierra. En el caso de Felip los inicios como cocinero tuvieron como escenario empírico su propio restaurante, L'Assaig -el ensayo en nuestra lengua-, durante 13 años fue la plataforma de trabajo que posteriormente le permitió nuevas aventuras fuera de su tierra natal y alcanzar tierras caribeñas, primero para dejar huella en el mejor restaurante de Cuba y ahora en Panamá para dirigir la cocina de uno de los proyectos más llamativos que va a inaugurarse en pocas semanas.
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Con Felip hemos desarrollado una ferrea amistad desde que asistió a una de las catas que impartí en Can Masoliver, fruto de ello y de la impaciencia por conocer su arte culinario acabamos organizando una cena espectacular en casa hace pocos días. El menú que preparó habla de lo que es capaz:
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- Falsa sopa de ajo de allá con croqueta de mero de acá.
- Crujiente de cinco quesos con tomate confitado.
- Calamares con cebolla, piñoncitos y unas gotas de magia.
- Crujiente de cinco quesos con tomate confitado.
- Calamares con cebolla, piñoncitos y unas gotas de magia.
- "Esgarraet", pimientos escalivados con ajo, aceite de oliva y bacalao
- La ensaladilla de L’assaig.
- Degustación de arroz al horno, de mi huerta, con todo.
- “Suquet” de pescado al estilo de mi madre.
- Sopa de fresas al aroma de pimienta de Sechuan, con “cositas”.
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- La ensaladilla de L’assaig.
- Degustación de arroz al horno, de mi huerta, con todo.
- “Suquet” de pescado al estilo de mi madre.
- Sopa de fresas al aroma de pimienta de Sechuan, con “cositas”.
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Tuvimos también la oportunidad de aceptar la invitación de otro joven cocinero, se trata de Jesús Pellicer, madrileño. Llegó a Panamá sin prisas por regresar al día a día en una cocina, primero se dedicó a conocer hasta el último paraje del país, recientemente estuvo durante unas semanas ayudando en El Rincón de Sancho, allá nos brindó unas croquetas de mero impresionantes, tanto que mis hijos nos las quitaban de las manos y hubo que repetir ración, atacamos pulpo, calamares, langostinos, arrocito y pescado, todas las recetas como a mi me gustan.
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Si a ello le sumanos que Jesús también es pastelero, de postre aparecieron una torrijas con miel después de que le hubiera confesado mi añoranza por este postre tradicional. Ahora le esperan nuevos fogones en la ciudad, tiene las ideas muy claras y estoy seguro que aportará allá donde vaya la ética y el amor por su profesión.
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Ante tal dominio ibérico, quisimos tener una noche francesa y por ello nos dirigimos al conocido Ten Bistro. El restaurante situado en la planta baja del Hotel de Ville, un exclusivo hotel boutique en pleno distrito financiero, conserva en su comunicación el nombre y apellido de su creador original, el francés Fabien Migny pero el día a día de la cocina ha cambiado de manos. Los nuevos aires vienen de Venezuela y gracias a que el mundo es un pañuelo o una servilleta, la casualidad quiso que el chef Cesar Mellior sea el hermano de la querida y recordada "Gus", María Mellior, colaboradora de nuestra empresa en Venezuela para las Relaciones Publicas.
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Más allá de la motivación extraordinaria que pudiera suponer el encuentro casual para el ánimo del chef, la cena fue un espectáculo, por los detalles y por el conjunto. Cuatro comensales con mente y cuerpo dispuestos a todo y en la cocina la motivación por hacernos felices. Una oferta de vanguardia en la escenografía de los platos, recetas con fusiones franco asiáticas actualizadas, modernas y muy seductoras pero lejos de las modas pasajeras. Amplificación de la calidad de las materias primas en los entrantes, con el cambio de tercio cocina mucho más elaborada con mayúsculas y para la estocada final, los postres son de campeonato y son famosos por ello, quizás en lo que a pastelería de restaurante se refiere estamos ante el que más cuida esta suerte final.
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