Ayer noche, a la salida del Requiem de Mozart coincidimos varios amigos covocados al abrigo de la amistad por la soprano Natalia Diaz. Uno de ellos me propuso una invitación muy especial para el dia de hoy. Un encuentro en un finca enclavada en un paraje natural espectacular entre La Victoria y la Colonia Tovar al que acudían un gran grupo de amigos pertenecientes además a uno de los gremios profesionales más afines para la sociedad. El motivo disfrutar de un lunes atípico rodeado de gente querida, en un lugar bucólico y con un menú navideño muy sugerente. Acepté sin condiciones.
La experiencia ha sido electrizante, llena de vida, cada uno tenía muchas cosas que decir y la mayoría de las personas que conocí desbordaban todo su talento para hacerlo del modo más atractivo. Personas y personajes que son historia viva de este país, a muchos de ellos los conocía por primera vez y en un solo día puedo decir que con su audacia y mordiente me ayudaron a entrar hasta la médula de la idiosincrasia venezolana, hasta el mismo corazón que explica con palabras y sentimientos como vive y piensa el venezolano. El vehículo en muchas ocasiones fue el humor, porque en él se encierran todas las verdades que no pueden ser descifradas cuando la indumentaria se viste de riguroso traje con corbata o de camisa de colores demasiado trascendentes.
En la cocina el hijo de nuestro perfecto anfitrión tejía con mimo un pan de jamón de verdad, preparó la masa, añadió ingredientes de primera y horneó hasta el punto perfecto. La pata de cochino hacía muchas horas que se vestía de largo y las hallacas fueron para mi el punto culminante de la tarde, estaban extraordinarias, quizás las mejores que he comido en toda mi vida, con una masa bien lubricada, un relleno portentoso y un leve picante que abría el hambre... comí dos sin pestañear, podía haber atacado una tercera que prometía nuevas vivencias, más picante, pero se extinguieron antes de lo previsto. Mis compañeros de mesa tampoco pudieron resistirse a un manjar tan exquisito.
Un menú navideño para entrarle al final de este año con toda la intensidad, tomando con furor el dicho que más vale hallaca en mano que ciento volando. Teniendo en cuenta las incertidumbres que se avecinan sobre este rincón del mundo las fechas navideñas pueden convertirse en una letanía para gran parte del país ya que parece que la historia que aquí se escribe se empeña en tener vencedores y vencidos.
Hoy en ese rincón perdido de Aragua celebramos la navidad y recibimos un gran regalo: el tiempo compartido
Gracias amigos por la invitación
La experiencia ha sido electrizante, llena de vida, cada uno tenía muchas cosas que decir y la mayoría de las personas que conocí desbordaban todo su talento para hacerlo del modo más atractivo. Personas y personajes que son historia viva de este país, a muchos de ellos los conocía por primera vez y en un solo día puedo decir que con su audacia y mordiente me ayudaron a entrar hasta la médula de la idiosincrasia venezolana, hasta el mismo corazón que explica con palabras y sentimientos como vive y piensa el venezolano. El vehículo en muchas ocasiones fue el humor, porque en él se encierran todas las verdades que no pueden ser descifradas cuando la indumentaria se viste de riguroso traje con corbata o de camisa de colores demasiado trascendentes.
En la cocina el hijo de nuestro perfecto anfitrión tejía con mimo un pan de jamón de verdad, preparó la masa, añadió ingredientes de primera y horneó hasta el punto perfecto. La pata de cochino hacía muchas horas que se vestía de largo y las hallacas fueron para mi el punto culminante de la tarde, estaban extraordinarias, quizás las mejores que he comido en toda mi vida, con una masa bien lubricada, un relleno portentoso y un leve picante que abría el hambre... comí dos sin pestañear, podía haber atacado una tercera que prometía nuevas vivencias, más picante, pero se extinguieron antes de lo previsto. Mis compañeros de mesa tampoco pudieron resistirse a un manjar tan exquisito.
Un menú navideño para entrarle al final de este año con toda la intensidad, tomando con furor el dicho que más vale hallaca en mano que ciento volando. Teniendo en cuenta las incertidumbres que se avecinan sobre este rincón del mundo las fechas navideñas pueden convertirse en una letanía para gran parte del país ya que parece que la historia que aquí se escribe se empeña en tener vencedores y vencidos.
Hoy en ese rincón perdido de Aragua celebramos la navidad y recibimos un gran regalo: el tiempo compartido
Gracias amigos por la invitación
Comentarios
Publicar un comentario