Hay quien gusta coleccionar objetos, le gusta comprar ropa, carros, joyas, aparatos tecnológicos, apartamentos u otras propiedades... no tengo nada en contra... pero a mi, la verdad, nada de eso me importa realmente y simplemente le confiero un estricto valor utilitarista. Lo que me obsesiona es coleccionar experiencias, vivir y alimentar el alma y el corazón con el sabor que todo ello. Ese es el principal destino de mis inversiones en tiempo y dinero, un territorio incorruptible con uno mismo donde viajar, comer y beber ocupan la cúspide de mis anhelos. Actividades que por suerte o por desgracia son efímeras pero pueden llegar a ser eternas en el paladar del tiempo como aquel primer beso de amor. . Explicarlo es el mejor método que conozco para fijar lo vivido de forma mucho más nítida en los rincones de la memoria, luego aquel incierto juego con el paso de los años hará que sea selectiva. En estos momentos solo aspiro a que días como el vivido el pasado 25 de junio en un futuro lejan...
Gastronomía