Esta mañana desperté a las ocho, hasta mis hijos respetaron el sueño de los papás. Eran practicamente las nueve cuando me senté en la terraza de Das Pastelhaus en el pueblo de El Hatillo, con los dos periódicos nacionales y muchas ganas de desayunar en calma con una mañana soleada que invitaba a tomarse el día libre.
Hace solo un año tampoco quería empezar a trabajar pero por razones opuestas, no había nadie en las calles, como hoy, pero no por una rumba como la de esta madrugada pasada sinó por la tristeza acumulada de comprobar que el presidente parecía irreductible. Aquel día fue lúgubre, lluvioso y con un silencio tan grave que añadía notas wagnerianas a la tragedia.
En este amanecer las calles estaban despejadas, el aire era fresco y solemne, el verdor de la lagunita más intenso que de costumbre y nadie tocaba el claxon. Desplegué los periódicos acompañado de un marron grande fuerte, una ración doble para celebrar en la intimidad con un croissant de chocolate, elección que guardo para aquellos días en que no importan unas calorias de más. La música en la pastelería parecía la banda sonora de mi alegría, como si un ser divino la hubiera puesto solo para mis oidos... llegué con Imagine de John Lennon, luego sonó Knockin' on heavens door en aquella fabulosa interpretación de Gun's & Roses.
La mañana del día después de un éxito es siempre única e inolvidable, como lo es también la mañana después de un día para el olvido. La noche ejerce de filtro reparador ante el extasis emocional, uno despierta con la sensación de que todo lo ocurrido pareciera un sueño. La limpieza bucal y el agua caliente sobre mi cabeza despiertan los sentimientos aletargados para confirmar sosegadamente que todo ocurrió, pero con la salida del Sol uno repasa los acontecimientos de forma más reflexiva, gozando de los detalles y dejando que la memoria atrape para siempre aquellos momentos que resultaron más conmovedores.
Hubo momentos durante el desayuno emocionantes, como si las lágrimas que nunca saben salir quisieran acompañar el café. La mañana se parecía demasiado a aquellas de adolescencia cuando en la noche antes aquel amor platónico largamente buscado y deseado me besó por primera vez, una amor que daba por perdido y que sufrí tantas noches en la fría soledad de mis pensamientos desde la cama solitaria que todos tuvimos alguna vez. Amor platónico, imaginado y soñado desde la soledad y con la certeza y la fustración de que jamás sería correspondido. Hasta que una noche me miró de forma distinta y confesó sus sentimientos paralelos. Eramos jóvenes, adolescentes y sin experiencia... pero ese beso jamás podrá ser igualado...
Esta mañana recuperé un amor, el amor por una Venezuela que hoy empieza a correspondernos después de tantos años de vivirla de forma platónica. Ahora que es una realidad, el camino que tenemos por delante es arduo y complejo, porque ahora quiero casarme con ella y tengo, más claro que nunca, que el que la posee no se la merece como todos nosotros.
Hace solo un año tampoco quería empezar a trabajar pero por razones opuestas, no había nadie en las calles, como hoy, pero no por una rumba como la de esta madrugada pasada sinó por la tristeza acumulada de comprobar que el presidente parecía irreductible. Aquel día fue lúgubre, lluvioso y con un silencio tan grave que añadía notas wagnerianas a la tragedia.
En este amanecer las calles estaban despejadas, el aire era fresco y solemne, el verdor de la lagunita más intenso que de costumbre y nadie tocaba el claxon. Desplegué los periódicos acompañado de un marron grande fuerte, una ración doble para celebrar en la intimidad con un croissant de chocolate, elección que guardo para aquellos días en que no importan unas calorias de más. La música en la pastelería parecía la banda sonora de mi alegría, como si un ser divino la hubiera puesto solo para mis oidos... llegué con Imagine de John Lennon, luego sonó Knockin' on heavens door en aquella fabulosa interpretación de Gun's & Roses.
