En Indigo hemos pasado algunas noches muy divertidas en su barra y en un ambiente muy cordial con las personas que dirigen el proyecto, hasta el punto de que nunca vemos la hora del cierre. Si bien funciona gran parte del día yo lo identifico como espacio nocturno para escuchar buena música, reunirme con amigos, buenas tertulias y mejores tragos.
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En ocasiones hemos cenado, sobre todo cuando organizan eventos gastronómicos monográficos de comida magrebí o asiática. De la carta me gusta el pulpo, la selección de boquitas libanesa y en los principales suelo repetir las brochetas de cordero con menta y la salsa picante típica de Marruecos o Tunez, la harissa. Buena relación calidad / precio.
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Por la bien ganada amistad y familiaridad con todo el equipo, solo tengo buenas palabras sobre el trato del servicio. Para nosotros, uno de los espacios para construir noches distintas y conocer a gente divertida en nuestra zona favorita de la ciudad: el casco antiguo.
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