Hace unos días, cuando escribí sobre la pasión de mi hija por el picnic, mi querido amigo Carlos García se inspiró y propuso realizar uno en Galipán. Al final transformamos la idea inicial para reconvertirla en una visita a uno de sus restaurantes favoritos y de mayor carga sentimental: Casa Pakea
La ascensión a las cumbres del Ávila es siempre un espectáculo gracias a las empinadas rampas, Carlos demostró una gran pericia y delicadeza al volante del rústico e hizo que fuera realmente cómodo, sobretodo para mi mujer a quien solo le falta un mes para dar a luz. El día era soleado y practicamente sin nubes lo que nos permitió disfrutar de las vistas, sobretodo desde la atalaya del restaurante Pakea cuyo panorama sobre la vertiente norte del cerro permite disfrutar del mar caribe.
El restaurante es fruto de la pasión culinaria y el amor por el Ávila de un matrimonio de Euskadi, la cocina está en manos de José Manuel Bereciartua, conocido como Pakea. Hace más de 20 años que se trasladó a Venezuela pero sigue siendo Guipuzcoano hasta la médula. Fue uno de los primeros que trasladó su residencia a Galipán y también en abrir un restaurante en las alturas del cerro y sin duda le va muy bien porque más allá de las palabras, la cortesia y la simpatia natural que sentimos catalanes y vascos, me conquistó por una comida que simplemente defino como insuperable.
Empezamos con un abrebocas de morcilla en salsa de tomate y guisantes con un acabado de hierbas y especias y una cocción de antaño que convertía el plato en un viaje culinario a la sapiencia de las abuelas. El menú de degustación daba inicio con un pastel de mero con una salsa de pimientos del piquillo y tomate que consigue todos los elogios en la mesa, de nuevo sabores perfectamente congeniados. Continuamos con una selección de fritos con una croqueta de jamón, mejillón rebozado y albondiga de carne... Sin haber cruzado el ecuador del menú ya me había conquistado completamente ya que lo que ofrecen es una verdad suprema, una cocina que evoca los sabores de Euskadi con una elaboración llena de amor y tradición que desemboca en alto tan simple pero siempre complicado de lograr: la comida casera en su máxima expresión, superando los pucheros de ayer y hoy.
Mi hija no quiso seguir el menu y se obsesionó con unos camarones rebozados con salsa de tomate, para nosotros el show continuaba con unos pimientos del piquillo rellenos de calamares y acompañados de camarones salteados, la salsa era para morirse y el pan, demasiado bueno, el vehículo perfecto para no dejar rastro en el plato !!!!!!!
Pero faltaba llegar al pescado, "guipuchi" que no prepare buen pescado no es "guipuchi"... y Pakea nos brindó lo mejor: Kokotxas de merluza al pil pil... para los que no estén familiarizados con la Kokotxa, decir que es la carne más apreciada de la merluza y del bacalao y se sitúa en la parte baja de la cabeza... su textura es aterciopelada, muy melosa y se comen sin quitarle la piel... las Kokotxas de Pakea son desde hoy uno de los platos más importantes que puedo degustar en Venezuela y a estas alturas del ágape estaba de rodillas ante el señor por haberme regalado un día como hoy. Terminamos el menú con un solomillo con champiñones muy bien trabajado con perejil pero ya no pude con él... estaba lleno y el pan había sido el culpable... mejor dicho, las salsas que acompañaban cada preparación que era un crimen no devorarlas.
Un postre maginifico, natillas con manzana, tan bien hecho que mi mujer atacó el suyo y repitió con uno que sobraba. El final amenizado con el imprescindible licor dulce de las endrinas, el Patxaran navarro que tanta pasión provoca entre mis amigos... No cabia en mi cuerpo de tanto gozo y acabamos todos estirados sobre la hierba regodeandonos con la vista y relamiendo aún los mejores pasajes del banquete.
Regresamos a Caracas a media digestión, de nuevo Carlos demostró sus dotes al volante con un descenso sedoso como las Kokotxas... nos esperaba el segundo acontecimiento del día: El Requiem de Mozart en la Iglesia del Colegio María Auxiliadora de Altamira, un evento titulado "Me llamo Mozart" organizado por la Fundación Camerata de Caracas, la Camerata Barroca de Caracas y el Collegium Musicum "Fernando Silva Morvan". Nos ofrecieron una interpretación de lujo. Como soprano solista escuché por primera vez a mi amiga Natalia Díaz... quedé fascinado con ella y también con el bajo solista de quien no recuerdo el nombre.
Mientras disfrutaba de los coros pensaba en los extremos contrastes de esta ciudad que en un mismo día nos había ofrecido la paz y el sosiego en dos escenarios mágicos para deleite y alimento de todos los sentidos... que pena que en las calles de esta capital convivamos a diario con tantas incertidumbres...
La ascensión a las cumbres del Ávila es siempre un espectáculo gracias a las empinadas rampas, Carlos demostró una gran pericia y delicadeza al volante del rústico e hizo que fuera realmente cómodo, sobretodo para mi mujer a quien solo le falta un mes para dar a luz. El día era soleado y practicamente sin nubes lo que nos permitió disfrutar de las vistas, sobretodo desde la atalaya del restaurante Pakea cuyo panorama sobre la vertiente norte del cerro permite disfrutar del mar caribe.
