Juana Sánchez Pérez, puro salero andaluz y la alegría de la huerta, era de un pueblo cerca de Jerez y la vida nos la puso delante siendo una enorme influencia en la familia y la mejor cocinera de comida casera que jamás haya conocido.
Nos regaló una infancia y juventud privilegiada como comensal gracias a su infinito magisterio en lo que a cocina española y andaluza tradicional, aprendimos a comer cada mediodía algo más que bueno, lo supremo de cada receta, desde unas patatas fritas o huevos al plato que nadie más ha hecho como ella a los potajes más complejos y postres como el tocinillo de cielo que aún sobrevuelan en el paladar... la lista es interminable!!!
Entre sus obras de arte tocaba el bacalao como Messi entiende el fútbol, las croquetas insuperables y sus buñuelos de bacalao irrepetibles... Por mucho que busque ninguno se acerca al mito... Aunque estos de la bacallaneria Masclans con varias tiendas en Barcelona dejaron excelente impresión y trajeron a Juana a la memoria, solo por eso es que deben ser más buenos de lo que soy capaz de juzgar porque el mito ya es inalcanzable porque son sabores encumbrados en la memoria de los afectos y no hay nada que pueda superarlos, solo acercarse para rememorar.
Nos regaló una infancia y juventud privilegiada como comensal gracias a su infinito magisterio en lo que a cocina española y andaluza tradicional, aprendimos a comer cada mediodía algo más que bueno, lo supremo de cada receta, desde unas patatas fritas o huevos al plato que nadie más ha hecho como ella a los potajes más complejos y postres como el tocinillo de cielo que aún sobrevuelan en el paladar... la lista es interminable!!!
Entre sus obras de arte tocaba el bacalao como Messi entiende el fútbol, las croquetas insuperables y sus buñuelos de bacalao irrepetibles... Por mucho que busque ninguno se acerca al mito... Aunque estos de la bacallaneria Masclans con varias tiendas en Barcelona dejaron excelente impresión y trajeron a Juana a la memoria, solo por eso es que deben ser más buenos de lo que soy capaz de juzgar porque el mito ya es inalcanzable porque son sabores encumbrados en la memoria de los afectos y no hay nada que pueda superarlos, solo acercarse para rememorar.
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