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la cava bordelesa de Luis Felipe

En la jamonada de ayer nos reencontramos viejos amigos que disfrutamos del vino de un modo que más de uno al observarnos podría llegar a considerar enfermizo. Luis Felipe, Jordi y yo siempre tenemos un vino escondido para iniciar el juego de las sorpresas. Jordi es de amores riojanos hasta la muerte, de los clásicos a los modernos, y abierto al descubrimiento de todo lo que nos ofrece la geografia española, coincidimos ambos en el cansancio que nos provoca la homogeneidad del vino de la Ribera del Duero pero diferimos en el gusto por lo francés. Luis Felipe muere por Francia y sus grandes borgoñas y burdeos, los vinos del norte del ródano que a mi me fascinan no han sido tan llamativos para él, y su visión del vino español ha sido hasta hace poco sesgada a las limitaciones del catálogo presente en Venezuela. Los tres coincidimos en una pasión: Barolo

Antes de navidad el contrapunteo fue en mi oficina, como colofón ofrecí la última botella que me quedaba de el Contador, uno de los hijos de la nueva Rioja que en las manos de Benjamín Romeo se ha convertido para la Guia Peñín de los vinos Españoles 2007 recién salida al mercado en el segundo vino mejor valorado de toda la guía solo por detrás del inefable Pingus. Quedamos totalmente fascinados por su complejidad, un vino que no tiene mayor maridaje que unir copa, temperatura, tiempo holgado para el desarrollo de su explosión de matices y conversación enfermiza sobre el legado de su surrealista nariz. De la misma bodega otro de sus vinos de finca La Viña de Andrés Romeo se convirtió en el vino del año para el también apasionado amante del dios Baco, el cocinero Carlos García.

Tiempo atrás Luis Felipe consiguió conquistar una velada con un Chateau Ausone del que dejé referencia en este blog. Ayer fueron dos los que aparecieron en acción, el segundo fue el Chateau Grand-Puy-Lacoste de Pauillac, añada del 99, inferior en valoración al de 2000 en las guias internacionales y que realmente no nos atrapó ni pensamos que cometieramos un grave infanticidio ya que no parecía que pudiera dar mucho más en los próximos años. Pero el primero de la noche fue el Chateau Trotanoy 2000 de Pomerol y nos dejó maravillados por la profundidad de su nariz y un bouquet tan complejo y cambiante que en los primeros minutos parecía que me encontraba frente a una joven voluptuosa de 20 años disfrazada de latex negro a punto de propinarme una paliza sadomasoquista. 30 o 40 minutos después, la dama se tornó elegante, como una misteriosa mujer que al verla en la calle contornea gracilmente su cuerpo para lanzar una mirada pícara, con una sonrisa dulce pero muy serena al pobre infeliz que quedó absorto al verla pasar. Que magia la del vino cuando la copa y el que la copa tienen paciencia para el disfrute.

La bodega cuenta con tan solo 7 hectareas y es otra de las buenas inversiones de Jean-Pierre Moueix en Pomerol a quien conocemos por el Petrus. Sin duda estos vinos son primos hermanos y podriamos decir que es como disfrutar de un "petit Petrus" porque no hay duda que los Trotanoy se inundan de igual filosofia. Querido Luis Felipe, ahora la próxima sorpresa será mía y espero provocar nuevos "Olés" después del "Oh la la!" de ayer

Comentarios

  1. Anónimo1:24 p. m.

    esto se ha convertido en algo maravilloso... Yo iré preparando algo especial...

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