En cada uno de mis regresos a Barcelona recupero momentos y lugares que para mi son significativos y que en lo gastronómico no tienen porque estar vinculados a las altas esferas culinarias, más bien todo lo contrario, lo que me apetece más es la recuperación de lugares cotidianos muy placenteros. Tenemos una masia catalana entre Hospitalet y Cornellà del Llobregat y muy cerca hay varios lugares de toda la vida como el Bar Tabique donde preparan desayunos de "cuchillo y tenedor", desde un bacalao a la llauna a costillas de cordero, butifarra con judias blancas y all i oli o las tortillas más sabrosas que os podais imaginar como la última de ajos tiernos con alcachofas fritas.
Me entristeció comprobar que el Bar Nin ha pasado a mejor vida, demolieron el edificio y con el se fue uno de los restaurantes de más peso que ha existido nunca en Cornellà, aún puedo recordar al bravo y bonachón Pere Nin gritando los platos del día, siempre con guisados de alto calibre como la sepia con albondigas o la ternera con setas que conquistaban los paladares desde la clase obrera de las fábricas cercanas a toda la tropa política de los ayuntamientos de la comarca.
En lo personal otra de las grandes pérdidas de este año es el fallecimiento de un querido amigo y célebre amante de la buena mesa, Josep Vallés, hijo de Hospitalet y amigo de infancia de mi padre. En casa recordamos con sumo afecto su invitación anual para hacer la calçotada en Coma-Ruga y las visitas al Mas del pueblito de Borrassà al lado de Figueres para buscar setas y comer lo que la matanza del cerdo nos ofrecía. Josep nos enseñó los huertos secretos que todavía quedan en la zona metropolitana de Barcelona, este empresario jamás se desvinculó de sus orígenes campesinos y conocía a todos los payeses del LLobregat, de hecho ser invitado a los desayunos de su peña de amigos en los bares de El Prat del Llobregat era un lujo porque el que menos comía no le decia que no a unas manitas de cerdo o a unos cachetes de impresión.
No todo es tiempo de remembranzas, afortunadamente también existen nuevos actores en cualquier rincón del mundo y en esta ocasión me ha conquistado un nuevo lugar por el valor de su propuesta, se trata del Porto Rico Coffee Club de la plaza del ayuntamiento de Hospitalet del Llobregat donde probablemente hacen los mejores bocadillos de jamón ibérico de toda la región metropolitana, el pan perfecto, el aceite de oliva espléndido y una selección de jamón de jabugo impresionante que colocan encima del pan con tal generosidad que uno se queda boquiabierto, además se puede comprar el jamón al corte para llevarselo a casa o en la maleta hasta el rincón de mundo que prefirais.
Pero el Porto Rico es además un "café club", y eso a mi me vuelve loco porque soy un fanático del café hasta niveles que no os podeis imaginar. Se esmeran en ofrecer una especial selección de cafés de los orígenes y variedades más reconocidas, entre ellos el Colòmbia Supremo, Brasil Mogiana, Puerto Rico Yauco Selecto, Ethiopía Mocca, Volcán de Oro y Maragogype de Guatemala, el Tres Rios de Costa Rica, Kenya A-A, Australia Skynbuv, Jamaica Blue Mountain y el Guinea Nuevo Papua. No penseis que hay que gastar mucho dinero en estos cafés, pero si os parecen caro, el café de la casa es una mezcla secreta del propio local que es buenisima.
Ese cariño y obsesión por hacer buen café es algo que busco desesperadamente, en Caracas creo que todavía nos falta alcanzar ese cuidado y mimo pero poco a poco he ido descubriendo santuarios... en un próximo post rendiré cuentas de un lugar en la Trinidad donde el café es delicioso
Me entristeció comprobar que el Bar Nin ha pasado a mejor vida, demolieron el edificio y con el se fue uno de los restaurantes de más peso que ha existido nunca en Cornellà, aún puedo recordar al bravo y bonachón Pere Nin gritando los platos del día, siempre con guisados de alto calibre como la sepia con albondigas o la ternera con setas que conquistaban los paladares desde la clase obrera de las fábricas cercanas a toda la tropa política de los ayuntamientos de la comarca.
En lo personal otra de las grandes pérdidas de este año es el fallecimiento de un querido amigo y célebre amante de la buena mesa, Josep Vallés, hijo de Hospitalet y amigo de infancia de mi padre. En casa recordamos con sumo afecto su invitación anual para hacer la calçotada en Coma-Ruga y las visitas al Mas del pueblito de Borrassà al lado de Figueres para buscar setas y comer lo que la matanza del cerdo nos ofrecía. Josep nos enseñó los huertos secretos que todavía quedan en la zona metropolitana de Barcelona, este empresario jamás se desvinculó de sus orígenes campesinos y conocía a todos los payeses del LLobregat, de hecho ser invitado a los desayunos de su peña de amigos en los bares de El Prat del Llobregat era un lujo porque el que menos comía no le decia que no a unas manitas de cerdo o a unos cachetes de impresión.
No todo es tiempo de remembranzas, afortunadamente también existen nuevos actores en cualquier rincón del mundo y en esta ocasión me ha conquistado un nuevo lugar por el valor de su propuesta, se trata del Porto Rico Coffee Club de la plaza del ayuntamiento de Hospitalet del Llobregat donde probablemente hacen los mejores bocadillos de jamón ibérico de toda la región metropolitana, el pan perfecto, el aceite de oliva espléndido y una selección de jamón de jabugo impresionante que colocan encima del pan con tal generosidad que uno se queda boquiabierto, además se puede comprar el jamón al corte para llevarselo a casa o en la maleta hasta el rincón de mundo que prefirais.
Pero el Porto Rico es además un "café club", y eso a mi me vuelve loco porque soy un fanático del café hasta niveles que no os podeis imaginar. Se esmeran en ofrecer una especial selección de cafés de los orígenes y variedades más reconocidas, entre ellos el Colòmbia Supremo, Brasil Mogiana, Puerto Rico Yauco Selecto, Ethiopía Mocca, Volcán de Oro y Maragogype de Guatemala, el Tres Rios de Costa Rica, Kenya A-A, Australia Skynbuv, Jamaica Blue Mountain y el Guinea Nuevo Papua. No penseis que hay que gastar mucho dinero en estos cafés, pero si os parecen caro, el café de la casa es una mezcla secreta del propio local que es buenisima.
Ese cariño y obsesión por hacer buen café es algo que busco desesperadamente, en Caracas creo que todavía nos falta alcanzar ese cuidado y mimo pero poco a poco he ido descubriendo santuarios... en un próximo post rendiré cuentas de un lugar en la Trinidad donde el café es delicioso
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