El restaurante es fruto de la pasión culinaria y el amor por el Ávila de un matrimonio de Euskadi, la cocina está en manos de José Manuel Bereciartua, conocido como Pakea. Hace más de 20 años que se trasladó a Venezuela pero sigue siendo Guipuzcoano hasta la médula. Fue uno de los primeros que trasladó su residencia a Galipán y también en abrir un restaurante en las alturas del cerro y sin duda le va muy bien porque más allá de las palabras, la cortesia y la simpatia natural que sentimos catalanes y vascos, me conquistó por una comida que simplemente defino como insuperable.
Empezamos con un abrebocas de morcilla en salsa de tomate y guisantes con un acabado de hierbas y especias y una cocción de antaño que convertía el plato en un viaje culinario a la sapiencia de las abuelas. El menú de degustación daba inicio con un pastel de mero con una salsa de pimientos del piquillo y tomate que consigue todos los elogios en la mesa, de nuevo sabores perfectamente congeniados. Continuamos con una selección de fritos con una croqueta de jamón, mejillón rebozado y albondiga de carne... Sin haber cruzado el ecuador del menú ya me había conquistado completamente ya que lo que ofrecen es una verdad suprema, una cocina que evoca los sabores de Euskadi con una elaboración llena de amor y tradición que desemboca en alto tan simple pero siempre complicado de lograr: la comida casera en su máxima expresión, superando los pucheros de ayer y hoy.
Mi hija no quiso seguir el menu y se obsesionó con unos camarones rebozados con salsa de tomate, para nosotros el show continuaba con unos pimientos del piquillo rellenos de calamares y acompañados de camarones salteados, la salsa era para morirse y el pan, demasiado bueno, el vehículo perfecto para no dejar rastro en el plato !!!!!!!
Pero faltaba llegar al pescado, "guipuchi" que no prepare buen pescado no es "guipuchi"... y Pakea nos brindó lo mejor: Kokotxas de merluza al pil pil... para los que no estén familiarizados con la Kokotxa, decir que es la carne más apreciada de la merluza y del bacalao y se sitúa en la parte baja de la cabeza... su textura es aterciopelada, muy melosa y se comen sin quitarle la piel... las Kokotxas de Pakea son desde hoy uno de los platos más importantes que puedo degustar en Venezuela y a estas alturas del ágape estaba de rodillas ante el señor por haberme regalado un día como hoy. Terminamos el menú con un solomillo con champiñones muy bien trabajado con perejil pero ya no pude con él... estaba lleno y el pan había sido el culpable... mejor dicho, las salsas que acompañaban cada preparación que era un crimen no devorarlas.
Un postre maginifico, natillas con manzana, tan bien hecho que mi mujer atacó el suyo y repitió con uno que sobraba. El final amenizado con el imprescindible licor dulce de las endrinas, el Patxaran navarro que tanta pasión provoca entre mis amigos... No cabia en mi cuerpo de tanto gozo y acabamos todos estirados sobre la hierba regodeandonos con la vista y relamiendo aún los mejores pasajes del banquete.
Regresamos a Caracas a media digestión, de nuevo Carlos demostró sus dotes al volante con un descenso sedoso como las Kokotxas... nos esperaba el segundo acontecimiento del día: El Requiem de Mozart en la Iglesia del Colegio María Auxiliadora de Altamira, un evento titulado "Me llamo Mozart" organizado por la Fundación Camerata de Caracas, la Camerata Barroca de Caracas y el Collegium Musicum "Fernando Silva Morvan". Nos ofrecieron una interpretación de lujo. Como soprano solista escuché por primera vez a mi amiga Natalia Díaz... quedé fascinado con ella y también con el bajo solista de quien no recuerdo el nombre.
Mientras disfrutaba de los coros pensaba en los extremos contrastes de esta ciudad que en un mismo día nos había ofrecido la paz y el sosiego en dos escenarios mágicos para deleite y alimento de todos los sentidos... que pena que en las calles de esta capital convivamos a diario con tantas incertidumbres...
Atropellos en la Ràdio Venezolana:
ResponderEliminarLos programas “RED 23″ y “Oir es Ver” fueron retirados del aire de la ràdio Venezolana.
El mejor programa de ràdio venezolana “RED 23″ y “Oir es VER”, programas de caràcter cultural, del autor y locutor Jorge Gòmez, fueron groseramente retirados del aire por la nueva direcciòn de la Emisora Cultural de Caracas.
El nuevo gerente de esa emisora, sin pensar en los oyentes, hizo gala de su mediocridad y decidiò no dejar salir al aire estes magnificos y cultos programas.
“RED 23″ y “Oir es Ver” tenìan en mi un oyente asiduo. ¡Estoy furioso!
Deja tu repudio por este hecho en:
www.red23.ve.tripod.com
en el Libro de visitas de la pàgina.
Gracias
(Si puedes divulgalo)