La semana pasada nuestra Caracas gastronómica pudo disfrutar de la presencia de Edgar Leal durante tres sesiones en el restaurante Sibaris de Las Mercedes.
No voy a profundizar en lo mucho que disfrutamos la cena y en lo que comimos ya que prefiero recomendaros la lectura del post de Federico Tischler donde desgrana a la perfección el menú que degustamos la noche del sábado http://siimportaunbledo.blogspot.com
Lo que me fascinó fue el personaje, o mejor dicho el ser humano y el profesional. Asistí a una sesión teórica memorable que impartió para todo el equipo de cocina de Sibaris y pude comprobar su autoridad moral ante los jóvenes cocineros, todos estaban agradecidos y profundamente impactados por los días vividos junto a él. habló de gestión, enseñó en la cocina detalles a cada cocinero que veía que podía mejorar alguna operación cotidiana como la influencia de la posición de un cuchillo para cortar algún ingrediente.
Edgar trabaja y convive con sus compañeros de profesión con un nivel de humildad y compenetración que no deja indiferente. Cuando hacia referencia a eventos internacionales que ha protagonizado relativizaba el éxito obtenido con argumentos muy sólidos y sinceros, llegué a pensar que era un exagerado en quitarse los méritos y el último día le pregunté sobre su apreciación del evento organizado por Sibaris y después de unos segundos en silencio, asintió con la cabeza para confirmar que efectivamente había sido un rotundo éxito.
Me fascinó su compromiso con la profesión, para amarla hay que respetarla hasta en lo más anecdótico, se autoimpone reglas como no beber ni una gota de vino hasta que termina su trabajo del día, recomienda a los cocineros fumadores no encender un cigarrillo hasta volver a vestirse de "civil".
El restaurante se convirtió en una semana en su propio espacio, le vi controlar y juzgar cada uno de los detalles para que nada quedara improvisado, su sensibilidad llega hasta el punto de quedar fascinado con detalles como las flores de los centro de mesa, su capacidad para integrarse y hacer suyo el espacio asumiendo responsabilidades inauditas tuvo como punto culminante la madrugada del sábado, habiamos compartido sobremesa hasta muy tarde con el extraordinario grupo familiar que compone Sibaris, nos estabamos despidiendo en la calle, el restaurante quedaba cerrado y desde la calle él hizo un repaso visual del interior del restaurante, remarcó que había un punto de luz, una velita habia quedado encendida y motivó a que se apagara...
¡una velita encendida puede acabar con la inversión de un negocio! expreso con suma seriedad.
Edgar desapareció en la noche caraqueña para regresar a su cacao diario en Florida, dejó huella y pudo comprobar el enorme respeto y cariño que le profesa Venezuela. Pocas veces confluyen tantas buenas vibraciones y justo es reconocer el empeño y amor que le han dedicado la gente de Sibaris.
No voy a profundizar en lo mucho que disfrutamos la cena y en lo que comimos ya que prefiero recomendaros la lectura del post de Federico Tischler donde desgrana a la perfección el menú que degustamos la noche del sábado http://siimportaunbledo.blogspot.com
Lo que me fascinó fue el personaje, o mejor dicho el ser humano y el profesional. Asistí a una sesión teórica memorable que impartió para todo el equipo de cocina de Sibaris y pude comprobar su autoridad moral ante los jóvenes cocineros, todos estaban agradecidos y profundamente impactados por los días vividos junto a él. habló de gestión, enseñó en la cocina detalles a cada cocinero que veía que podía mejorar alguna operación cotidiana como la influencia de la posición de un cuchillo para cortar algún ingrediente.
Edgar trabaja y convive con sus compañeros de profesión con un nivel de humildad y compenetración que no deja indiferente. Cuando hacia referencia a eventos internacionales que ha protagonizado relativizaba el éxito obtenido con argumentos muy sólidos y sinceros, llegué a pensar que era un exagerado en quitarse los méritos y el último día le pregunté sobre su apreciación del evento organizado por Sibaris y después de unos segundos en silencio, asintió con la cabeza para confirmar que efectivamente había sido un rotundo éxito.
Me fascinó su compromiso con la profesión, para amarla hay que respetarla hasta en lo más anecdótico, se autoimpone reglas como no beber ni una gota de vino hasta que termina su trabajo del día, recomienda a los cocineros fumadores no encender un cigarrillo hasta volver a vestirse de "civil".
El restaurante se convirtió en una semana en su propio espacio, le vi controlar y juzgar cada uno de los detalles para que nada quedara improvisado, su sensibilidad llega hasta el punto de quedar fascinado con detalles como las flores de los centro de mesa, su capacidad para integrarse y hacer suyo el espacio asumiendo responsabilidades inauditas tuvo como punto culminante la madrugada del sábado, habiamos compartido sobremesa hasta muy tarde con el extraordinario grupo familiar que compone Sibaris, nos estabamos despidiendo en la calle, el restaurante quedaba cerrado y desde la calle él hizo un repaso visual del interior del restaurante, remarcó que había un punto de luz, una velita habia quedado encendida y motivó a que se apagara...
¡una velita encendida puede acabar con la inversión de un negocio! expreso con suma seriedad.
Edgar desapareció en la noche caraqueña para regresar a su cacao diario en Florida, dejó huella y pudo comprobar el enorme respeto y cariño que le profesa Venezuela. Pocas veces confluyen tantas buenas vibraciones y justo es reconocer el empeño y amor que le han dedicado la gente de Sibaris.
Hola Oriol, que bueno que te ha gustado la cena sin duda alguna Edgar es maravilloso.. yo estoy haciendo pasantias en la cocina de Sibaris y tuve la oportunidad de compartir con Edgar, un maestro en la cocina, muyy humilde, buena persona y muy sencillo. aprendí muchísimo esa semana que estuvo en caracas en cuanto a su filosofía de trabajo. Además la charla que nos dio sobre como administra su restaurant y todo el esquema funcional que utiliza en su restaurant fue muy nutrida, nos hablo de cómo empezó su restaurant, sus anécdotas, como mantiene su personal. Saludos.
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