Esta mañana desperté demasiado temprano para ser domingo, ayer me fui a dormir agotado y con la voz ronca por las emociones vividas al mediodía con la victoria épica del Futbol Club Barcelona en la final del Mundial de Clubs contra el aguerrido equipo argentino del Estudiantes de La Plata.
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Ayer el Barça logró levantar el sexto título del año 2009, concluyendo un año histórico en el que nos hemos coronado en todas las competiciones disputadas. Es una sensación única, saber que mi amado club es desde hoy el "mejor equipo de la historia", o como mínimo en el más laureado en una sola temporada, una gesta que en el futuro solo podrá ser igualada pero jamás superada, a menos que se inventen nuevas competencias oficiales.
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En la tarde de ayer, aún emocionado y compartiendo la alegría con amigos y barcelonistas de todas partes, recordé a mis abuelos Joan y Josep, ambos difuntos y con un amor y pasión incondicional por el Barça. Josep Serra fue futbolista en su juventud y junto a dos de sus hermanos, vistieron la camiseta del F.C. Barcelona en el siglo pasado, a finales de la década de los 20 y principios de los 30, cuando no existía la televisión y el fútbol profesional era todavía un sueño. Aún así, con lo poco que ganaban los futbolistas hace 80 años, mi abuelo y mis tios abuelos pudieron construir una fábrica. Joan Nadal no tuvo cualidades futbolísticas, pero desde muy joven abrazó la fe blaugrana y fue socio del Fútbol Club Barcelona hasta su muerte, de hecho habiendo cumplido 50 años como socio y con el carnet numero 1.107 de la entidad.
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Joan Nadal tuvo la suerte de poder ver al Barça campeón de Europa en 1992, un sueño hecho realidad para un aficionado culé que había sufrido más que disfrutado con el equipo de sus amores durante los 40 años de dictadura y los primeros años de democracia. Desgraciadamente Josep perdió esta oportunidad por muy pocos años. Como me hubiera gustado que ambos hubieran tenido la oportunidad de vivir este año glorioso para sentir que el Barça alcanza el estrellato absoluto después de una historia demasiado plagada de sufrimientos, decepciones e impotencia cuyas causas son sobradamente conocidas por los barcelonistas y catalanes.
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Hacerse seguidor del Barça en los últimos 5 años es fácil y obvio por el espectáculo futbolístico y las victorias y trofeos que ha conseguido el equipo desde la llegada de Ronaldinho y sobretodo con la aparición de Pep Guardiola como entrenador. Incluso es sencillo tener simpatias por el Barça en los últimos 20 años, desde que Johan Cruyff cambió la filosofía futbolística de la entidad con aquel mítico "dream team".
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Ser seguidor del Barça antes de estos periodos gloriosos de la actualidad no era tan sencillo, estaba practicamente acotado a las gentes de Barcelona y Catalunya. Eramos un club enorme en repercusión social en el marco de la convulsa historia de España del Siglo XX, en significado político. Un vehículo para expresar un sentimiento nacional y un anhelo democrático pero en lo deportivo no era posible traducir la importancia indiscutible de la entidad en trofeos, ello hubiera generado demasiados inconvenientes en la España de la Dictadura franquista.
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No es sencillo renovar año tras año, durante más de 40 años, la fe y amor por un club cuyos últimos laureles databan de la década de los 50. Es necesario amar a la entidad por encima de todos sus males y defectos. Es por eso que en un dia como hoy, campeones de todo, es necesario recordar a los abuelos, a los mios y a los de todos los que aprendimos a amar al Barça a través de sus ojos, de su sentimiento imperecedero labrado en algunas gestas y fortalecido con demasiado dolor.
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Mis hijos nacieron en la bonanza de victorias y campeonatos, ven al Barça levantando copas y más copas y no entienden todavía la explosión de júbilo y la emoción desatada de su padre. Solo han conocido a este Barça triunfal. Mis abuelos, mis padres y yo mismo, tres generaciones de barceloneses y barcelonistas, nacimos y crecimos viendo como los grandes trofeos se escapaban año tras año. Los abuelos no pudieron disfrutar, pero nosotros, cuarentones, y nuestros padres, hijos de la posguerra, si hemos tenido la recompensa a tantos años de fe y el gozo que esto provoca es ilimitado.
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Johan Cruyff y Josep Guardiola, son los dos seres humanos que simbolizan estos éxitos y por mi parte los voy a venerar hasta la muerte: el holandés porque nos devolvió el orgullo de ser ganadores y el "noi" de Santpedor, Pep, por ser ganadores con los chicos de la casa. El orgullo de ser barcelonista no ha dependido de estos triunfos, ese un amor incondicional y eterno que le debo a mis raices.
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Hola Oriol mi nombre es Alfonso y te escribo desde Venezuela. Al leer tu post me siento identificado contigo y que aunque no he tenido la suerte de ser Cule desde hace tanto tiempo si he tenido la suerte de vivir ese sentimiento que solo el Barca puede ofrecer.
ResponderEliminarConoci al Barca durante el tiempo que vivi en la Barcelona mientras mi padre hacia su especializacion en la Dexeus por alla por los 80 con mundial incluido. Era el Barca de Quini, Schuster, Alexanko, Migueli y claro... Maradona. La epoca de Lattek y Menotti en un ampliado Camp Nou para 115.000 fieles.
Al igual que para usted toda mi vida Cule paso instantaneamente por mi mente como si de una pelicula se tratara cuando sono el pitazo final. En ese momento todos los buenos recuerdos familiares ligados al futbol, aquellos partidos jugados en la playa, en el colegio y en cualquier sitio con los amigos Cules y porque no decir con los "Blancos" tambien fueron recordados.
Para ese momento las lagrimas ya hacia rato que habian escapado y todos nos sentimos "Pep" porque fuimos testigos y participes de la historia del futbol!!!
Visca el Barca!!
Saludos desde Venezuela!!
Alfonso
Cuando vi llorar a Pep Guardiola, me emocioné junto a él, por él, por mi, por ser culé y por ser ahora, los mejores del mundo !!! Anna
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