Por segunda vez en poco más de una semana aceptamos la invitación del restaurante Bastet, a pocas horas de su inauguración oficial queriamos corresponder tanta amabilidad y buenos oficios.
La motivación para esta ocasión era triple, por un lado quería materializar con hechos lo que hace pocos días prometí a la chef Catherine Lemoine: traer una selección de vinos generosos que desde mi punto de vista eran capaces de generar perfectas armonías con la cocina Thai.
En segundo lugar responder al llamado de uno de los grandes magos de todo lo que se cuece en Caracas en gestión y organización de actividades gastronómicas, el gran Mago Merlín, Merlín Hessen que con su Cocina Abierta asesora brillantemente algunos de los eventos y propuestas de restauración que más destacan en la ciudad. Ejerce de organizador y anfitrión como nadie y por mi parte tiene ganado el respeto y admiración... quizás este mago Merlín si encontró la fórmula de la piedra filosofal, aquella anhelada sustancia que según los alquimistas era capaz de convertir en oro cualquier metal.
Apadrinados por los oficios del mago, conseguimos generar de forma espontanea una mesa amplia en donde confluimos buenos amigos, los caballeros y damas de una mesa como la de Camelot para ir más allá del encuentro gastronómico, convertir un lunes en una fiesta de amigos al abrigo de la cocina Thai.
El juego entre cocina y vino funcionó, Catherine preparó un menú orientado a encajar con cada uno de ellos, el encuentro más brillante de todos fue un Ceviche Thai con el vino generoso de Montilla-Moriles Palo Cortado de Bodegas Robles, quedamos fascinados por como el vino elevaba el plato. Me encantó también el contraste entre un chutney de mango verde con la complejidad del Oloroso Abuelo Pepe de Bodegas Robles y la vuelta a la calma que proponía en boca el Amontillado después de cada ensayo con los langostinos al curry picante... en esta ocasión me animé con el grado 4 que resultó muy sabroso sin llegar a adormecer la lengua, Carlos García pidió un platillo con el curry en grado 6, el máximo, pudimos con él, aunque se nos escapó alguna lagrimita.
Como dicen las crónicas sociales de la prensa capitalina, "la velada se alargó más allá de la medianoche", aunque si lo prefieren con mis palabras: nos lo pasamos de p... madre !!!
La motivación para esta ocasión era triple, por un lado quería materializar con hechos lo que hace pocos días prometí a la chef Catherine Lemoine: traer una selección de vinos generosos que desde mi punto de vista eran capaces de generar perfectas armonías con la cocina Thai.
En segundo lugar responder al llamado de uno de los grandes magos de todo lo que se cuece en Caracas en gestión y organización de actividades gastronómicas, el gran Mago Merlín, Merlín Hessen que con su Cocina Abierta asesora brillantemente algunos de los eventos y propuestas de restauración que más destacan en la ciudad. Ejerce de organizador y anfitrión como nadie y por mi parte tiene ganado el respeto y admiración... quizás este mago Merlín si encontró la fórmula de la piedra filosofal, aquella anhelada sustancia que según los alquimistas era capaz de convertir en oro cualquier metal.
Apadrinados por los oficios del mago, conseguimos generar de forma espontanea una mesa amplia en donde confluimos buenos amigos, los caballeros y damas de una mesa como la de Camelot para ir más allá del encuentro gastronómico, convertir un lunes en una fiesta de amigos al abrigo de la cocina Thai.
El juego entre cocina y vino funcionó, Catherine preparó un menú orientado a encajar con cada uno de ellos, el encuentro más brillante de todos fue un Ceviche Thai con el vino generoso de Montilla-Moriles Palo Cortado de Bodegas Robles, quedamos fascinados por como el vino elevaba el plato. Me encantó también el contraste entre un chutney de mango verde con la complejidad del Oloroso Abuelo Pepe de Bodegas Robles y la vuelta a la calma que proponía en boca el Amontillado después de cada ensayo con los langostinos al curry picante... en esta ocasión me animé con el grado 4 que resultó muy sabroso sin llegar a adormecer la lengua, Carlos García pidió un platillo con el curry en grado 6, el máximo, pudimos con él, aunque se nos escapó alguna lagrimita.
Como dicen las crónicas sociales de la prensa capitalina, "la velada se alargó más allá de la medianoche", aunque si lo prefieren con mis palabras: nos lo pasamos de p... madre !!!
Me quedó con tus palabras que con la versión capitalina!
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