¿A que sabe un gol de Messi?

El pastelero Jordi Roca, el pequeño de los tres hermanos Roca que forman equipo en el restaurante El Celler de Can Roca de Girona con tres estrellas Michelin, ha anunciado que lleva meses preparando un nuevo postre bajo los criterios de originalidad y creatividad que le distinguen.
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Jordi Roca, famoso por sus interpretaciones sobre el plato de los principales perfumes del mundo, se atreve ahora con una misión mucho más compleja y abstracta: hacer un retrato gastronómico del sentimiento de euforia y la explosión de alegría de un gol del mejor jugador del mundo en la actualidad: Leo Messi. Hasta el momento solo ha trascendido uno de los ingredientes del plato, el dulce de leche, algo que nos transporta ineludiblemente a los orígenes suramericanos del futbolista, el resto de la fórmula es todavía un secreto.
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Mientras esperamos a que Jordi Roca nos ofrezca su versión y tengamos algún dìa la oportunidad de probar el postre, deberemos utilizar la imaginación para transformar un gol del astro argentino en algo comestible. El gol clásico de Messi es aquel en el que escorado en banda derecha inicia carrera en diagonal hacia el centro del área, sortea a cuantos defensas intentan frenarle y en el último instante dispara a gol siempre con un efecto sorpresa y colocación del balón que engaña al guardameta.

Conociendo y habiendo experimentado los postres de Jordi Roca en el pasado, me atrevo a pronosticar algunas soluciones técnicas y creativas: el postre debe contemplar velocidad en la ejecución del gol y quizás para simbolizarla sea necesaria presentar el postre en una campana que al retirarla suelte un humo azulgrana proveniente de un destilado del sudor del propio Messi. Ese sería el primer impacto, la jugada a velocidad del rayo metidos en la epidermis del propio protagonista.

Como el dulce de leche debe ser utilizado ogligatoriamente, yo dibujaria sobre el postre un rastro zigzageante con el dulce de leche suficientemnte viscoso que simbolice como Messi controla el balón con los pies, literalmente se ata la pelota a la bota, e inicia un slalom mortal sorteando rivales. El punto álgido del postre es la explosión de júbilo y evidentemente en la secuencia del plato debe ser aquello que nos comamos al final después de la velocidad y el regate.

Bajo la forma de un balón de fútbol con una corteza de textura crujiente y fría, simbolizando el poder del disparo y el estremecimiento de la red de la portería, al atacar la pelota con la cuchara y partir su corteza es cuando explota desde el interior un universo de elementos calientes, burbujeantes y picantes que en el primer ataque en boca deben provocar mutaciones sápidas en lengua hasta lograr que cada comensal sienta que la sensación que más desarrolla en boca está asociada al equipo de su preferencia: dulce meloso y levemente picante para los barcelonistas, amargo como un mate para los argentinos, tremendamente ácido si el comensal es del Real Madrid, y salado con demasiado picante para los del Manchester United.

Para todos los que deseen verse dentro del alma del jugador, el postre deberá desarrollar en el paladar y hasta el estómago distintas sensaciones de picor agradable con distintas sensaciones de efervescencia hasta alcanzar a la altura del pecho y en la sién una catarsis, casi orgásmica, para que el efecto sea completo es necesario que exploten estrellitas de colores frente a los ojos y con un leve toque de pimienta provoquemos el sonrojo en mejillas y pupilas hasta logran una lágrima de emoción.
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Inmediatamente después de terminar el postre, nos deben servir la selección de petit fours de texturas e ingredientes complementarios al gol de Messi y que simbolicen el abrazo apasionado del resto de compañeros del barça después de convertir el gol.

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imagen: momento24.com