La mañana del día después de un éxito es siempre única e inolvidable, como lo es también la mañana después de un día para el olvido. La noche ejerce de filtro reparador ante el extasis emocional, uno despierta con la sensación de que todo lo ocurrido pareciera un sueño. La limpieza bucal y el agua caliente sobre mi cabeza despiertan los sentimientos aletargados para confirmar sosegadamente que todo ocurrió, pero con la salida del Sol uno repasa los acontecimientos de forma más reflexiva, gozando de los detalles y dejando que la memoria atrape para siempre aquellos momentos que resultaron más conmovedores.
Hubo momentos durante el desayuno emocionantes, como si las lágrimas que nunca saben salir quisieran acompañar el café. La mañana se parecía demasiado a aquellas de adolescencia cuando en la noche antes aquel amor platónico largamente buscado y deseado me besó por primera vez, una amor que daba por perdido y que sufrí tantas noches en la fría soledad de mis pensamientos desde la cama solitaria que todos tuvimos alguna vez. Amor platónico, imaginado y soñado desde la soledad y con la certeza y la fustración de que jamás sería correspondido. Hasta que una noche me miró de forma distinta y confesó sus sentimientos paralelos. Eramos jóvenes, adolescentes y sin experiencia... pero ese beso jamás podrá ser igualado...
Esta mañana recuperé un amor, el amor por una Venezuela que hoy empieza a correspondernos después de tantos años de vivirla de forma platónica. Ahora que es una realidad, el camino que tenemos por delante es arduo y complejo, porque ahora quiero casarme con ella y tengo, más claro que nunca, que el que la posee no se la merece como todos nosotros.
Siempre tienes esa forma bonita de expresar las cosas, esas letras que llegan al corazón.
ResponderEliminarEso de lo que hablas es un sentimiento que en diferentes sitios y cada a quien a su manera disfutó de igual forma. Una mezcla de satisfacción, paz, alegria que hay en el ambiente.
Que bella es mi Venezuela y gracias a ti por quererla tanto :)
Yo ayer me acordé de una canción de Antonia Font, mallorquines, para describir mi alegría. Pero hoy, leyéndote, me ha venido a la cabeza Imagine. Así que te dedico mi canción del día. A ti y a todos los que hemos visto un nuevo amanecer, y que otro futuro es posible. Una gran abraçada amic meu!
ResponderEliminarOriolete... Que bells sentiments, ara comença una Veneçuela distinta. Ompli d'esperança!!! Gràcies per saber arribar a l'ànima! Un abraço
ResponderEliminarTatiana Mora
estimat jordi,
ResponderEliminargracies per la dedicatoria, jo encara ho estic celebrant "por todo lo alto"... ahir a la nit vaig estar a El Alazán enmig d'un gran grup d'estudiants que també celebranan, i ara acabo de tornar del bastet, un nou retaunrant... quien bebe los lunes, bebe toda la semana... quien gana un referendum la madrugada de un lunes, lo gana para siempre
Karla K,
ResponderEliminargracias por tus palabras, no nos conocemos personalmente pero me alegra que te acerques con tanta franqueza.
un gran abrazo desde la alegria,
Oriol
Estimada Tatiana,
ResponderEliminargracies per les teves paraules, tots tenim l'ilussió per aconseguir una nova veneçuela, el camí no serà gens fàcil però el canvi ja ha començat i es imparable.
espero veure't aviat,
una abraçada,
Oriol
Que felicidad que mucha gente halla experimentado ese mismo sentimiento esa mañana........ que vengan muchos amaneceres como ese
ResponderEliminarhermoso post oriol y quisiera que nuestro pais sea asi para siempre!!! saludos...
ResponderEliminarBueno en realidad espero algún día poder conocerlo personalmente, soy la hija del Sr. Carlos de San Cristóbal y empecé a leer su blog cuando escribió sobre las hallacas del Sr. Manuel :p, muy ricas por cierto jejeje yo también tuve el placer de probar los cayos y las hallacas :p
ResponderEliminarSaluditos andinos!!! que esté muy bien :)