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Les mongetes, del exceso y la moderación

El domingo hicimos un festival gastronómico en casa basado en platos fundamentales de la cultura catalana. Escalivada de pimientos rojos, butifarra artesana a la brasa y las famosisimas mongetes del "ganxet", las alubias o caraotas blancas típicas de nuestra tierra como acompañante y un all i oli auténtico como salsa para dar el toque salvaje. Normalmente modero muchisimo la ingesta de las mongetes ya que tienen fama de indigestas y por provocar conciertos de viento durante la sobremesa y parte de la tarde.
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Con un par de cucharadas me quedo satisfecho para acompañar la vianda principal, pero en dos ocasiones en la vida me he extralimitado por ser irresistibles en su sabor, en ambas ocasiones he podido comprobar como mi cuerpo reacciona exageradamente hasta el punto de enfermar. La primera ocasión que perdí la salud por los intestinos fue en las fiestas dels Traginers de Balsareny, un homenaje a los antiguos arrieros que transportaban mercaderias por los caminos de carruajes de antaño. La gastronomía arriera tiene gran tradición en el norte de la península ibérica y se basa en aquellos ingredientes que podían transportar sin estropearse como los granos secos (alubias, garbanzos), pescados en salazón como el bacalao.
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En aquella oportunidad las mongetes hervidas habían sido embellecidas en la sartén con un manto de tocineta de la de verdad, no de finas lonchas de supermercado, y de regalo sobresalian en el plato tropezones de cortezas de cerdo... era tan extraordinario el sabor que no podía parar de comer, el resultado de los excesos me dejó fuera de combate por varios días y juré no volver a caer en la trampa. De esta historia hace quizás 9 años, estaba recién casado y aún recuerdo a mi esposa indignada con un servidor, debia pensar que se había casado con un loco demasiado obsesionado con la panza.
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El domingo sucedió algo parecido, aunque las mongetes eran mucho mas "sanas" pero el cóctel explosivo se completó con un all i oli bien potente, me serví las dos cucharaditas de rigor, pero desapareció tan pronto que repetí, luego volví a repetir y cuando nadie me miraba repetí por última vez, lo hice con moderación, poco a poco para ver mi reacción y como todo parecía normal no me preocupé... hasta que amanecí al día siguiente destruido, la dosificiación retrasó los efectos pero fueron inevitables...
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Este pilar de la gastronomía catalana definitivamente está restringido para mí, le pediremos a la Fundacion Alicia que preside Adrià que investiguen una nueva variedad genética que nos permita el disfrute en el paladar evitando sus posterior ataque kamikaze en el aparato digestivo, hasta entonces preferiré acompañar la butifarra con tajada de plátano.
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crédito imagen: receptesmaica

Comentarios

  1. Oriol, el problema no són les mongetes, ets tú que no tens mesura!!!...hahaha
    No és cert que siguin indigestes, sí que són flatulentes, però són super-saludables, considerades una de les fibres més recomanades per a portar una vida saludable...la mala fama no li permet tenir més presència en el àmbit gastronómic, però la seva aportació a la dieta mediterrania és importantíssima...amb mesura , es clar,..hahaha
    Suposo que la butifarra és la de Vilassar!
    Una abraçada

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